Semana en domingo

El Arco Minero
Con el paso de los años desde que se creó el proyecto denominado Arco Minero, es más que evidente que no le ha dado al país el gran aporte que prometió el gobierno. Fue anunciado al país en febrero de 2016, como “Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco”. Tan es así, que el gobierno ni siquiera le revela al país qué, ni cuánto se está extrayendo, como tampoco su valor y el destino que se le estaría dando a esa producción. Es un misterio total. Lo que sí se sabe, por las noticias que se logran colar al público, es que allí prolifera la minería ilegal o informal, en un área que es más del 12 por ciento del territorio nacional. Según diversos movimientos ecologistas, esa minería ilegal estaría causando graves daños ambientales, actuando además con la protección de grupos armados irregulares. Cuando se inició ese proyecto escribí en varias de mis columnas de esa época, que en principio era una iniciativa positiva porque se trataba de explotar recursos naturales que le podrían aportar buenos ingresos de divisas al país, compensando de cierta manera lo que dejaba de ingresar por el retroceso de la producción de petróleo. Pero escribí que esa explotación minera debía hacerse de manera racional, que causara el menor impacto ambiental, para lo cual el gobierno estaba obligado a realizar los controles debidos. Nada de eso ha sucedido. La casi totalidad de las explotaciones mineras, incluyendo las de oro, se realizan anárquicamente sin pararle para nada a las normas que la regulan, causando por supuesto un grave daño a la naturaleza. Una de las pruebas de la libertad con la que actúa esta minería ilegal, son las fotos tomadas desde satélites en el espacio, que revelan la existencia de explotaciones auríferas dentro del Parque Nacional Canaima. De igual manera, desde las minas del sur de Guayana son frecuentes las noticias de los crímenes cometidos por bandas armadas integradas por extranjeros, actuando como una especie de ejército de ocupación que llega al extremo de establecer sus propias normas, al margen de las leyes del país. Esa es una realidad inocultable, que anuló lo que de positivo pudo tener inicialmente el proyecto Arco Minero, que el gobierno prometió como algo que contribuiría a recuperar la economía del país. Y tal como ocurre en otras actividades, cuando al gobierno los proyectos no le resultan como esperaban, lo que hace es sepultarlos en el más profundo silencio y misterio.

Crispación extrema
Prefiero la palabra crispación como irritación, enojo, molestia y fastidio, porque creo que eso es lo que se aprecia en la mayoría de la población venezolana, producto de la crisis política, social y económica que vivimos desde hace más de veinte años. Creo que eso es peor que el retroceso de la economía de nuestro país, del que en todo caso nos podemos recuperar. De un pueblo con una sonrisa permanente a flor de labios, de simpatía desbordante, solidario a toda prueba y abierto en la comunicación hasta con extraños, hemos pasado a una agresividad latente, lista para explotar por el mínimo estímulo. Uno lo aprecia a diario, viendo incidentes de violencia verbal y física, por motivos que antes se hubieran superado con facilidad. Hay una intolerancia total, hasta en el seno del grupo familiar y entre amigos que hasta ayer eran íntimos y ahora son capaces de caerse a coñazos por cualquier tontería. La economía la vamos a recuperar en pocos años, si logramos un cambio de gobierno, pero se van a necesitar algunos años más, y hasta quizás otra generación, para que el pueblo venezolano vuelva a ser el mismo de antes. Y este nuevo estado de ánimo se refleja también en la capacidad de la gente para ser productiva, porque desestimula la disposición para el trabajo, tanto por cuenta propia como peor si se es asalariado. No es solo el bajo salario, que seguramente también es un desestimulo, sino un sentimiento general de que en medio de esta situación no hay futuro para nadie, o por lo menos para unos pocos que disponen de medios económicos como para sentirse felices, o medio felices, en medio de esta crisis. Es indudable que en muchos venezolanos ha aparecido un sentimiento de resignación, por lo que siguen sus actividades habituales, pero en lo interior esa frustración se expresa con un estado de violencia latente, lista para explotar por el mínimo estímulo. Está naciendo otro tipo de venezolano, tanto dentro de nuestras fronteras como en muchos países a donde nos está mandando esta diáspora nacional. Tendríamos que hacer un esfuerzo supremo para tratar de mantener nuestra tradicional manera de ser, aún por encima de esta aciaga circunstancia que nos quiere cambiar de manera definitiva. Ojalá que esta próxima navidad sirva para poner un poco de alegría en el espíritu de los venezolanos, y que ello permita recuperar algo de nuestra tradicional manera de ser.

