Semana en domingo
Notas de la pandemia
Menos mal que la cepa Ómicron provoca una enfermedad del Covid 19 menos grave, porque con una cifra de contagios superior a 2.000 diarios, si fueran las cepas anteriores el número de fallecidos sería mucho más elevado. Y esos 2.000 son solo los reportados en CDI, hospitales y clínicas, pero la cifra probablemente sea mayor, porque como la enfermedad es benigna, mucha gente la pasará en su casa, lo que no se refleja en la información oficial.
Lo que sí es innegable es que poco a poco la población se ha ido relajando en cuanto al uso de mascarillas, lavado frecuente de manos, o mantener el distanciamiento social. Hace meses que las unidades de transporte público no cumplen la separación entre los pasajeros. La mayoría de ellas van repletas de gente, respirándose unos sobre los otros, y muchas veces sin la mascarilla, o tapando solo la boca. Igual pasa en las colas de las paradas, en donde tampoco mantienen la distancia de por lo menos metro y medio entre uno y otro. Muchas madres usan mascarilla, pero llevan a sus hijos sin protección, como si los niños no corrieran el riesgo de contagio, igual que los adultos.
Lo positivo es que crece el número de científicos que están sosteniendo la tesis de que tras esta cepa Ómicron, pudiera venir la etapa final de esta pandemia. No hay unanimidad entre ellos en este sentido, pero se ha abierto una posibilidad científica de que sea así, y que finalmente el coronavirus identificado como Covid 19, quede como una enfermedad endémica, que los seres humanos puedan superar como una gripe, sarampión o lechina, sin mayores secuelas.
Sigue siendo alto el número de contagios entre miembros de una misma familia, lo que significa que uno de ellos le regó el virus a los demás, debido a que descuidaron el uso de la protección personal. Es que hay la tendencia a creer que, porque se trata de un familiar, el peligro de contagio es menor o inexistente, cuando la realidad es todo lo contrario: los especialistas aseguran que 70 por ciento de los contagios se dan entre compañeros de trabajo, grupos de amigos, o entre familiares. Lo más doloroso es que hemos visto muertes de matrimonios, y algunos de sus hijos, víctimas del Covid, por contagios entre ellos mismos. También es frecuente el contagio entre vecinos, que evitan salir a la calle, pero se visitan entre ellos y creen que con eso ya están libres de riesgo. Hay que entender que esta pandemia todavía no ha pasado y que además existe la posibilidad de que Ómicron no sea la última cepa, o que pueda llegar otra más lesiva, por lo que la mejor manera de reducir el riesgo de contagio es seguir cumpliendo al pie de la letra las medidas de protección personal, sobre todo el uso de las mascarillas, tapando boca y nariz, y el lavado de manos con la mayor frecuencia posible. Siempre que haya agua, por supuesto, ¡porque esa es otra!
La infantilada del revocatorio
Muchas veces es difícil entender cómo dirigentes de la oposición actúan a la carrera, como muchachitos alborotados en el recreo, sin medir bien las consecuencias de sus actuaciones, que la mayoría de las veces terminan favoreciendo al adversario, en este caso al gobierno. Hace dos semanas, expresé que el revocatorio tenía que ser solicitado, solo si se estaba seguro de sus resultados, y que era necesario reflexionar bien sobre los pasos que se iban a dar en ese sentido. Pasó, lo que me temía. Lo de Barinas les hizo creer que se podía extrapolar ese escenario a todo el país, y salieron desbocados a pedirle al CNE el inicio del proceso, sin tener ni la más mínima preparación o maquinaria para cumplirlo. A veces pareciera que la dirigencia opositora no tiene claro el carácter del adversario que tienen enfrente. Fue infantil formalizar la petición de revocatorio al CNE, sin haber medido si la población está dispuesta a participar masiva y decididamente en ese proceso. Porque la primera percepción, a simple vista, es que la gente ha perdido la fe en el voto, como instrumento que provoque un cambio de gobierno. Lo de Barinas tiene características muy particulares, como antes lo tuvo en Margarita, o en el Zulia, pero no es extrapolable a todo el país, y mucho menos cuando se trata de cambiar al gobierno nacional. Pero lo más importante es que para que el CNE pueda considerar la posibilidad de convocar el referéndum, más de cuatro millones de venezolanos tendrían que estampar su nombre, cédula y firma en unas planillas, con lo que quedarían marcados y expuestos. No se puede especular en torno a lo que pudieran ser las represalias, pero lo