Semana en domingo

El Covid ¿Ya es historia?
La mayoría de la población de Venezuela, y de muchos otros países, está actuando como si ya hubiera pasado totalmente la pandemia del Covid 19, y desaparecido cualquier peligro de contagio. Muchísima gente circula por calles y avenidas, sin mascarilla, así como en las reuniones de cualquier tipo, en espacios cerrados, en locales y en las casas. Nadie respeta la recomendación de mantener una cierta distancia con otras personas, y los vehículos de transporte público andan con los pasajeros apretujados, respirando unos sobre otros. Todo este comportamiento revela que se le perdió el miedo al virus, aunque todavía hay mucha gente enferma y todos los días se reportan muertes por su causa, lo que significa que el Covid sigue siendo un peligro. Los expertos tienen meses advirtiendo de la posibilidad de que aparezca una nueva variante del Covid, porque la pandemia no ha desaparecido, aunque obviamente ha retrocedido de manera importante en casi todos los países. En este sentido señalan lo sucedido en algunas zonas de China, como Shanghai, que tuvo que ser sometida a una cuarentena estricta, con el confinamiento total de barrios enteros, debido a un rebrote del virus cuando ya la población había abandonado el uso de las mascarillas, creyendo que ya había pasado el peligro. Según las estadísticas oficiales de China, este rebrote provocó un número de contagios muy superior a las primeras olas de la pandemia, lo que prueba que la amenaza del virus sigue presente y que por ello lo recomendable es seguir manteniendo las medidas de prevención, hasta que haya la seguridad plena de que el Covid 19 ya es historia. El otro tema es determinar hasta cuándo vamos a tener que estarnos poniendo las dosis de refuerzo de las vacunas. Sobre todo, porque según algunos especialistas, a medida que aumente el número de dosis de refuerzo, disminuye su eficacia. Sería interesante que los expertos del gobierno nos expliquen si eso es cierto y en todo caso, hasta cuántas veces debemos ponernos las dosis de refuerzo.

La gasolina en Bolívar
Con el aumento de la producción en nuestras refinerías, y el sistema SISOR en capacidad de cumplir su función, ya no debería haber problema alguno para que se normalice el suministro de gasolina en las estaciones de servicio de todo el estado Bolívar. Si no totalmente, por lo menos se tendría que apreciar una cierta mejoría en el suministro, camino hacia la total normalización. Hace algunos meses, un técnico de Pdvsa me explicó que tenían déficit de cisternas para la distribución de la gasolina, y que por eso había fallas en el transporte hasta las estaciones de servicio, aunque los tanques de Cañaveral estaban llenos. Agregó que a ese motivo, se suma la gran extensión del estado Bolívar, que determina que una gandola necesite por lo menos dos días, en un viaje de ida y vuelta hasta Santa Elena de Uairén, o Caicara del Orinoco, mientras que en las poblaciones más cercanas, una unidad puede hacer más de una entrega diaria. Si el problema es falta de gandolas, eso se puede resolver con más facilidad que si se tratara de falta de gasolina, porque aquí mismo en el estado, hay gandolas de empresas privadas, que pudieran prestar ese servicio de transporte hasta las estaciones de servicio. Una de las quejas más frecuentes es que mientras en Ciudad Guayana no hay suficiente gasolina, en las zonas mineras hay toda la que quieren. Según esa versión, en las zonas mineras hay gasolina porque supuestamente existe una mafia que la negocia en dólares. Ese cuento no es nuevo, porque desde hace añales se dice que en esas zonas la gasolina se paga en dólares, incluso cuando aquí todo el mundo ponía la gasolina que quisiera en cualquier estación de servicio, sin colas y casi regalada. No debe ser cierto entonces que falta gasolina porque se la llevan toda para las minas, porque Ciudad Guayana sola consume varias veces más gasolina que todas las zonas mineras juntas.