Precios internacionales (TM US$)
Oro onza (1.649) 1.642
Aluminio (2.359) 2.287
Premium AL + (463) 452
Aleación AL (1.760) 1.600
Chatarra AL (1.683) 1.640
Alúmina (320) 315
Hierro (95,40) 92,81
Acero chatarra (353) 345
Acero USA (707) 712
Acero China (545) 522
Cabillas (662) 634

Mercados petroleros (barril, US$)
Vzla. (80,03) 80,03
Opep (95,11) 93,32
WTI (86,34) 88,06
Brent (92,04) 95,96
Gasolina (262) 282
Gasoil (193) 179

CUATRO
Uno. Las próximas elecciones parlamentarias en Estados Unidos, habrían obligado al presidente Biden a dejar de presionar a otros gobiernos para que suspendan las compras de petróleo ruso, y de esa manera permitir que ese crudo llegue al mercado, ya que de otra manera los precios estarían muy por encima de los actuales, y ello haría subir el costo de la gasolina a los consumidores norteamericanos. Según los analistas de la agencia Bloomberg, la proximidad de las elecciones habría hecho cambiar la estrategia de Biden contra Rusia, además con el conocimiento de que las sanciones no han impedido que Putin siga teniendo los mismos ingresos por la venta de petróleo, que antes de la invasión a Ucrania, gracias a la solidaridad de países como India y China.

Dos. Muchos economistas sostienen que menos del 3 por ciento de la población dispone de ingresos para cubrir sus gastos y la califican como una “burbuja” en la economía venezolana. Pero la asistencia masiva a los conciertos de artistas famosos, nacionales y extranjeros, echan por tierra esa versión. ¿Cómo se explica que haya varios conciertos en una semana, que todos estén llenos, con entradas que promedian 100 dólares? Eso pasa en Caracas y en las principales ciudades del país. Si una persona no tiene ingresos suficientes para cubrir sus gastos básicos, es imposible que pueda gastarse 100 dólares o más para ir a un concierto. Y los conciertos van en aumento, con artistas muy famosos que ponen sus entradas por encima de 100 dólares, y sin embargo las venden todas.

Tres. Me gusta disfrutar del vino en su forma clásica, es decir, embotellado en vidrio, con corcho de alcornoque y preferiblemente tinto, envejecido en barricas de roble. Por supuesto la industria vinícola ha ido cambiando con los años, pero siempre había mantenido ciertas normas, hasta que acaba de irrumpir en el mercado un vino en latas de aluminio, como si fuera cerveza o jugo. Esto es un cambio radical en la tradición vinícola, que en lo personal me niego a respaldar. Beber vino en lata, en mi opinión rompe con lo bello que tiene descorchar una botella, servirlo en un copa transparente para poder disfrutar de su color y bouquet, y paladearlo a una buena temperatura.

Cuatro. Tal como habían previsto los economistas independientes, al abrirse nuevamente la frontera Colombia aumentó de inmediato sus ventas a Venezuela, por su aparato productivo está al máximo de su potencial, en contraste con el nuestro, que según algunas encuestas está por debajo del 30 por ciento de su capacidad instalada. Lo positivo es que para muchas industrias venezolanas ahora se abre el mercado colombiano, lo que hace presumir que incrementarán gradualmente su producción, con la ventaja adicional de que ese ingreso será en divisas, que a su vez les permitirá importar las materias primas e insumos necesarios para su proceso fabril. Pero por lo pronto la ventaja inicial es para la industria de Colombia, y desde el lado nuestro para los productores agrícolas de Los Andes venezolanos que según los primeros datos disponibles están vendiendo parte de su producción al otro lado de la frontera.

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