Opinión

Sana las heridas emocionales de tu niña interior

"¿Cuándo realmente comienza el proceso de trasformación de un adulto cuyo niño interior está herido? La vida se lo dirá"
Yamilet PINTO
sábado, 08 junio 2019

Cuando somos padres nunca imaginamos que la forma en la que criamos a nuestros hijos podría causarles heridas que de adultos saldrán del inconsciente y se manifestarán en sus conductas, en su manera de relacionarse y en sus resultados profesionales o laborales. Siempre he creído que esas heridas las causamos sin la intención de dañarlos, muy probablemente lo que ha prevalecido es nuestro interés de formarlos como personas “de bien”, para lo cual colocamos reglas y normas, sólo que éstas llegan a ser tan severas que atropellamos su desarrollo psicoemocional. Otros muchos niños y niñas han sufrido la herida del abandono de los padres o de alguno de los dos; otros han sufrido el rechazo, la humillación, la traición o la injusticia de cualquiera de sus personajes referentes, quedando con profundas cicatrices, difíciles de borrar.
Ahora bien, como nuestro pasado no determina nuestro presente, podemos desde ahora mismo, comenzar a trasformar esa dinámica y tomar nuevas decisiones, más positivas y efectivas para una vida plena y feliz.

El comienzo del fin

¿Cuándo realmente comienza el proceso de trasformación de un adulto cuyo niño interior está herido? La vida se lo dirá. ¿De qué manera la vida mostrarás cuán herido está el niño (a) interior de un adulto? Hay muchas manifestaciones en las que se refleja el niño herido que todos, en mayor o menor medida, llevamos dentro, algunas de ellas son:

Cuando repetimos patrones familiares de forma inconsciente. Muchos de nosotros en algún momento hemos dicho “no lo haré como mi madre”, “Yo no voy a ser así, como padre” y sin darnos cuenta terminamos haciendo exactamente lo mismo que ellos.

Cuando no somos capaces de gestionar nuestras carencias emocionales y nos dejamos llevar por el estrés y el miedo, explotando desproporcionadamente frente a los cambios cotidianos, reaccionando con agresión y/o violenta verbal, emocional, mental y/o física frente a los demás, especialmente la pareja, los hijos y los padres. Es el típico comportamiento infantil cuando se está molesto o frustrado.

Cuando utilizamos la manipulación, el victimismo y el chantaje emocional en nuestras relaciones de pareja, como si fuéramos niños en búsqueda de amor.

Cuando se nos imposibilita comprender un punto de vista distinto al nuestro.

Cuando, aunque los resultados en nuestra vida personal o profesional no nos acompañen, mantenemos la actual manera de comportarnos.

Cuando no podemos poner límites frente a los abusos y desmanes de los demás.

Cuando sentimos que la vida ha perdido el sentido y dejamos que el miedo se apodere de nosotros y nos convertimos en incapaces de afrontar nuevos retos, proyectos y sueños y caemos en la frustración que impide nuevos comienzos.

Cuando nos preocupamos exageradamente por lo que piensen los demás y dependemos de sus opiniones, apegándonos a ellos por encima de nuestro bienestar.

Cuando desaparece de nuestra vida la sonrisa, la alegría y nuestra capacidad de jugar, sorprendernos, divertirnos y pasar la página del pasado.

Cualquiera de estas situaciones moverá nuestro piso y estabilidad de adultos, porque volver a la infancia duele y provoca un quiebre emocional que, inevitablemente, nos llevará a la toma de conciencia para accionar en la búsqueda de sanar nuestras heridas infantiles, de lo contrario, seguiremos
viviendo atrapados en nuestros viejo traumas y carencias, viviendo una vida de infelicidad, frustración y desamor.

Conectar con el amor y la alegría genuina de nuestro niño interior.

Esta es la premisa para comenzar a sanar y transformar nuestra vida. Para ello, lo primero que necesitamos hacer es liberar el dolor atrapado en el niño interior. Sólo así volveremos a la autenticidad, ingenuidad, alegría e inocencia del niño interior y entonces podremos desarrollar todo el potencial que llevamos dentro, reiremos desde el corazón, nos liberaremos de culpas y juicios del pasado.

“Nunca es tarde para tener una infancia Feliz” dijo el maestro de la Terapia Estratégica Breve, Milton Erickson y nos invita a superarnos a nosotros mismos.

Para sanar nuestro niño interior:

Seamos compasivos con nosotros mismos y con nuestros padres. Ellos nos dieron lo mejor que tenían. Estamos llamados comprender la historia. Si así lo hiciéramos, perdonar es la clave y la llave de la liberación.

Tomemos la decisión consciente de cortar la repetición de la historia que traemos a cuestas.

Comencemos conscientemente y sin dejar que la vida nos arrastre, un trabajo de crecimiento y transformación interior y personal que esté motivado por nuestro deseo genuino de ser felices.

Sintamos la fuerza, el amor, el cariño de nuestra niña (o) interior. Démosle abrazos y ternura.

Algo muy importante, retiremos las máscaras que nos hemos colocado para evitar hacer contacto con nuestras emociones más genuinas, quitando la coraza que esconde nuestro más íntimo sentir y expresarle amor y cariño a quienes nos rodean y muy especialmente expresarnos amor a nosotros mismos.

Aceptándonos tal como somos y como los niños, con inocencia y sorpresa, volver a comenzar con la ilusión de la aventura y la responsabilidad del adulto.
Sin pataletas por que no salen las cosas como queremos y con mucha conciencia y alegría por un nuevo comienzo cada vez.

Vuelve al hogar de tu niño interior, juega con él, diviértete, abrázalo, consiéntelo, ámalo, acéptalo y logra la vida que quieres. Tu adulto te lo agradecerá.

@Yamiletpinto

 

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