Opinión

Necesitados de Dios

Siempre que el pueblo ha caído en incongruencias, pecando, Dios lo ha encarado firmemente, sin medias tintas al hablar.
jueves, 01 julio 2021

Uno
De todas las dificultades que se nos presentan de cara a nuestra relación con Dios, está el hecho de escuchar su voz. Los cristianos creemos firmemente que el Señor nos habla a través de la Sagrada Escritura, de personas pasadas y presentes, de los “signos de los tiempos” y últimamente mediante Jesús de Nazaret.

Concentrados en un plano netamente humano, entendemos lo difícil que resulta sobrellevar una relación donde la comunicación no es fluida, o simplemente no hay respuesta. Sin embargo, este no es el caso del Señor, quien, desde el momento mismo de la creación, pronunció su palabra de la que venimos todos y la cual nos sostiene a todos.

Leída en continuidad, la Biblia es precisamente la historia del diálogo entre Dios y nosotros. Como es natural pensar, esta comunicación ha estado signada por altibajos. Estos paréntesis o silencios están directamente relacionados con las incoherencias de Israel, especialmente cuando ha faltado a la justicia, haciendo caso omiso a los preceptos divinos, dándose a la idolatría, abusando de la viuda, del pobre y del extranjero.

Siempre que el pueblo ha caído en incongruencias, pecando, Dios lo ha encarado firmemente, sin medias tintas al hablar. El Señor no se limita a criticar la actitud de Israel, sino que también le brinda la ocasión para que rectifique y se convierta finalmente, dando posibilidad de crecer según la medida soñada por Dios.

Dos
Dios se sirvió de Ezequiel y Jesús para hablarle a Israel, manteniéndose fiel a su empeño de sostener los canales abiertos, por encima de la tozudez de las personas. Por lo que respecta a Ezequiel, es llamativo que Dios está consciente de enviarlo a un pueblo terco y necio, pero lo importante es hacer acto de presencia en medio del pueblo: “en medio hubo un profeta”, dice la lectura.

Igual comportamiento se observa en los paisanos de Jesús, obtusos en su postura equivocada, que creen saber todo sobre el Maestro, negándose a abrirse a la novedad que es Jesús y que su palabra trae consigo. Él es un profeta que pasó haciendo el bien entre los suyos, sobreponiéndose al rechazo padecido por los suyos.

En las Escrituras, las adversidades y diferencias tienen la función de corregir el camino, una vez que entendemos el mensaje. Así sea.

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