Opinión

Misericordia universal

El país requiere urgentemente de alternativas políticas democráticas, que oreen este ambiente tan cargado.
jueves, 13 agosto 2020

El ambiente nacional está denso, pesado y en alguna medida turbio. Y no es únicamente a causa del COVID-19. Otras dinámicas en desarrollo son las que enrarecen el contexto; por ejemplo, todo cuanto se está dando alrededor de las elecciones parlamentarias pautadas para diciembre próximo. La Conferencia Episcopal Venezolana se pronunció a este propósito, el martes pasado.

A mi juicio, la mejor intuición expresada en el comunicado es que la oposición democrática debe ahondar en su propuesta, y no contentarse simplemente con llamar a la abstención.

El país requiere urgentemente de alternativas políticas democráticas, que oreen este ambiente tan cargado. El comunicado ha sido asimismo criticado con argumentos bien fundados, dejando en claro que nuestros Pastores deben macerar más sus apreciaciones, de manera que no pierdan el foco y que no pierdan, lo que es aún más importante, el peso específico que han adquirido sus cartas pastorales, bien ponderadas porque rezuman sentido común y amor por los intereses de la mayoría de los venezolanos.

Por otro lado, desde el punto de vista litúrgico, el sábado próximo celebraremos la Asunción de Nuestra Señora. Es decir, María de Nazaret al encarnar plenamente el estilo de Jesucristo no conoció la muerte; ella, al igual que su hijo, no quedó atada por siempre a los lazos de la muerte, sino que participa de la misma vida divina que nos ofrece la Trinidad, que es nuestra Familia y nuestro Hogar.

Dicho todo lo anterior, ¿Qué luces podemos extraer de las lecturas dominicales, que nos permitan fortalecer nuestro espíritu y nos ayuden a continuar en la misión encomendada? Es lo que expongo a continuación.

Nosotros y los otros

Las lecturas del próximo domingo insisten en la tensión presente en toda la Biblia, que atañe a la salvación de los hombres: ¿Es una oferta hecha solo a los judíos? ¿La salvación es para todo el género humano, de toda época? Este contraste está presente en la distinción entre los judíos (“nosotros”) y todos los demás (“los otros”). Los otros son los “extranjeros” del libro de Isaías, los “gentiles” de la carta de Pablo a los Romanos y de la mujer cananea que encuentra a Jesús, en el evangelio de Mateo.

Muchos venezolanos saltan de su asiento apenas oyen hablar de “inclusión”, o les da urticaria. Lo cierto es que tarde o temprano —permita Dios que sea lo antes posible—, deberemos iniciar este recorrido si queremos que haya nación con futuro. Esto que afirmo con pocas palabras, sin embargo, empeña a quienes creemos, a hacerlo realidad y así no nos inmovilicemos o arrodillemos definitivamente, como desean ciertos actores políticos nacionales.

Misericordia universal

La Iglesia resolvió la disyuntiva “nacionalismo” – “universalidad” decantándose por ésta última: la salvación que trae consigo Jesús es una oferta hecha a todo hombre, pero que es recibida personalmente, en la fe, a ejemplo de la mujer cananea que hizo su profesión de fe, al superar la dificultad de que era la “otra” por partida doble: porque no era judía, y porque era mujer.

Por si fuera poco, Jesús le pone un obstáculo con la imagen de que no es bueno dar el pan para “nosotros” a los perros; ella riposta creativamente: los perritos también se nutren de las sobras que caen de la mesa de los hijos. Es decir, “Señor, dame la sobra de ese pan; me basta. Ese mendrugo curará a mi hija”.

La misericordia universal supone la fe personal. Los grandes principios exigen el compromiso individual. Las soluciones estructurales llaman a pasos cotidianos, mantenidos fielmente. Tenemos fe porque Dios nos acompaña en el camino.

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