Semana en domingo
Mundo frágil
La tragedia que está viviendo el pueblo ucraniano, por la invasión de las tropas de Putin, ha puesto en evidencia la indefensión del ser humano ante quien pueda utilizar su poder militar, económico, político o religioso, para abusar de un pueblo. Pero al mismo tiempo, queda de relieve que muchas veces, por ignorancia, los pueblos otorgan poder a quien carece de cualidades morales para hacer buen uso de él y termina siendo víctimas del mandatario que se dieron. En el caso de Putin, su desvarío tiene dos víctimas: El pueblo de Ucrania, al que está literalmente masacrando, y su propio pueblo de Rusia, ahora víctima de la ruina nacional por efecto de las sanciones de Occidente. En el futuro próximo, Rusia será un país pobre, con uno de los mayores arsenales nucleares del mundo. La invasión de Ucrania sacó a flote, como nunca, la inutilidad de Naciones Unidas como garante de la paz mundial, para o evitar que un país poderoso invada a otro. No tiene sentido que ese organismo siga existiendo, si no sirve para nada, y además con cinco países que en la práctica pueden hacer lo que les venga en gana, por el derecho que tienen de vetar cualquier resolución que no convenga a sus intereses. Tal como están las cosas, el mundo entero es rehén de las potencias nucleares, sin que Naciones Unidas, o cualquier otro organismo, pueda hacer algo para impedir crímenes como lo que está ocurriendo en Ucrania. La paz del mundo y la sobrevivencia del ser humano, penden de un de un hilo, y si hacía falta algo para ponerlo frente a nuestros ojos, es la tragedia de Ucrania.
El voto calificado
Son numerosos los casos en que los pueblos se han equivocado al votar ciegamente para elegir a un gobernante que luego, con sus decisiones erradas, provocan el sufrimiento de poblaciones enteras. Es que muchas los pueblos deciden su voto por la valoración del carisma del candidato, o por creer en su discurso, aunque contenga promesas imposibles de cumplir. También por el mesianismo de muchos pueblos, animados por la esperanza de un alguien que llegue como caído del cielo, para redimirlo desde el poder. Los casos de la frustración de los pueblos, se repiten sin cesar a lo largo de la historia de la humanidad, como el de Alemania cuando creyó en el falso discurso ultra nacionalista de Hitler, y aceptó ir a una guerra que devastó a su país y causó la muerte de decenas de millones de seres humanos. Por eso en muchos países existe una especie de filtro electoral, que evita que los pueblos puedan cometer el error de elegir a alguien que no esté calificado para dirigirlo, mediante un voto de segundo grado. Es decir, el pueblo elije a los integrantes de un organismo que puede ser el parlamento, o un colegio electoral como en Estados Unidos, que es el que finalmente escoge al presidente. Aparte de Putin, en fecha reciente también se planteó si Trump estaba capacitado, moral y emocionalmente, como para ejercer la presidencia de Estados Unidos. Igual situación está planteada en Perú, con la elección de Castillo, al que se señala como carente de la capacidad indispensable para conducir un país. Sería ideal que la totalidad de la población tuviera suficiente preparación como para decidir bien su voto, pero sobre todo en los países subdesarrollados, la gente vota sin una valoración racional de las condiciones del candidato. La mejor imagen para reflejar esto, es que mucha gente decida su voto por la eterna foto del candidato, abrazando una viejita, o cargando a un niño pobre. Al final del período presidencial, probablemente la viejita murió por falta de atención médica, y el niñito pobre se convirtió en un delincuente juvenil, por falta de oportunidades para encausar mejor su vida.
CUATRO
Uno. Algunos lectores me preguntan de qué repunte económico hablo en mis columnas, afirmando que tal recuperación no existe y que solo se trata de un cuento del gobierno. Pero la realidad es que todos los indicadores señalan un leve pero sostenido crecimiento económico, que según los expertos sería mayor si no hubiera sido lastrado por la pandemia. Y además están los señalamientos en ese sentido, de los dirigentes empresariales, mucho de ellos abiertamente de oposición. De manera que no tiene sentido negar que hay una cierta recuperación de la economía que, como también lo he escrito en varias oportunidades, no ha sido por decisiones acertadas del gobierno, sino muchas veces a pesar de ellas.
Dos. Hay un manto de silencio en torno a la reclamación del Esequibo, que Guyana llevó ante el Tribunal Internacional de La Haya. En este tipo de tribunales, las decisiones se toman bastante tiempo, y a veces tardan años. Pero muchos expertos siguen considerando que es un error que Venezuela desista de su derecho de exponer allí sus argumentos a favor de su reclamo del Territorio Esequibo. Porque hay elementos concretos, geográficos e históricos, que avalan el reclamo venezolano y que deberían bastar para que se decida a nuestro favor. El gobierno dice que no reconoce la jurisdicción de La Haya en el caso del reclamo del Esequibo, y que en consecuencia no aceptará su fallo, pero si ese tribunal decide e favor de Guayana, sin duda será un retroceso en nuestro reclamo.
Tres. Me pregunto qué sentido tiene crear un comité de eficiencia industrial, de la CVG, cuando las industrias básicas están sin producción, y en proceso de desmantelamiento de muchas de sus instalaciones, para vender la chatarra y tener algún ingreso. ¿O será que están hablando precisamente de la eficiencia en ese desmantelamiento? En lugar de seguirle comprando armas a Rusia, deberíamos destinar todos los recursos disponibles, para reactivar la producción de las plantas industriales que aún sobreviven en condiciones operativas, en Sidor, Bauxilum, Venalum, Ferrominera, así como en las centrales hidroeléctricas. Es sí sería eficiente, en lugar de seguir creyendo en pajaritos preñados.
Cuatro. Urge una decisión del gobernador Ángel Marcano, para la recuperación de las principales carreteras del estado, con la ventaja que significa la existencia de plantas de asfalto, que facilitan los trabajos. El mal estado de las carreteras está teniendo un efecto muy negativo en la economía, tanto en las principales vías, como también en las zonas rurales. No creo que Pdvsa tenga problemas para el suministro de la materia prima necesaria para la mezcla de asfalto. Creo que lo que falta es una decisión política. No soy chavista, pero creo oportuno recordar que, en la gestión de Francisco Rangel, las carreteras del estado Bolívar se mantuvieron en buen estado, en parte debido precisamente a la instalación de esas plantas de asfalto.
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