que sí es seguro, es que mucha gente no está dispuestas a correr ese riesgo. El otro elemento, más que evidente, es que no hubo un acuerdo unánime entre la dirigencia y organizaciones y partidos opositores, acerca de la petición del revocatorio ante el CNE. Incluso he llegado a pensar si no fue algo premeditado, para darle al CNE la oportunidad de aceptar de inmediato la petición y de una vez abrir las mesas para las firmas, sin darle tiempo a nadie de reaccionar. Cuando todavía algunos partidos de oposición ni siquiera habían decidido si participaban en la convocatoria de ese proceso, unos dirigentes se fueron al CNE a pedir por escrito el proceso, y este organismo, ni corto ni perezoso, a las pocas horas les abrió las mesas para recoger las firmas y todo el mundo quedó como pajarito en grama. ¡Toma lo tuyo!, celebró Diosdado, agregando lo de ¡Camino despejado, camarada!, dirigiéndose a Maduro. Queda claro pues, aunque algunos dirigentes opositores no terminan de entenderlo, que todos los recursos, estrategias y políticas del régimen están dirigidos a mantenerse en el poder como sea, in saécula saeculorum, y que lo de perder algunas gobernaciones o alcaldías, le sirve como el barniz imprescindible para que la comunidad internacional siga creyendo que aquí hay democracia plena. Hay mayoría abrumadora que quiere un cambio de gobierno, incluso entre los chavistas, pero la dirigencia opositora no ha encontrado la fórmula para dirigirlas hacia ese objetivo, lo que ha provocado que poco a poco se vaya diluyendo el poder de esas grandes mayorías. Errores opositores han facilitado que este régimen, con un apoyo minoritario de la población, se pueda mantener en el poder.
CUATRO
Uno. Varios amigos, entre ellos algunos chavistas, me aseguraron que Francisco Rangel había regresado a Guayana, para quedarse como el verdadero poder detrás de Angel Marcano, al frente de la gobernación. Los hechos demostraron que no conocen bien a Rangel, como para imaginarlo dirigiendo algo tras bambalinas. No conozco personalmente a Marcano, pero por sus actuaciones públicas deduzco que tampoco estaría dispuesto a compartir el poder, ni siquiera con alguien que lo ayudó a ganar las elecciones. Antes de su regreso a México, tuve oportunidad de compartir un rato con Rangel, en Caracas, y me dijo que el objetivo de su viaje a Guayana fue única y exclusivamente apoyar a Marcano en la campaña. Más nada.
Dos. La vida gastronómica de Puerto Ordaz, ha cambiado mucho. Varios de los restaurantes más emblemáticos han cerrado, o ya no son lo que fueron en sus años de mayor brillo. Pero han surgido otros sitios, que intentan suplir lo que se ha ido perdiendo. Tampoco la clientela es la misma. La pérdida de poder económico impide acudir a estos sitios con la frecuencia de antes. En muchos casos se frecuenta, pero no se gasta como antes. También ha cambiado lo que se toma y lo que se come. Recuerdo cuando llegaban las langostas, y los restaurantes y clientes se peleaban por ellas. Y cada vez que escribo sobre este tema, mi primer recuerdo, con mucho cariño, es para el gran amigo que fue Jhonny Sans, fundador de La Posada de Chiquito, que marcó época como uno de los mejores fogones de gastronomía española, en todo el país.
Tres. No me ha sido posible conseguir reportes de la cantidad de oro que le está llegando al Banco Central desde las minas del sur de Guayana. Hay muchas cifras circulando por allí, pero ninguna tiene visos de que se trate de algo oficial. Desde antes de la pandemia, ya no había los acostumbrados reportes del arrime semanal al BCV. Tengo entendido que se sigue comprando a los mineros, legales o ilegales, pero no se informa cuanto es la producción, ni cuánto de ello llega a las arcas del BCV.
Cuatro. Lo mejor para la economía venezolana es que el gobierno deje que la dolarización siga avanzando, en lugar de ponerse a inventar controles para detenerlo y eliminarlo. Sería además una ingratitud con la población que ha financiado esa dolarización, sin que el gobierno haya puesto ni un solo centavo. Otros gobiernos han tenido que invertir decenas de miles de millones de dólares para lograrlo, como Ecuador y Panamá, entre otros. Esta dolarización, aunque parcial, es además la que permitió frenar la hiperinflación hasta llevarla hasta los niveles de inflación actuales, perfectamente manejables si el gobierno deja que la economía fluya por sí sola. Ya lo dicen en todas las escuelas de economía del mundo, incluso en China: Para una economía sana, cuanto menos gobierno, mejor.
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