Semana en domingo
Zona franca industrial
Hace medio siglo que se planteó la creación de una zona franca industrial en Matanzas, con la finalidad de estimular la instalación de empresas nacionales y extranjeras, para agregarle valor a los metales primarios que salían de Sidor, Alcasa y Venalum. En varios gobiernos de la llamada era democrática, como también de la época chavista, se ha vuelto a analizar esta posibilidad, pero nunca se llegó a concretar. Las ventajas son numerosas, pero la idea se ha estrellado contra un muro de argumentos en contra, que van desde la pérdida de ingresos por impuestos, hasta la afirmación de que sería como “un estado dentro de otro estado”. De igual manera se arguye que algunas de las ventajas que tendría esta zona franca, van en contra de lo que establecen leyes vigentes que habría que modificar, y la propia Constitución. Pero sea por la razón que sea, lo cierto es que nunca se decretó la zona franca industrial de Matanzas, o de Guayana. Ahora el tema vuelve al tapete, por la creación de zonas económicas especiales, con la finalidad de estimular las inversiones en turismo en varias regiones del país. Se ha hablado de incluir a Guayana en esas zonas especiales para turismo, pero una zona franca industrial es otra cosa muy distinta. Aquí se trata de decretar que una zona determinada tiene una condición especial, en impuestos de importación, exportación, y de la renta; IVA, régimen laboral, impuestos municipales, Etc. Algunos países, entre ellos Nueva Zelanda, pagó durante un determinado período, las nóminas de las industrias que se instalaran en su territorio, como un incentivo para atraer capitales extranjeros. Otros gobiernos han otorgado créditos sin intereses a las nuevas industrias. Hasta China ofreció importantes incentivos a las transnacionales que se mudaran a su territorio, aprobándoles exenciones a sus leyes y reglamentos, lo que atrajo a miles de empresas de todo el mundo. De manera que no se trata de algo nuevo, sino una medida que han adoptado muchos países, con un éxito que está a la vista de todo el mundo. El problema es que aquí en nuestro país, la más mínima iniciativa se torna de inmediato en un interminable debate político, que no lleva a ninguna parte. Lo que ha sido probado con éxito en todos los demás países, aquí enseguida se dice que no va a funcionar, sobre todo si la iniciativa viene de algún otro partido. Si desde la oposición proponen algo que va a ser positivo, enseguida sale el chavismo a oponerse, y lo mismo pasa si la proposición sale del chavismo, porque enseguida sale la oposición a decir que eso no sirve. Una zona franca industrial en Guayana, iría en beneficio de su economía y la de todo el país, y si la hubieran creado años a atrás, es seguro que otra sería la situación económica del país. Hace algunos años, técnicos de la CVG me hablaron acerca de un estudio que había sido elaborado, sobre la creación de una zona franca industrial en Matanzas. Nunca tuve oportunidad de verlo, como tampoco pude verificar si ese estudio realmente había sido realizado, pero valdría la pena que la directiva actual de esa Corporación haga las averiguaciones pertinentes, para determinar si ese proyecto existe, y desempolvarlo para que el gobierno evalúe la pertinencia de su puesta en práctica.
Atraer inversiones extranjeras
En medio siglo, las zonas francas industriales han crecido desde algunos cientos, hasta casi mil, dando empleo a unos 30 millones de personas, la mayoría mujeres. El concepto básico es ofrecer a los inversionistas, mejores ventajas que las que podrían tener en sus países de origen. Para atraer inversionistas extranjeros, las zonas francas compiten entre sí, mejorando lo que ofrecen otras y creando nuevos esquemas de asociación de los capitales externos con los del país receptor, tanto de inversionistas privados locales como del gobierno. La mayoría de las zonas francas industriales se dedican a la manufactura de productos con materias primas o materiales importados temporalmente, que una vez elaborados son exportados. Generalmente, ese proceso se denomina maquila, aunque tiene múltiples variedades. Algunos países permiten la maquila en sus zonas francas industriales, pero exigen que en el proceso de fabricación o elaboración, se empleen algunos componentes locales. Otros países establecen como requisito sine qua non, que solo se emplee mano de obra local y establecen límites a la nómina gerencial y de técnicos que las empresas extranjeras pueden tener en las zonas francas. Las importaciones in bon son exentas de impuestos y generalmente los gobiernos se limitan a cobrar solo un porcentaje del valor que se agrega a los materiales importados que se procesen en las zonas francas. Pero lo importante es que una zona franca industrial tiene que mejorar las ventajas que los países le ofrecen a sus propios inversionistas, tanto en garantía absoluta de los capitales que se inviertan, como en materia impositiva, laboral y de servicios públicos, así como la estabilidad política necesaria para el desempeño normal de la actividad empresarial. La mayoría de las zonas francas han sido consideradas como el punto de partida para un desarrollo industrial propio, en los países en desarrollo que las han creado, aunque muy pocos lo han logrado. Solo se pueden citar Singapur, Malasia y Taiwán, entre los que desarrollaron industrias propias para manufacturar y agregarle valor a los productos para exportación. Algunos científicos de la economía las critican, diciendo que las zonas francas para maquila lo que hacen es limitar las posibilidades de mejor educación para la población local, porque los trabajadores se robotizan, repitiendo siempre el mismo trabajo manual, sin el menor estímulo para que sus mentes trabajen de manera creativa. Las empresas maquiladoras solo necesitan seres humanos que puedan pasar su vida entera haciendo el mismo proceso manual, sin ninguna otra aspiración de superación personal. Eso permite contar con mano de obra muy barata, en algunos casos a manos del 20 por ciento del salario del país original de la empresa. Firmas de marcas famosas de ropa, de Francia, Italia, Estados Unidos y Alemania, están fabricando en Vietnam, Malasia y China, lo que les ha reducido sus costos de producción en más del 50 por ciento. Antes llevaban la tela hasta las zonas francas de maquila, pero ahora instalaron telares en ellas, y prácticamente lo hacen todo allí, hasta las etiquetas. Lo único que no es de la zona franca, es la marca y el diseño.
