Semana en domingo
¿Año nuevo?
En todo comienzo de año solemos tener nuevas metas. Renovamos la esperanza en una mejor calidad de vida, porque somos los únicos animales que relacionamos el calendario con la vida personal y social.
Al final de 2020 muchos pedíamos que ese año se terminara de ir, y con él se fuera todo lo malo que nos está afectando. Pues bien, se fue ese año bisiesto, llegó 2021, y hete aquí que seguimos en lo mismo en cuanto a pandemia y gobierno. Y mire que hay quienes aseguran que es difícil determinar cuál de los dos es peor que el otro.
En esta situación, uno tiene que establecerse metas realizables, porque si excedemos las posibilidades, es inevitable la frustración que provocará no alcanzarlas.
En lo personal pienso que no queda otra opción, mientras sigamos aquí, que replantear los proyectos y situarlos en el marco de la realidad en la que estamos sumergidos.
Este es el país que tenemos, con el gobierno que tenemos, y con la situación económica consiguiente. Por eso en este comienzo de año no queda otra que hacer un reseteo general para determinar qué es lo que podemos establecernos como metas en 2021.
Lo político es otra cosa, que no necesariamente tiene que ver con nuestra vida diaria. Ya vimos cómo se cumplió el lapso regular de la Asamblea Nacional, y en la práctica los ciudadanos seguimos igual.
Es por eso que muchos venezolanos, de los que siguen aquí, despotrican de política y políticos, y se concentran en la tarea de ver cómo siguen su vida en las mejores condiciones posibles.
Y también por eso, el rechazo a Maduro anda por el 85 por ciento, incluyendo parte del chavismo, mientras que la suma de todos los partidos de oposición escasamente pasa del 10 por ciento.
Fíjense si estará complicado el panorama del país, que ni siquiera los astrólogos se atreven a vaticinar lo que pasará en estos próximos meses, cuando antes señalaban hasta la fecha y hora de la muerte de algún personaje importante, aunque la mayoría de las veces no acertaban.
Por eso, en cuanto a la realidad que vivimos, 2021 es la misma vaina que 2020. Ya habrá quienes me tilden de pesimista, pero tristemente eso es lo que tenemos y por eso planteo amarrar los proyectos a las posibilidades reales de poderlos realizar en medio de esta situación- De todas maneras, les deseo el mejor año posible, porque sería iluso decir feliz año, como antes.
El “loco” Trump
Cuando era candidato, escribí en estas páginas semanales que ese tipo no debería llegar nunca a la presidencia de la primera potencia mundial. En verdad creo que no tiene el mínimo equilibrio mental necesario para ser presidente de ningún país.
Y no es que de repente se haya vuelto así, porque su vida personal ha estado repleta de desbordamientos emocionales, que incluso han requerido ayuda de profesionales de la sicología.
Es que no hay nada más peligroso que una persona de esas características, con carisma e iniciativa. Y estoy parodiando la vieja conseja de que nada es más peligroso que un torpe con iniciativa.
Pero por circunstancias muy diversas, entre las que destaca su riqueza personal, este tipo llegó a la presidencia y, tal como era de esperarse, no hay quien pueda trabajar con él más allá de algunas semanas o meses. No hay quien lo soporte, y mientras más cerca de él, peor.
No le queda ninguno de los apoyos que tuvo en la campaña, y un nombramiento de él, equivale a muerte política segura. Tiene su propio cementerio político, a donde ha mandado no a sus adversarios en ese campo, sino a quienes se atreven a discutirle algún capricho en el manejo del país.
Hoy, tras el insólito asalto al Congreso, su propio partido Republicano se desmarca de sus locuras y es probable que termine encarcelado por la serie de delitos federales de los que se le piensa acusar.
Fue realmente un peligro para la humanidad, que un tipo así haya llegado a ser presidente de la primera potencia militar del mundo. No entiendo cómo pueda haber dirigentes políticos de oposición que lo prefieren, solo porque mantuvo las sanciones contra el gobierno chavista, que había establecido Obama.
Y ¡ojo!, porque hay dirigentes del partido Demócrata que quieren exigir que el gobierno opositor en el exilio, rinda cuentas de todo el dinero que el gobierno de Trump aportó para tratar de lograr una transición en nuestro país.
