Semana en domingo

Mi imperialista favorito
Con la invasión de Putin a Ucrania, la ocupación militar de Crimea, y el dominio político militar sobre varios países de lo que fue la Unión Soviética, queda claro que actualmente Rusia es mucho más imperialista que lo que pudiera ser Estados Unidos. Pero cada quien tiene derecho a escoger cuál imperialismo critica, y de cuál imperialismo se pega. Porque pareciera entonces que hay imperialismos malos y buenos. “El que yo elijo, es el bueno, y los demás son malos”. De manera que para “arguno”, el imperialismo ruso es bueno, aunque invada países vecinos, mientras el malo es el supuesto imperialismo de Estados Unidos, aunque no haya país alguno ocupado por las tropas norteamericanas. Todos los internacionalistas coinciden en que el sueño de Putin es establecer de nuevo el imperio ruso, zarista o soviético, mediante el uso de su poder militar para invadir y someter a otros países, y obligarlos a integrarse a ese imperio. En esto no se diferencia en nada de Hitler, cuando ocupó países vecinos y provocó la II Guerra Mundial. Pero como digo, “arguno” ignora la historia pasada, y la actual, para seguir considerando a Putin un paradigma, admirarlo y pedirle apoyo. Y menos mal que estamos de este lado del mundo porque si fuéramos vecinos, creo que ya habrían llamado a las tropas rusas para que nos invadan y formar parte entonces del neo imperio ruso, con el Zar Putin I a la cabeza.

Naciones Unidas: un jarrón chino
¿De qué sirve ser parte de Naciones Unidas, si no tiene mecanismo alguno que impida que un país use su mayor poder militar para invadir impunemente a otro, e imponerle un gobierno sumiso a los intereses del invasor? Pareciera que tener armas nucleares otorga el derecho a invadir al que se le antoje, lo que significa que estamos a merced del que quiera hacer lo que le dé su gana. Pero lo peor es que esto no va cambiar, porque ningún país va a desprenderse voluntariamente de sus bombas atómicas, como tampoco va a ser posible quitárselas por la fuerza. Y para remate, hay varios países que están concentrando Uranio, con la finalidad de ingresar al selecto y exclusivo club de potencias nucleares. Al loco Putin, se le quiere sumar el otro loco de Corea del Norte, que cuando estaba carajito jugaba con carritos, y ahora juega con misiles como si fueran cohetes en una fiesta patronal. Esto no va bien en el planeta, porque indudablemente llegará un momento en que sea inevitable pararle el trote a esta cuerda de locos, con las consecuencias que haya que enfrentar, aunque esté en juego la supervivencia de la raza humana.

Ucrania, sola
La desgracia de Ucrania es su ubicación entre el Imperio Ruso y Europa, y para remate con sus costas en el Mar Negro. Después de la desintegración del imperio soviético, Ucrania se declaró pro europea, aunque los países europeos nunca le prestaron mucha atención, como no fuera para abastecerse de los alimentos que producen sus vastas tierras fértiles. Siempre la consideraron un conuco que produce comida. Son muy pocas las transnacionales europeas, o norteamericanas, que se hayan instalado en Ucrania. Ese vacío lo fue llenando Rusia, sobre todo desde que Putin llegó al poder para desgracia mundial. Lo primero que hizo fue armar a los rebeldes pro rusos en las dos provincias en el Dombas, que en pocas semanas controlaron la región, porque su poder de fuego superó al del gobierno de Kiev. Distinto habría sido si Europa y Estados Unidos apoyan de manera abierta al ejército de Ucrania, por lo menos igualando lo que Rusia les suministraba a los separatistas de Donetsk y Lugansk. Ucrania no pudo derrotar a esos separatistas, y esa inacción de Europa y Estados Unidos llevó a la situación actual. Putin lo que está haciendo es aprovecharse de la evidente debilidad de occidente. Es el guapo del barrio, al que nadie enfrenta. Y peor ahora, cuando China voltea para otro lado.

CUATRO
Uno. Algunos especialistas están advirtiendo que la cepa Ómicron, del Covid 19, algunas veces no se detecta con facilidad con los exámenes ordinarios, por lo que pasa como una gripe, con síntomas débiles, o en algunas oportunidades un poco más fuertes. Como los síntomas son similares, mucha gente pasa el Covid como una simple gripe. Lo positivo, según estos expertos, es que en la práctica la cepa Ómicron actúa como una vacuna natural, ya que estimula la producción de anticuerpos contra el coronavirus.

Dos. Hay gente asegurando que hay que aumentar los precios, porque el dólar perdió valor debido a la invasión rusa a Ucrania. Es falso, porque eso lo primero que provocó fue un retroceso del Euro, porque el conflicto es en Europa Oriental, lo que significa un ligero aumento en el valor del dólar. El retroceso del dólar sí podría ocurrir en una segunda etapa de este conflicto, si la guerra se extiende a otros países y Estados Unidos se involucra de manera directa en las operaciones militares. No hay razón alguna para que aquí suban todos los precios. En todo caso, el aumento del precio nacional debería ser en la misma proporción que el aumento internacional, en los productos importados.

Tres. Va a ser inevitable una gran ola de refugiados ucranianos en toda Europa, lo que se va a sumar a la que ya está ocurriendo desde el norte de Africa y de otros países del extremo oriental de Europa. Varios países habían anunciado su imposibilidad de seguir recibiendo exiliados, y en algunas de esas naciones, han ocurrido hechos de violencia étnica o nacionalista, contra los extranjeros. Estamos viviendo tiempos muy complicados, y es inevitable sentir cierto temor por mantenimiento de la paz internacional, en el futuro de la humanidad.

Cuatro. Si la Fiscalía, que es un poder público igual que el Ejecutivo, de verdad quiere castigar a los culpables de delitos ambientales, lo menos que debería hacer es exigir a Pdvsa reparar de inmediato los daños causados por los constantes derrames petroleros en tierra y agua, que tanto daño han provocado desde hace años. La misma diligencia mostrada por el caso de la rumba en el tepuy Kusari, debería aplicarse en otros daños ambientales, en parques nacionales y otros parajes naturales, pero sobre todo en los graves desastres ecológicos provocados por la actividad minera en el sur de Guayana, que ya son de dimensión planetaria.

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