Opinión

“Tartufos”: ¿Dignos representantes de la falacia moderna?

Por cierto, con el agravante de la presencia de este tipo de persona en cualquier nivel, estrato u “orificio” representativo e importante, de la sociedad de todos los tiempos.
jueves, 10 marzo 2022

Comienzo este artículo con una interrogante en la cual me involucro: ¿Cuántos “Tartufos” cercanos hemos conocido a lo largo de nuestra existencia?

En la sociedad durante toda la historia del mundo han existido “Tartufos”. Individuos masculinos y femeninos, pues su conducta y actitudes como tales no los ha hecho diferentes.

Su nombre y características tiene su origen histórico desde que Molière, cuyo nombre verdadero era Jean-Baptiste Poquelin, literato, actor y poeta francés, considerablemente apreciado escritor de la literatura universal, quien escribió la comedia “Tartufo o el impostor“ (Le Tartuffe ou l’Imposteur), estrenada en París el 5 de febrero de 1669 en el Palacio de Versalles (Teatro del Palais-Royal).

Molière es considerado el creador de la comedia francesa moderna, de allí pues que sus obras aún se aprenden, demuestran y festejan actualmente.

Nuestro interés en estas líneas está dirigido fundamentalmente a lo correspondiente del “Tartufo”. Así entonces, es de considerar la alta significación que origina ese personaje dentro del ámbito social que nos rodea en nuestro quehacer diario, sobre todo en cuanto relaciones y actuar como individuos, sea en lo familiar, laboral, político, económico y religioso. En todo aquello que huela a cultura y sociedad.

Y, es que el “Tartufo” para Molière, desde el siglo XVII, fue un personaje que protagoniza con ironía lo que se denominó como el “tartufismo”, como un sinónimo de falsedad, hipocresía y disfraz de la honradez, la ternura o el fervor que no se poseen en realidad.

En síntesis, “Tartufo” representa al timador, tramposo o estafador que conocemos en nuestra sociedad actual.

Por cierto, con el agravante de la presencia de este tipo de persona en cualquier nivel, estrato u “orificio” representativo e importante, de la sociedad de todos los tiempos.

Nuestra época no escapa a esos personajes, sin lugar a duda. Existen “Tartufos” en el contexto científico, artístico, económico, y en todos los grupos y comunidades. Molière dedicó la mayoría de sus creaciones a una lucha enconada contra las hipocresías de su tiempo a través de la sátira o el sarcasmo.

Este tipo de personaje se corresponde con aquellas frases, por ejemplo, dos de ellas, que sirven de ropaje verbal y por supuesto conductual, y de acción delincuencial característica, la primera: ”Se ofrecen Villas y Castillos” que se refiere a prometer u ofrecer cosas y no cumplirlas.; la segunda: “Cantos de sirenas”, otra frase que advierte a los ingenuos que no las atiendan porque son coplas o cantos de ardid o tretas, muy utilizada en la política en los períodos electorales. Esta última, muy esgrimida, cuando hay el propósito definido de engañar.

Para poder hablar con mayor profundidad sobre los “tartufos” en general, sean estos llenos de poder o no, familiares o simplemente personas no afines, estafadores o hipócritas, hemos de introducirnos precisamente en lo referente a la hipocresía.

Así pues, en primer término, hemos de reconocer que la hipocresía está siempre hermanada dentro de nuestras vidas y aceptar que existe en la mayoría y en todos los niveles.

Nos hemos de preguntar: ¿Qué gentío conocemos que se la pasa en las iglesias y luego su conducta deja mucho que desear cuando aplica posteriormente comportamientos alejados de principios cristianos siendo un individuo despiadado y desconsiderado para con los otros?

La hipocresía consiste en fingir ideas, cualidades; mostrarnos como queremos que los demás nos vean, pero no como somos en realidad. Y todos somos conscientes de la hipocresía, pero elegimos no verla.

Lamentablemente, en el caso de la política actual venezolana ha ocurrido que todos, el régimen, la “oposición” con sus intereses y la misma población “de a pie”, por su lado cuando hemos incurrido en el pecado de hacernos la “vista gorda”, mirar para el otro lado, ser hipócritas en el sentido extenso de la palabra cuando ante los problemas concretos del día a día se nos ha dicho tanto el régimen como esa denominada oposición, que superarán y solucionarán el desempleo, inseguridad, inflación, corrupción, narcotráfico, terrorismo de Estado y otros factores que violan los derechos humanos.

¿Por qué?, ¿Por miedo?, ¿Por cansancio? o ¿Por desidia?. Ambos, oposición y régimen expresan textualmente lo mismo, pero lo más grave es que el pueblo les cree y aprueba a ambos, cuando negocia y hasta aprueba elecciones ya predeterminadas como fraudes electorales. Los extremos, gobierno y régimen son muy parecidos. ¿Serán morochos?