Fuegos artificiales
Estuve en Caracas la noche de este 31 diciembre y de verdad hacía años que no veía un despliegue tan grande de cohetes, tumbarranchos, triquitraquis, mata suegras y todo tipo de fuegos artificiales.
Durante más de media hora, el cielo estuvo iluminado por un bello espectáculo de colores, mientras retumbaban las explosiones, desde Catia hasta el extremo este de los barrios de Petare.
No hubo distinción alguna entre los barrios populares y las urbanizaciones más exclusivas, porque todos por igual desplegaron todo su arsenal, para celebrar la llegada del año nuevo.
Pero el primero, las redes se llenaron de críticas, argumentando que cómo es posible que eso ocurra en medio de la crisis que sufrimos, por lo económico, el gobierno, y la pandemia.
En otras palabras, que debimos haber recibido el año en silencio y encapillados. Pero pienso todo lo contrario. Ese estallido del año nuevo es la Venezuela que, a pesar de todo, se resiste a dejar de ser como siempre hemos sido.
Es la Venezuela que se resiste a morir, y que es capaz de sacar recursos, muchas veces con sacrificio de otras necesidades, para hacer lo que siempre hemos hecho en fechas como año nuevo. Yo no veo cómo eso puede ser malo o criticable.
CUATRO.
Uno. Desde hace meses corre el rumor que el gobierno autorizará cuentas y tarjetas de débito en dólares en el país, pero no terminan de concretarlo. Es un paso casi obligado por la creciente dolarización de nuestra economía, que se ha establecido a contrapelo de las políticas oficiales, determinadas por una ideología que considera que el dólar es una especie de instrumento del diablo capitalista. Las tarjetas de débito en dólares resolverían el grave problema de la escasez de sencillo en esa moneda, que obliga a comprar cosas innecesarias para poder cuadrar el vuelto en los supermercados. Ahora las cajeras tienen a mano un arsenal de galletas, caramelos y otras chucherías, para ir completando el valor del billete que reciben, porque no tienen cómo dar el vuelto en dólares, ni tampoco tienen efectivo para dar el equivalente en bolívares.
Dos. Veo reportes de que en 2020 solo bajaron 270.000 toneladas de bauxita desde El Jobal hasta Matanzas. Pero no entiendo cómo y para qué, porque la planta de alúmina está parada desde hace casi dos años. Hubo años de casi 5 millones de toneladas, extraídas en Los Pijiguaos y puestas en Matanzas, pero eso es historia. Eran los tiempos del proyecto de los dos millones de toneladas de alúmina y la planta de procesamiento de los lodos rojos, para impedir que sigan cayendo a la laguna de descarga al lado de Cambalache.
Tres. Los economistas le dan cualquier cantidad de explicaciones al disparo del dólar, que según ellos va camino a los dos millones de bolívares. Muchos apuntan a la amenaza de Iris Varela de expropiar los bienes a los compatriotas que se fueron del país. Pero si eso es un factor, el otro es que ya pasó la oferta navideña de empresarios que vendieron dólares para pagar prestaciones y aguinaldo a sus trabajadores. Como cualquier otra mercancía, el precio del dólar depende de la oferta y la demanda. Otros dicen que fue porque el gobierno le metió dólares al sistema, por las elecciones. Yo no lo creo porque el gobierno ya tenía todo cuadrado para ganarlas sin necesidad de quemar dólares, que además no es que precisamente le estén sobrando.
Cuatro. La crisis va por un lado y por el otro el estilo de vida de muchos venezolanos. Esta navidad, por las redes, hubo ofertas de hallacas de pernil asado, de pechuga de pavo, de cordero, y lo que nunca había imaginado: de salmón ahumado. Una parte de la población está literalmente pelando, mientras la otra disfruta de lo lindo, comprando lo que sea, al precio que sea. Eso explica la aparición de supermercados y bodegones al mejor estilo de Las Vegas o la V Avenida de Nueva York, como el “Río” que acaba de ser abierto en Playa Linda, en Margarita. Y sin querer meterme en camisa de once varas, solo comento que Chávez ganó reclamando la diferencia entre ricos y pobres, en la IV República. ¡Ajá! ¿Y ahora? ¿No es peor la imagen de gente del pueblo haciendo cola para buscar comida en la basura de estos lujosos supermercados de la flamante V República?
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