Opinión

Semana en domingo

"No he visto cifras más o menos precisas de lo que sería necesario invertir en Guayana para recuperar hasta donde sea posible parte de lo que se producía a medados de los 80"
domingo, 14 abril 2019

¿Qué hacer con Guayana?

El gobierno parece haber abandonado cualquier intento por reactivar el plantel industrial de Guayana, que en un momento fue de los más importantes del continente americano, a la par de Estados Unidos, Canadá, México y Brasil. Las industrias básicas finalmente pararon su producción, y el gobierno para impedir el colapso total de la economía y de la vida en Guayana, optó por mandar a los trabajadores para sus casas y seguirles pagando los salarios, tal como si estuvieran produciendo. Por ahora el gobierno no tiene problema alguno en pagar esos salarios porque dispone de todo el dinero que necesita, imprimiéndolo en la Casa de la Moneda, pero es obvio que esto no puede ser eterno y que llegará un momento en el que este, o cualquier otro gobierno, tendrá que resolver qué va a hacer con el desarrollo industrial y con la economía de Guayana, que muy lamentablemente depende umbilicalmente de las industrias básicas. A muchos amigos no les agrada que insista en ello, pero tengo años diciendo que fracasamos en lograr que Guayana tenga una economía independiente de las industrias básicas. Esto debimos hacerlo hace años, porque el declive de las industrias básicas no es algo nuevo ni sorpresivo. Hay muchos países que no tienen reductoras de aluminio, pero tienen una industria procesadora de ese metal que genera desarrollo. Otros países no tienen mineral de hierro y sin embargo tienen una poderosa industria siderometalúrgica, que supera en valor agregado lo que podrían generar las acerías. Junto al deterioro de las plantas industriales básicas, que en algún momento iban a llegar a su total obsolescencia, ahora se suma la falta de energía eléctrica. En el comienzo de la década de los 80 Guayana tenía excedente de electricidad y por ello se acometió el proyecto de expansión de su producción industrial. Hoy no hay electricidad suficiente ni siquiera para que Sidor active todas sus plantas, y mucho menos las celdas de reducción de aluminio que aún puedan estar en condiciones operativas. El gobierno, éste y probablemente cualquier otro gobierno que venga, muy probablemente no va a tener recursos suficientes para hacerle a Guayana las inversiones que necesita. Ya no se puede seguir hablando de recuperar algunas plantas, sino que en todo caso habría que construir nuevas, sobre todo en el sector aluminio, aprovechando que hay suficiente bauxita para unos cuantos años más, como también hay suficiente mineral de hierro. Estamos entonces como en los años previos al desarrollo industrial de finales de los 60, con recursos naturales de sobra, pero sin las plantas industriales que los procesen. Hay unas 100.000 personas que dependen del desarrollo industrial de Guayana, que a su vez depende de las industrias básicas. ¿Qué va a hacer el gobierno con esta población? ¿Habrá alguien pensando lo que pasaría cuando este, o cualquier otro gobierno, decida que no puede seguir pagando los sueldos de los trabajadores de unas industrias paradas? ¿Hasta a donde va a llegar esta situación?

 

¿Cuánto habría que invertirle a Guayana?

No he visto cifras más o menos precisas de lo que sería necesario invertir en Guayana para recuperar hasta donde sea posible parte de lo que se producía a medados de los 80. Pero se pueden hacer algunos cálculos. En su mejor momento, la inversión en Guayana llegó a ser el 10 por ciento de la inversión del país, aunque es muy probable que en esta situación eso no se pueda repetir. Pero algunos amigos economistas de la región me hablan de por lo menos 20.000 millones de dólares, invertidos en tres años, para iniciar con buen pie la tarea de recuperar el proyecto industrial de Guayana. En una situación como la actual no hay posibilidad alguna de que el país pueda disponer de esa suma, porque incluso si la tuviera, tendría que destinarla a otras prioridades, como salud y producción de alimentos. No quedaría otro camino que recurrir a la inversión privada, incluyendo la extranjera, pero allí toparíamos con la oposición de quienes desde los sectores de izquierda consideran que eso sería entregarle Guayana al capitalismo. Insisten en eso, aunque China comunista privatizó casi todas sus grandes industrias, y a partir de allí comenzó una recuperación que la ha llevado a disputar con Estados Unidos el primer lugar en la economía mundial. Esa es una vía para recuperar a Guayana, pero si eso no es aceptado, me gustaría que quienes se oponen a ella propongan una vía alternativa que resuelva esta situación.

 

La oposición

Varias encuestas están reflejando una baja en el número de venezolanos que hace dos meses creían que Guaidó lograría de manera inmediata la salida de Maduro para convocar unas elecciones presidenciales. Esas mismas encuestas señalan que Maduro tiene una aprobación menor del 15 por ciento, y que por lo menos un 40 por ciento del chavismo cree que debería irse, aunque seguiría votando por un candidato propio. Todas las encuestas señalan de manera unánime que si hay elecciones limpias las gana la oposición, con una amplia ventaja, pero un porcentaje superior al 50 por ciento cree que no las habrá. Pero es inocultable que el fenómeno Guaidó ha perdido fuelle, como también ha disminuido el entusiasmo que al principio le pusieron algunos gobiernos a la presión para que Maduro abandonara el poder y le diera paso a una transición. Comento este tema con algunos analistas políticos y me dicen que el problema fue que se creó una gran expectativa por la salida inmediata de Maduro, aunque Guaidó nunca lo prometió. Pero pienso que aunque Guaidó no lo dijo, todo el movimiento creado con su proclamación como presidente interino proyectó la idea de que ya Maduro no estaba en el ejercicio de su cargo y a medida que pasan los meses y Maduro sigue allí, pues se va enfriando la esperanza de un cambio de gobierno. También contribuyó a ello el problema de los apagones y la falta de agua, porque la población sintió que ese problema lo tenía que resolver Maduro y no Guaidó.

 

Cuatro

-Uno: Mucha gente espera que Maduro decrete feriado toda la Semana Santa, como si el país tuviera superávit de producción y no hiciera falta trabajar tanto. El argumento en todo caso sería que hay que ahorrar electricidad.

-Dos: Un pequeño placer de ayer, como un café y un cachito de jamón está costando casi medio salario mensual. Un pan campesino, o gallego concha dura, está casi en diez mil bolívares, cuando se consigue. Y pensar que en la IV República una canilla costaba un bolívar y cualquiera se ganaba diez mil bolívares mensuales.

-Tres: Fedeagro está advirtiendo que podría bajar aún más la producción del campo este año, porque en la temporada de siembra 2018-2019 solo se sembraron unas 250 mil hectáreas, del millón que se sembraba hace 15 años. Y además de ello, señalan que el rendimiento por hectárea ha bajado a menos del 50 por ciento, debido a la baja calidad de la semilla que les suministra el gobierno.

-Cuatro: No comer carne jueves y viernes santo se ha puesto cada vez más difícil por el alto costo del pescado. Cualquier especie de las que podríamos llamar populares cuesta más de diez mil bolívares el kilo. Me imagino que si una familia come carne porque no tiene cómo pagar el pescado, será absuelta por nuestra iglesia.

 

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