Indudablemente que, para ser hipócrita, se requiere de un gran talento como mentiroso, la mentira, la falacia, es realmente el medio, aparato u órgano fundamental de un Tartufo. Por eso, para Molière con su comedia, hizo esa crítica sin misericordia sobre la hipocresía ejercida “en aquella sociedad empelucada, estamental, absolutista y reaccionaria en la que se desenvolvía”. Según “Lectoralía”, no fue sencillo para Moliére la aparición pública de la comedia “Tartufo”, así:

“Los más altos personajes del reino, instituciones religiosas y dramaturgos se movilizaron para acallar su denuncia sobre los hipócritas. “Tartufo o el impostor” atacaba ciertos grupos de poder que no permitieron quedar en evidencia y presionaron sobre el joven Rey Luis XIV en un momento apasionante de intrigas palaciegas y feroz lucha ideológica y religiosa”.

No es fácil ser un mentiroso, por lo menos según Alexander Pope (1688-1744), poeta inglés: “El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera”. Mientras que para Emil Cioran (1911-1995), escritor y filósofo rumano: ”La mentira es una forma de talento”. (Ratificado en uno de mis artículos de opinión anteriores)

Existen y se usan un tipo de mentiras, al fin y al cabo, falsedades, y son aquellas que tienen como finalidad ser piadosas (“mentiras piadosas”) y es la aseveración falsa expresada con propósito benevolente.

En la mayoría de los casos tiene como objetivo el intentar hacer menos difícil una verdad pretendiendo causar el menor perjuicio, se utiliza meramente para sortear roces superfluos, consecuencias o actitudes que obtienen resultados nada agradables para otra persona.

Ahora, ¿Quiere decir que nadie ha dicho una mentira alguna vez en su vida? Por supuesto que todos, en general en alguna oportunidad hemos mentido. Pero no con la forma visceral, enfermiza y desalmada como lo hace un “Tartufo”. Lo que si debemos es tener la certeza que ese tipo de mentiras no son vinculantes con un mentiroso convencido.

Un ejemplo clásico, de mentira compasiva pudiese ser esta:  “¡No, no estás gorda, es más, te ves extraordinaria!”.

Para ir concluyendo, quiero simplemente plasmar unas interrogantes, como ejercicio mental, no como tarea (me incluyo por supuesto), y que tienen que ver con nuestra cotidianidad, con nuestras experiencias familiares, políticas, religiosas, grupales, de amistad, en fin, de todo el espectro societal en que vivimos actualmente los venezolanos en esta nave Tierra:

– ¿Ha experimentado Ud. en forma desagradable una relación de amistad con un “Tartufo” reconocido?

– ¿Considera Ud. que tanto Maduro como sus “vasallos” venezolanos representan holgadamente por encima de Cuba y Nicaragua al “Tartufismo”?

– ¿Ha observado y sentido desconfianza de la denominada “oposición” venezolana como representantes apropiados del personaje “Tartufo”?, ¿Por qué?

– Ante lo que ocurre en el mundo con la guerra de Rusia sobre Ucrania, ¿Considera Ud. que las organizaciones internacionales (¿ONU, OTAN, UE, los países en general, etc.?) y el presidente Putin, se han desempeñado como “Tartufos”?

Como colofón de este artículo de opinión consideré agregar algo hermoso y al mismo tiempo un poco cruel de lo que Jean-Léon Gérome (1896), académico francés, escribió con el título de “Historia de la Verdad y la Mentira” : “Cuenta la leyenda que un día la verdad y la mentira se cruzaron. -Buen día. Dijo la mentira. -Buenos días. Contestó la verdad.

-Hermoso día. Dijo la mentira. – Entonces la verdad se asomó para ver si era cierto. Lo era.– Hermoso día. Dijo entonces la verdad. – Aún más hermoso está el lago. Dijo la mentira. Entonces la verdad miró hacia el lago y vio que la mentira decía la verdad y asintió.
 Corrió la mentira hacia el agua y dijo… – El agua está aún más hermosa. Nademos.
 La verdad tocó el agua con sus dedos y realmente estaba hermosa y confió en la mentira.

Ambas se sacaron las ropas y nadaron tranquilas. Un rato después salió la mentira, se vistió con las ropas de la verdad y se fue. La verdad, incapaz de vestirse con las ropas de la mentira comenzó a caminar sin ropas y todos se horrorizaron al verla.

Es así como aún hoy en día, la gente prefiere aceptar la mentira disfrazada de verdad y no la verdad al desnudo”.

Con base en todo el contenido del artículo internalicemos y reflexionemos sobre las siguientes frases célebres:

“El arte de los aduladores es aprovechar las debilidades de los grandes, fomentar sus errores y nunca dar consejos que puedan molestar.” (Moliére)

“La forma más efectiva de atacar el vicio es exponerlo al ridículo público. Las personas pueden soportar las reprimendas, pero no pueden soportar que se rían de ellas: están preparadas para ser malvadas, pero no les gusta parecer ridículas.” (Moliére)

 

Calgary, Canadá, Marzo 2022

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