Opinión

Semana en domingo

Macri recibió una economía destrozada, como la que recibiría un opositor que gane la presidencia en nuestro país.
domingo, 08 diciembre 2019

Las próximas elecciones

Desde la perspectiva del escenario opositor actual se aprecia que si no se supera la encarnizada lucha que se libra en su seno, se reducen las posibilidades de volver a ganar las elecciones parlamentarias frente a un chavismo disminuido en su porcentaje electoral, pero férreamente unido en torno a los candidatos que les imponga el cogollito.

Pudiera volver a ocurrir que, con un porcentaje menor, el chavismo logre ganar una circunscripción porque la oposición divide su mayoría de votos entre varios candidatos. Eso ya ha pasado y podría volver a ocurrir si la dirigencia opositora no logra superar sus diferencias, que a veces lucen irreconciliables. Y lo peor es que no siquiera se trata de diferencias ideológicas, sino de una encarnizada pelea a cuchillo por estar en primera línea a la hora de una eventual transición en el poder o unas nuevas elecciones presidenciales. En este momento, sin lugar a duda alguna, se puede afirmar que el peor enemigo de la oposición no es el chavismo, o el madurismo, sino ella misma. Maduro ni siquiera necesita desgastarse en una lucha contra Guaidó, porque ese trabajo lo están haciendo líderes de la misma oposición, encabezados en esta penosa tarea por María Corina, que según analistas políticos y quienes la conocen de cerca, no termina de aceptar que el presidente de la AN la haya opacado en el momento estelar de ella. El problema de la oposición es básicamente que prácticamente toda su alta dirigencia está conformada por pre candidatos presidenciales.

Creo que fue Rómulo, quien en una oportunidad en la que se le encabritaba el partido, definió perfectamente la situación diciendo que era difícil manejar un CDN en el que todos sus integrantes aspiraban a la silla de Miraflores. Se refería así al órgano de dirección de AD, en cuyo seno se discutían las decisiones de gobierno.

Esto lo afirmo porque uno tiene que suponer cómo pudiera ser el manejo de un dirigente opositor que logre acceder a la presidencia derrotando al chavismo. Tendría dos frentes opositores: el del chavismo, y el conformado por toda la dirigencia que dejó en el camino hacia su candidatura. El mejor ejemplo es lo que acaba de pasar en Argentina, en donde los adversarios del peronismo no apoyaron unidos a Macri y eso le abrió el camino de nuevo a la viuda de Kirchner, que tiene varios juicios en contra por casos de corrupción que la convirtieron en pocos años en una de las mujeres más ricas de su país, mientras la población es cada vez más pobre luego de haber tenido la clase media más estable de América Latina.

Macri recibió una economía destrozada, como la que recibiría un opositor que gane la presidencia en nuestro país, y si él no logra contar con un apoyo absoluto de quienes adversan al chavismo, en pocos meses la misma gente que lo votó estaría de nuevo exigiendo un cambio en el poder, porque la situación del país sigue igual. No es la primera vez que un dirigente político enfrenta al ganador de su propio partido, simplemente porque el ungido no fue él. La oposición venezolana tiene un deber histórico en estas circunstancias, que no es otro que anteponer los intereses del país a sus propias apetencias e intereses, sean pecuniarios, políticos, vanidosos o de cualquier índole. Si siguen así, estarán apretando más los tornillos que mantienen fijados a los chavistas en el poder desde hace dos décadas. Esta es la verdad, aunque no me agrade escribirla.

Dólar incierto

La economía venezolana está tan alterada y variable que es prácticamente imposible determinar con algún nivel de acierto el valor futuro de bolívar y mucho menos su paridad con el dólar. A mediados de noviembre varios amigos me aseguraron que en los “think tank” de algunos bancos estaban previendo un dólar en 90.000 bolívares a mediados de diciembre y que algunos de esos expertos lo avanzaban hasta 100.000 a final de año. Sin embargo, los mismos analistas económicos estaban advirtiendo una desaceleración de la inflación, aunque sigue siendo elevadísima. En realidad, el dólar se mantuvo más o menos estable entre enero y mayo, pasando de 3.300 a 6.300 bolívares, que es mucho menos que el índice de inflación en ese mismo lapso. De esos 6.300 siguió subiendo durante junio y julio, para llegar a 28.000 en agosto, hasta finalmente alcanzar su tope de 41.594 bolívares el mes pasado.