¿Cuáles serían las ventajas de Guayana?
Esta es una pregunta que les he formulado a numerosos amigos, economistas, ingenieros y expertos en diversos temas relacionados con la industria. Muchos de ellos me han dicho de plano que no ven posibilidad alguna de ofrecer alguna ventaja, en el actual sistema de gobierno que tenemos. Básicamente me plantean que no entienden cómo puede ofrecerles ventajas a inversionistas extranjeros, un gobierno que por definición ideológica, rechaza el capital. Pero siempre cito el caso de China, que logró cientos de miles de millones de dólares de inversión extranjera, teniendo un gobierno no socialista sino comunista. Muchos analistas desestiman la posibilidad de que Guayana logre mejorar las ventajas que ofrecen otros países, en la manufactura de ropa. Se inclinan más hacia la posibilidad de fabricar algunos equipos que requieran de metales primarios, o aleaciones, que se puedan producir en Guayana. Hablan también del ensamblaje de vehículos, o la producción de algunas aleaciones especiales, para exportación, partiendo de los metales primarios fabricados en las industrias básicas que se pudieran instalar. Pero para todo ello sería indispensable garantizar electricidad y gas, así como un acuerdo con el sindicalismo, para que permita el régimen laboral especial en esa eventual zona franca industrial. Electricidad y gas a precios razonables, posibilidad de acceso local a materias primas metálicas, buena mano de obra especializada, y una vía fluvial-marítima prácticamente al lado de la fábrica, serían excelentes ventajas de una zona franca industrial en Matanzas.
CUATRO
Uno. Una eventual recesión económica en Estados Unidos sin duda alguna impactaría duramente en la economía mundial, y hay muy poco que se pueda hacer para impedirlo, como tampoco se pudo hace nada en la crisis de los años 30, cuando aquella recesión hizo retroceder durante varios años a la economía mundial. Estamos hablando de la primera economía del mundo, y del impacto que podría tener esa recesión en el valor del dólar, que es prácticamente la moneda mundial. Un retroceso del dólar sería un desastre, porque entrarían en picada las importaciones de Estados Unidos, que son el sostén de la economía de muchos países. Ante ese peligro, muchos países podrían comenzar a liquidar sus reservas de dólares, y ese aumento de la oferta puede comenzar a jugar en contra, aportando un factor más a los que ya existen, y que podrían conducir a una eventual recesión. Mantener altos los precios del petróleo le puede pasar factura a los países productores, porque en un escenario de recesión mundial, lo primero que va a caer en picada es el consumo de crudo, y muchos de los países árabes tienen sus reservas financieras en dólares, que se volatizarían en una crisis como esa.
Dos. Con esta nueva súper ola de contagios del Covid 19, parece que se va a cumplir la afirmación de los expertos, de que tarde o temprano todos vamos a pasar la enfermedad. En mi círculo de amigos y conocidos, ya son pocos los que no se han contagiado, y varios de ellos lo han tenido más de una oportunidad, aunque afortunadamente cada vez más benigno. Pero según los especialistas, no hay garantía alguna de que eso va a ser así, es decir, cada vez más benigno, y por eso algunas recaídas son más peligrosas. Según lo que me explican, no es absolutamente cierto que aumentan los anticuerpos cuando la persona se enferma sucesivamente. Y ahora hay un debate entre expertos mundiales, acerca de la conveniencia o inconveniencia de seguir agregando sucesivamente dosis de refuerzo, porque algunos científicos dicen que después de tres o cuatro, ya el organismo no sigue mejorando los anticuerpos del Covid, y muy por el contrario, entra en una especie de indiferencia frente a la vacuna. Como se puede ver, no hay unanimidad al respecto entre los expertos, y uno ya no sabe qué es lo mejor para reducir el riesgo que sigue significando este virus chino.
Tres. La Gobernación de Bolívar tendría que ser el árbitro calificado para mediar en el conflicto surgido entre la comunidad de El Palmar, y los explotadores de minerales dentro de ese municipio, porque hasta donde tengo entendido, la explotación de minerales no metálicos es potestad de ese organismo. No se trata de no explotarlos, sobre todo en un municipio tan pobre, pero hay que hacerlo mediante un acuerdo con la población de El Palmar, y la alcaldía y el concejo municipal de Padro Chien. Por supuesto, garantizando al máximo posible la protección al medio ambiente, y los respectivos ingresos a las finanzas del municipio.
Cuatro. Mientras las economías de los países desarrollados están dando señales de fragilidad, las grandes corporaciones petroleras aumentan de manera exorbitante sus ganancias, por los elevados precios del petróleo y de los refinados, sobre todo la gasolina. Solo ExxonMobil y Chevron, las dos mayores empresas petroleras de Estados Unidos, tuvieron utilidades por encima de 50.000 millones de dólares en el segundo trimestre de este año, lo que marcó cifras históricas en ambas compañías. Analistas norteamericanos están criticando fuertemente que esas empresas tengan precios tan elevados de la gasolina, cuando buena parte del crudo que procesan, es explotado en los yacimientos de ese mismo país. Se preguntan ¿Cuál es la ventaja entonces de ser de un país petrolero?
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