Opinión

Semana en domingo

“Y la creencia general es que Maduro no se ha ido porque no ha encontrado la manera de hacerlo a un país “seguro” para él y sus allegados”
domingo, 17 febrero 2019

El amargo exilio de un presidente

La casi totalidad de la población del país cree que habrá un cambio de gobierno, aunque no sabe cómo ni cuándo ocurrirá. En otras palabras, muy poca gente, incluyendo a los chavistas, piensa que Maduro va a terminar un segundo período de gobierno. Y la creencia general es que Maduro no se ha ido porque no ha encontrado la manera de hacerlo a un país “seguro” para él y sus allegados, que además le garantice que va a poder tener un nivel de vida aceptable con los recursos de los que pueda disponer. Porque me imagino que algunos países le habrán ofrecido acogerlo, aunque no estoy seguro que le habrán ofrecido costearle sus gastos de vida. Pero el exilio es amargo para todos los que tienen que vivirlo y mucho más para quienes han tenido la oportunidad de disfrutar de “las mieles del poder”. De niño recuerdo haber visto a Juan Domingo Perón caminar por las calles de la urbanización El Rosal de Caracas, junto a mi abuelo Luis Gregorio Gómez. Perón había llegado a nuestro país como protegido de Pérez Jiménez, que finalmente le ofreció asilo porque el ex mandatario porteño andaba muy mal de dinero y ningún otro gobierno le ofrecía ayuda. Había estado en Panamá, gracias a que algunos amigos lo ayudaban económicamente, pero era un personaje incómodo para el gobierno del istmo. Allí, en un cabaret de Colón, conoció a la vedette argentina María Estela Martínez, con quien entabló relación amorosa. Panamá fue sede de una conferencia de presidentes americanos, pero los gobiernos de Estados Unidos y Argentina pusieron como condición para asistir que Perón no estuviera en suelo panameño y por eso lo mandaron para Nicaragua. Una vez terminada la conferencia le permitieron regresar pero solo para recoger sus peroles y salir del país, esta vez con su pareja “Estelita”. Pérez Jiménez le ofreció asilo y costear sus gastos de vida. Primero lo alojaron en un hotel del centro de Caracas, pero Perón quería cierta comodidad y fue entonces cuando lo llevaron a vivir en esa casa de El Rosal, de dos habitaciones, dos baños, cocina y recibo comedor. Estando allí lo conocí por las caminatas matinales que hacía junto a mi abuelo, discretamente escoltado por dos agentes de la Seguridad Nacional. Por supuesto nada que ver con el lujo de la residencia presidencial de Buenos Aires. Allí estaba cuando cayó Pérez Jiménez el 23 de enero del 58. El dictador salió desde La Carlota en el avión que llamaban “La Vaca Sagrada”, pero Perón salió en carrera, por supuesto con Estelita, a refugiarse en la embajada de República Dominicana, país a donde se había dirigido Pérez Jiménez, bajo el ala protectora de “Chapita” Trujillo. Para Perón, y para muchos dictadores, no fue fácil el exilio, porque además está el peligro de atentados. Estando en Venezuela, volaron con explosivos un carro Opel que Perón usaba, mientras estaba estacionado en las cercanías de la Plaza Candelaria. Al parecer le instalaron una bomba de tiempo para hacerla estallar a distancia cuando Perón estuviera adentro, pero falló el mecanismo y el carro explotó estando vacío. Este relato lo hago porque alguien puede estar pensando en todo esto, mientras decide qué hacer con su vida futura si abandona el poder.