Anclados como lo están al dólar, los precios han dado un salto importante en estas últimas semanas, a lo que se agrega que las cosas siempre han estado más caras en Navidad y Año Nuevo. Pero no parece que el dólar pueda llegar a esos 90.000 o 100.000 que predijeron los expertos bancarios, a menos que haya acontecimientos sobrevenidos, que por ahora no se aprecian en el panorama próximo. Eso sí, hay una especie de consenso entre los economistas en que el dólar va a cerrar el año por encima de la cotización actual, aunque no se atreven a ponerle cifras definitivas. Quedamos entonces en lo mismo.

El oro en la mira

El senador norteamericano Marco Rubio está promoviendo una ley para controlar el ingreso de oro en su país, alegando que se ha convertido en un nuevo medio para el lavado de dinero procedente del narcotráfico, y de manera particular mencionó a nuestro país entre los que, según los registros de inteligencia que citó, son el origen de ese negocio ilícito. Concretamente dijo que Miami es la principal ciudad de entrada de oro procedente de Colombia, Perú y Venezuela, al tiempo que le pidió al presidente Trump que ordene el inmediato establecimiento de controles para determinar el verdadero origen de ese metal.

Según Rubio, varias empresas legales de su país, compran el oro sin importarle su origen, aceptando solo la palabra de los vendedores de que tienen una concesión en algún país suramericano. De esa manera “limpian” el oro que a partir de allí es aparentemente legal. El senador de Florida dice que los organismos de inteligencia norteamericanos tienen perfecta capacidad para determinar si el oro ha sido comprado con dinero del narcotráfico o es del gobierno venezolano, lo que caería en el terreno de las sanciones de Trump.

Uno

Me parecía increíble, pero ahora resulta que una hallaca de pollo está más cara que la tradicional, que además lleva carne de res. Ya varios amigos que venden hallacas me dijeron que eliminaron la carne de cochino porque las tendrían a un precio que la gente no pagaría. La hallaca siempre ha llevado las tres carnes, en una proporción que se determina según la región del país o el gusto personal de quien las hace. Yo haré la tradicional, con todo, aunque sea en menor cantidad que en años anteriores.

Dos

Ociosidades: Por las redes hay ofertas de whisky que son difíciles de creer si se trata de licor auténtico. No hay posibilidad de que aquí se pueda vender una botella en 18 dólares, cuando en el exterior la venden en 20 en oferta. Me hablan de blanqueo de capitales, pero no lo creo porque ¿Cuántos millones de dólares pueden quedar en ese negocio, suponiendo que deje neto dos o tres dólares por botella?

Tres

Ni siquiera la llegada de la Navidad logra desaparecer el estado de crispación y agresividad que la situación política y de crisis general ha provocado en la población. El mínimo incidente enseguida termina en violencia verbal o física. Hay quienes con mucha paciencia logran hacer bajar los ánimos, pero en muchas situaciones eso no es posible porque la gente anda desesperada y poco le importa el riesgo que pueda correr. Me dicen que en las colas de las gasolineras en varias oportunidades la gente ha sacado pistolas para amenazar a los que intentan colearse, o para que los dejen surtirse sin hacer su cola.

Cuatro

La situación política y de orden público en Bolivia se podría complicar de nuevo porque el gobierno interino amenazó con vetar cualquier ley aprobada en el congreso que pueda darle amnistía a Evo Morales, asilado en México. Y la ley puede ser aprobada, porque el partido MAS de Morales, aún mantiene mayoría en ambas cámaras del congreso, aunque en la calle crece el porcentaje de quienes ahora adversan al ex mandatario, luego de haber votado por él.

 

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