Opinión

Palabras justas en el lugar equivocado

La Buena Noticia pues está centrada en la presencia física de Jesús: es Dios que nos visitó. Su presencia además frena el mal, libera a las personas esclavizadas por el mal y, liberándolas, las devuelve a la comunidad de fe.
jueves, 28 enero 2021

Avanzamos inexorablemente en el tiempo, dándonos cuenta que el contexto no da señales de mejoría. Nuestro paso es ahora más lento, los pies se han hecho pesados, el horizonte no es claro y aún no se otea nuestro destino final. Es obvio que no nos detenemos, pero apuntamos en el cuaderno de bitácora los altibajos del recorrido.

Una vez más, la compañía del Señor refresca y nutre, especialmente en las etapas más escabrosas del camino. Da mucha seguridad contemplar su paso firme, curtido por la experiencia de la entrega confiada a Dios, y por la confianza depositada en nosotros, convencido de que estamos a la altura del compromiso que ha puesto en nuestras manos. Esta experiencia nos alienta y sostiene.

Actuando de esta forma, nos asemejamos un poco más a Jesús de Nazaret, quien, según el evangelio de Marcos, vive de tal manera el afán por predicar la llegada del Reinado de Dios, que no tiene tiempo siquiera para descansar. Con su persona, el Reino al fin llegó a nosotros; urge, pues, esparcir esta buena noticia por todos los rincones del mundo.

Sé quién eres

San Marcos tiene un deseo irreprimible por proclamar que con Jesucristo se ha hecho presente el Reino, que no repara en poner en boca de un endemoniado el reconocimiento del señorío de Jesús: “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros?”.

Me pregunto, ¿qué hacía un poseído en la sinagoga? La respuesta no es sencilla de dar; lo obvio es que este demonio se encuentra en el lugar equivocado, pero lo que dice es correcto. Jesús es el Hijo de Dios. Y los demonios se rinden a su autoridad, de igual modo que lo hacen todos los presentes en la sinagoga.

¿Qué es esto?

La Buena Noticia pues está centrada en la presencia física de Jesús: es Dios que nos visitó. Su presencia además frena el mal, libera a las personas esclavizadas por el mal y, liberándolas, las devuelve a la comunidad de fe.

Pero no solo. Con sus hechos, Jesucristo rompe la inercia de un grupo acostumbrado a tener entre sus filas a un demonio. Jesús nos dice que con el diablo no se cohabita, no se negocia. No debemos habituarnos a convivir con lo malo, con lo que no está bien, con lo injusto. Al menos, ese es el ejemplo de Jesús.

Es el triunfo del bien sobre el mal.

Los venezolanos estamos deseosos de una Buena Noticia similar. Es decir, el Señor Dios en medio nuestro, cuya prestancia divina proclaman incluso las fuerzas del mal, que nos saca de esta órbita maléfica, que nos sacude para que nos sintamos incómodos, inconformes con este desastre socioeconómico, deseosos de cohesionar al país, no sobre la base del aprovechamiento de parte de una minoría egoísta, sino del beneficio de todos.

Los venezolanos queremos dirigentes con una autoridad como la de Jesús, usada para hacer el bien a los demás, y no para agrandar la papada y el abdomen, mientras se empequeñece el corazón generoso.

¡Tú eres el Hijo de Dios! ¡Sé quién eres! Y esto es Buena Noticia para nosotros.

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