 

La recuperación del país

Oigo a mucha gente hablando de la recuperación del país tan pronto como ocurra un cambio de gobierno, como si se tratara de algo automático: sale Maduro y la situación mejora de inmediato. Nada más lejos de la realidad, aunque cueste aceptarlo. Es más, muchos economistas aseguran que las cosas pueden empeorar en los días subsiguientes a una eventual transición, hasta que se restablezca un flujo de suministros internacionales suficiente para abastecer totalmente al país, sobre todo medicinas y alimentos esenciales. Lo que viene no es fácil porque el aparato productivo del país está muy deteriorado, aunque también hay que decir que la mayoría de la población va a responder positivamente ante el reto de iniciar la recuperación del país. De eso no tengo duda alguna. Tan pronto se den las condiciones, millones de compatriotas le van a meter el pecho al trabajo para que esto cambie, sin distingo de militancia política. Porque aquí cabemos todos y no puede haber discriminación alguna a la hora de trabajar para que el país mejore. Hay que tener paciencia y entender que la situación no va a cambiar de la noche a la mañana, luego de 20 años de retroceso productivo. Paciencia y voluntad de trabajo tiene que ser la consigna.

 

El súper oleoducto

Un juez federal del estado de Montana ordenó en noviembre pasado la paralización de los trabajos de construcción del gigantesco oleoducto Keystone XL, que cruza Estados Unidos desde la frontera con Canadá hasta el Golfo de México, pero en cualquier momento se puede reactivar ese proyecto, lo que tendrá un importante impacto negativo en los precios del petróleo. Es que la decisión del juez dice que la paralización es hasta que el proyecto presente un informe técnico de que cumple los requisitos ambientales, porque según la opinión del magistrado, el informe que presentó la empresa TransCanadá Corp. no es claro al respecto. El proyecto había sido vetado por Obama, pero Trump lo autorizó alegando que se trata de casi 50 mil empleos y una inversión cercana a los 15.000 millones de dólares. El oleoducto tiene una extensión de 1.900 kilómetros y será capaz de bombear hasta 750 mil barriles diarios, básicamente provenientes de yacimientos de esquistos de la provincia de Alberta en Canadá, y otros campos petroleros similares en suelo norteamericano. La sola reactivación de este proyecto tendrá un efecto negativo inmediato en los precios.

 

Cuatro

-Uno: En Estados Unidos lo más barato es pollo, y aquí ahora es más barata carne de res y algunos pescados. Un pollo mediano cuesta 25 mil, que es más que el salario. En Estados Unidos un pollo grande cuesta 4 dólares, con menos pellejo, grasa y sin el buche lleno de hielo. Al cambio libre serían 12 mil bolívares, con el que pueden comer hasta 6 personas. Pero con 25 mil bolívares se compran casi 3 kilos de carne, que rinden mucho más que un pollo.

-Dos: Si el gobierno alega que no acepta ayuda humanitaria porque “no necesita limosnas”, pues debería dejar que la reciba la oposición y decir entonces que el que la está aceptando es Guaidó y su gente. Bastaría con que Maduro diga que él no la ha pedido ni la está recibiendo, pero dejar que la reciba el que quiera. ¿En qué perjudica eso la estabilidad de su gobierno, mientras cuente con el apoyo militar?

-Tres: De verdad que las últimas movilizaciones de la oposición en Ciudad Guayana están demostrando que es cosa del pasado aquello de que “Guayana ha sido y sigue siendo gobiernera”. La marcha de hace poco desde Unare hasta Alta Vista es algo que hace tiempo no se veía en la ciudad. Y es cada vez más frecuente la presencia de dirigentes que hasta hace poco eran “rodilla en tierra” con el chavismo. ¿Buscando acomodarse, por si acaso?

-Cuatro: Otra novedad negativa por la situación del país: Cola en las tardes esperando la basura de los restaurantes, con lo que queda en los platos. Algunos establecimientos separan esas sobras del resto de la basura, pero otros no. Viendo eso, hice una colecta entre clientes y amigos, para ayudar a una pareja que estaba en la cola de la basura y que no tenía aspecto de indigente. El hombre se retiró, me imagino por pena, mientras ella aceptó la ayuda son lágrimas en los ojos, “Lo acepto por mi hijo. Que Dios se lo pague”. Regresé a la mesa y todos estuvimos de acuerdo en irnos. Casi me sentí culpable, sin serlo.

 

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