CUATRO
Uno. Sigue la presión mundial contra las grandes industrias del aluminio, que consumen mucha electricidad, mientras la población sufre su escasez o tiene que pagarla a precios muy elevados. Eso hace cada vez más atractiva la posibilidad de que Guayana retome su producción de aluminio, para lo cual bastaría buscar la manera de terminar los trabajos de la central de Tocoma. Eso permitiría disponer de más de 2.000 megavatios, que son mucho más que los 800 megavatios que consumía Venalum, a plena capacidad de producción de 430.000 toneladas. No hay muchos países que dispongan de las ventajas comparativas del nuestro, para producir aluminio. Tenemos bauxita, una planta de alúmina, y la posibilidad de disponer de electricidad de origen hidráulico. Solo falta la decisión política, porque el dinero para terminar Tocoma puede provenir de un inversionista extranjero, con un contrato de concesión por el tiempo necesario para que recupere su capital e intereses. Venalum nació precisamente a raíz de que Japón ordenó el cierre de sus plantas reductoras- La historia se repite.

Dos. Ya perdí la cuenta de la cantidad de personas que han sido nombrados ministros de Industrias Básicas, de Industrias, y de Producción, desde que el chavismo llegó al poder hace más de dos décadas. Pero en ese mismo lapso, lo que hemos tenido es un gran retroceso en la industria y la producción, porque no se trata de quién ocupe esos ministerios, sino de una ideología que hace todo para destruir la economía, y luego quiere que cada nuevo ministro recupere la producción, de unas industrias que fueron expropiadas, perseguidas, cerradas y asfixiadas por falta de dólares para importar repuestos, insumos y materias primas. ¿Y cómo se puede aumentar la producción, en una ideología que considera al sector industrial como una expresión del capitalismo, al que hay que destruir? Imagino que está asumiendo su nuevo cargo con la mejor intención, pero me gustaría tener una conversación al respecto con Juan Arias, porque creo que la traba para crecer, está en la ideología. No la va a tener fácil.

Tres. Con el nuevo impuesto al pago con dólares, lo mejor que podría hacer el gobierno es autorizar las cuentas en dólares en los bancos del país, y las tarjetas de débito en dólares, para garantizar que el impuesto que pagan los consumidores, llega al fisco nacional. Hay lo que llaman cuentas verdes, pero no pasa de ser un mecanismo para la compra-venta de divisas, que no permite tener tarjetas de débito en dólares. Los economistas dicen que el gobierno hace todo lo posible para frenar la expansión del dólar, y aumentar el uso del bolívar, aunque es la población la que decide que prefiere usar más para el pago de sus compras. Si se llegara a prohibir el uso de dólares, se volvería a disparar la hiperinflación, y eso lo sabe el gobierno.

Cuatro. ¿Con qué argumento va a explicar el gobierno, el cierre del hospital pediátrico de Guaiparo? Como tampoco puede explicar el deterioro del hospital de niños J.M. de los Ríos, en Caracas. Porque si el problema es que se llama Menca de Leoni, habría bastado que lo rebautizaran con el nombre de algunos de los próceres de su revolución, pero que lo dejaran prestando servicio, como lo ha hecho desde hace más de 30 años. Esa dama admirable que es Lourdes de Gago, señala que allí atendían 140 niños hospitalizados y otros 200 en consulta externa, para un total diario de 340, procedentes de toda la zona sur oriental así como del sur del estado hasta la frontera con Brasil. Si el Seguro Social realmente decidió cerrarlo, allí tendría que intervenir de inmediato la gobernación del estado, para mantener su funcionamiento, o gestionar que lo asuma el Ministerio de Salud. Tengo años diciendo que no es posible que los dos únicos hospitales de Ciudad Guayana, sean del Seguro Social, porque eso se justificaba cuando la mayoría de la población era asegurada, y la cotización de las industrias básicas bastaba para mantenerlos. No sé si eso seguirá funcionando así, pero tengo entendido que durante años, el Ministerio de Salud, le transfería dinero al Seguro, como compensación por la atención a la población no asegurada, en esos dos hospitales de Ciudad Guayana.

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