Tus necesidades son mi negocio
Uno
La mayor parte de nosotros estamos desesperados por esta situación devastadora que no se ralentiza por ningún motivo, muy al contrario. La principal vía de solución que es la cuestión política, tampoco da muestras de salidas beneficiosas para todos los venezolanos y no solamente para los dirigentes involucrados, quienes dan la sensación de estar preocupados en su propio destino.
Los siete meses de encierro que nos han impuesto como medida para evitar el contagio hacen también estrago en los ámbitos socioeconómicos, afectando incluso la psicología y el espíritu de cada individuo.
Hoy día pareciera que andamos sin epidermis por la calle: todo nos afecta, reaccionamos desproporcionadamente, etc. Vamos por la vida con una única preocupación, es decir, nosotros mismos. Y dado los vientos que soplan, cuando pensamos en los demás lo hacemos con la intención de sacar provecho de ellos.
Nuestras necesidades son “el negocio” para otros. Hay personas que se valen de nuestra necesidad de combustible y gas doméstico, de agua y medicamentos, de efectivo y alimentos…, para amasar inescrupulosamente su fortuna. Importan sus bolsillos, no nuestro destino.
Dos
Si la susceptibilidad está presente la población —cansada y frustrada—, la insensibilidad y el cinismo son las características de esta nueva camada política, empresarial, comercial. Los otros no cuentan.
Para Israel, la preocupación por el otro se concentra en una justa atención y relación con los extranjeros, las viudas y los huérfanos. Esta preocupación se origina en el hecho de que Israel fue forastero, esclavo en tierra extraña; Israel ha visto morir a sus hombres, regando viudas y huérfanos por doquier. Para Israel, el hambriento cuenta porque Israel sabe lo que es pasar hambre.
Tres
Lo apenas dicho no agota el tema. Esto lo comprendió también Israel. La apertura a las necesidades ajenas y la identificación con la suerte del otro porque la padecemos, no basta. Israel lleva en su corazón el mismo interés amoroso de su Dios.
El Señor se compadece hasta sus entrañas por los padecimientos de los últimos en la pirámide social de entonces: el extranjero, la viuda y el huérfano.
El libro del Éxodo trae una frase desgarradora: “Tú, hombre insensible que te aprovechas de los demás, cómo te atreves a quitarle incluso su ropa, cuando su vestido es la única cobija que tiene para poder dormir”.
Esto no es de humanos. No es de hermanos, de semejantes, aprovechar la situación vulnerable del otro para beneficio propio, especialmente cuando el bendito dinero ocupa el lugar de las personas en la escala de importancia.
Cuatro
Para que lo anterior no sea una mera declaración de buenos principios, Israel tradujo esta experiencia en “mandamientos”, es decir en normas rectoras: amarás a Dios y a tu prójimo. Se trata de amar lo que Dios ama, incluyendo a las demás personas. Se trata de amar los prójimos porque son nuestros semejantes, son parte interna de nosotros mismos. Amamos a Dios y a los que Dios ama y amar a los demás porque nos amamos a nosotros mismos. Que las privaciones de los demás no sean nuestra única y exclusiva manera de ascenso en la escala social.
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