Opinión

Semana en domingo

"Mucha gente está planteando locuras en medio de su desesperación porque no se produce el cambio de gobierno que en varias oportunidades ha sido ofrecido como inminente por la oposición".
domingo, 07 abril 2019

La política lo sepulta todo

Las crisis política y eléctrica relegaron a un lugar terciario todos los demás problemas que afectan a la población, que poco a poco va perdiendo la esperanza de que algún gobierno se ocupe de sus calamidades cotidianas. Con una capacidad de aguante pocas veces vista en el resto del mundo, el venezolano de hoy se las inventa todas más una para sobrellevar todo lo que se le ha venido encima. Por eso muchos analistas internacionales estuvieron años pronosticando un estallido social que nunca llegó, precisamente debido a que buena parte de la población ha ido encontrando la manera de sobrevivir en medio de este desastre. Son como una especie de dos países: el país político en el que se debaten el gobierno y los líderes de la oposición, y el otro país, el de los venezolanos que cada día se las tienen que ingeniar para darle alimento a su familia, mantener a sus hijos en la escolaridad, buscar la manera de encontrar atención y medicamentos para algún familiar enfermo, y en general poder obtener lo mínimo necesario para sobrellevar esta crisis hasta donde le sea posible. En la práctica, el gobierno tiene sus prioridades y los ciudadanos la suya, al parecer sin fórmula de coincidencia.

Desesperación
Mucha gente está planteando locuras en medio de su desesperación porque no se produce el cambio de gobierno que en varias oportunidades ha sido ofrecido como inminente por la oposición. Esta semana se está hablando de la posibilidad de una marcha masiva para llevar a Guaidó a que ocupe la silla presidencial en Miraflores, “al costo que sea” según algunos extremistas opositores. Por supuesto que el gobierno lo impediría, eso sí a toda costa, y la responsabilidad de lo que allí pueda ocurrir sería enteramente de los que convoquen una marcha como esa. Porque aparte de las acciones que pudiera adoptar la Fuerza Armada, no se pueden ignorar los llamados que Maduro ha hecho a los “colectivos” para que tengan un rol más activo en defensa de su gobierno. Una masa humana inerme, marchando hacia Miraflores para tomar el poder, es sencillamente una locura que pudiera tener un saldo indefinido en pérdida de vidas. Y para nada, porque es un sueño creer que Maduro va a abandonar Miraflores por una marcha de la oposición. El mundo entero vio horrorizado los episodios de la plaza Tienanmen en Beijín y Tlatelolco en México, en donde igualmente se creyó que manifestaciones pacíficas iban a provocar cambios de gobierno. No los hubo allá, y mucho menos en la Venezuela de hoy y con un gobierno como el que tenemos. Hasta el día de hoy no se conoce la cifra exacta de víctimas de esas dos masacres, como tampoco hay un solo preso de sus responsables. Los líderes políticos deben aprender de la historia para no repetir los errores.

Las crisis de electricidad
Por supuesto que no es un consuelo, pero en los países desarrollados también han tenido sus crisis de electricidad y apagones. No son solo los países subdesarrollados, aunque en esta materia les llevamos como dicen “una morena” por la frecuencia y la duración de nuestros apagones. En Estados Unidos han sido muy pocos, pero ha habido sus apagones en casi todo el territorio. La peor crisis fue la de California en el 2002, que obligó al cierre de algunas industrias de alto consumo eléctrico. La capacidad instalada en California es de 54.000 gigavatios, para un consumo de poco más de 30.000, el doble del nuestro. Normalmente está parado por mantenimiento unos 10.000 megavatios, pero en esa crisis se agregaron daños en algunas plantas grandes, así como un aumento del consumo. La coincidencia provocó que el consumo superara la generación y se produjeron varios apagones. Aunque California pudo transportar electricidad de otros estados y de México para superar su crisis, el asunto terminó provocando un aumento de las tarifas y un sacudón en la política y en el gobierno californiano, porque más de la mitad de las plantas generadoras tenía 30 años de antigüedad y un 20 por ciento llegaba a los 40 años sin reposición. El gobierno de Bush tuvo que disponer recursos de inversión para renovar algunas plantas viejas. Unos años después varios economistas privados hicieron una investigación y aseguran que esa crisis fue creada de manera artificial por las empresas eléctricas para que el gobierno de California se viera obligado a eliminar la regulación de las tarifas, como en efecto sucedió. Según ese estudio, esas empresas pararon varias plantas generadoras para mantenimiento, coincidiendo con la avería de otras, de manera de provocar el déficit. Alegaron que el problema era por un aumento del consumo debido a las bajas tarifas, pero el estudio de estos economistas determinó que eso no era cierto y que se trató del aumento normal para los meses de verano, que históricamente ha sido resuelto mediante las previsiones para un aumento de la generación. El grupo de economistas estima que con esa crisis, las empresas de electricidad se embolsillaron más de 20.000 millones de dólares y forzaron al gobierno federal a destinar recursos para nuevas plantas, que ellas operan.

CUATRO
Uno.- La crisis de electricidad sepultó cualquier posibilidad de que por ahora puedan ser reactivadas las industrias básicas de alto consumo, como las reductoras de aluminio y algunas plantas de Sidor. Lo que ellas consumen es lo que se está ahorrando con el racionamiento, que según los expertos son entre 1.500 y 2.000 megavatios.

Dos.– Hace tiempo que el gobierno abandonó sus esfuerzos por contener el alza de los precios, provocada precisamente por los errores de su política económica. Ahora se consigue de todo, pero a precios que la mayoría de la población no puede pagar, porque no gana lo suficiente. Se resolvió por una parte el desabastecimiento, pero ahora no hay cómo comprar. En la práctica seguimos igual.

Tres.- Cada vez son menos los conductores que se arriesgan a circular por la recta de 120 kilómetros entre puente Orinokia y el cruce de La Viuda, en la ruta hacia El Tigre. Aparte de la inseguridad está el problema de que si te accidentas no hay a quién pedirle ayuda, a menos que alguien se atreva a pararse para ayudarte. Es más seguro utilizar la autopista por Ciudad Bolívar y además la diferencia son 30 kilómetros y menos de media hora de diferencia. La otra ventaja es que en casi todo este trayecto hay cobertura de señal de los celulares.

Cuatro.- No se justifica que cobren casi 100.000 bolívares por una botella de vino, que en su país de origen no cuesta más de 3 o 4 dólares. En Chile la firma Lavinia tiene una caja de doce botellas de buen cabernet sauvignon en 30 dólares, que son 2,50 por botella. Suponiendo que el costo de importación sea un dólar por botella, más impuesto de 100 por ciento ad valoren, más 100 por ciento de utilidad, serían 8,50 dólares, que son 28.000 bolívares. Esta semana lo vi en en 85.000 bolívares en una licorería. Por supuesto que no es un producto de primera necesidad, pero igual no hay derecho que tengan estos precios.

 

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