Ludópata: Adicto al juego
Del latín ludus “juego”, la ludopatía es una patología que consiste en la alteración progresiva del comportamiento, en el que la persona experimenta una urgencia psicológicamente incontrolable y persistente de jugar por encima de cualquier consecuencia negativa, afectando su vida personal, familiar, sexual o vocacional.
El juego es patológico cuando la persona piensa, vive y actúa en función del mismo, dejando de lado o en un segundo plano otros objetivos y necesidades.
El ludópata es un adicto sin sustancia que necesita el juego y hace lo que sea por jugar, es decir, convierte el juego en su primera necesidad, por ello, no se le debe de confundir con un vicio, ya que la ludopatía es una grave enfermedad crónica.
Está reconocida como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud y por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), además de ser conceptualizado y tratado como una adicción sin sustancia ha sido incluido finalmente dentro de la categoría de trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos.
La ludopatía se produce en los juegos que tienen capacidad adictiva, aquellos en los que transcurre poco tiempo entre la apuesta y el premio conseguido, es decir en el que los ciclos terminan rápido y existe una constante tentación de jugar una y otra vez.
La ludopatía no tiene una relación directa con ninguna causa concreta, sino que es un conjunto de factores lo que puede conducir a desarrollar un trastorno de juego patológico.
El juego no es un rasgo físico o psíquico que se transmita de padres a hijos, sino que lo que el hijo hereda es una cierta propensión a hacerse adicto en caso de exponerse al juego, por lo que si se fomenta el juego sin restricción o se practica como un hábito normal dentro del entorno familiar o social, existe el riesgo de que más adelante el joven se convierta en un jugador patológico.
Los síntomas del ludópata se manifiestan a través de los cambios que el juego produce en los hábitos y conducta, donde podemos mencionar determinados signos que pueden indicarlos tales como el abandono de la vida laboral y social; problemas económicos (gastos imprevistos, préstamos, falta de dinero); trastornos de ansiedad y depresión; cambios en la personalidad (irritabilidad, falta de comunicación o incluso agresividad).
Los tipos de ludopatía se determinan en función de la forma de juego a la que se adhiera el individuo. Cada juego tiene su propia estructura y componente adictivo:
1) Máquinas tragamonedas: Su componente adictivo se basa en reforzar la conducta a través de premios; siempre que la máquina otorgue algún premio reforzará la conducta de echar monedas.
2) Juegos de azar: Aunque en este tipo de juegos (lotería, bingo, apuestas y otros similares) exista una intermitencia del refuerzo de la conducta, se basan en el azar y la creación de expectativas, que en ocasiones se ven cumplidas y premian la conducta.
3) Juegos de rol: Responde a un tipo de juego patológico que se aleja en cierto grado del perfil del ludópata tradicional. El principal componente adictivo es la huida de la realidad que ofrecen. Aunque quizá no se den los problemas económicos que acarrean otros tipos de ludopatía, causa el mismo deterioro en cuanto a problemas personales y sociales que el resto.
Aunque la ludopatía sea una adicción que no tiene como referencia material una sustancia, el ludópata presenta los mismos rasgos que un adicto tales como la repetición de una conducta o acción que resulta placentera y aumento de su frecuencia para obtener los efectos deseados; la pérdida de control de la persona derivada del fallo de los mecanismos cerebrales de inhibición de la conducta; y la aparición del síndrome de abstinencia si se interrumpe el hábito.
Una de las claves para prevenir la ludopatía es encontrar el límite entre el juego sano como actividad de ocio y el juego patológico o perjudicial. Poder disponer de alternativas de ocio y mantener una vida ocupada también pueden ser una forma de prevención.
Se recomienda, en cuanto se detecten los primeros síntomas de trastornos de juego patológico, consultar con su médico de confianza, quien podrá remitirlo al equipo de salud mental (Psiquiatra y Psicólogo), para en forma conjunta combinar la terapia bajo un enfoque farmacológico y cognitivo-conductual.
Dra. Fanny Quevedo
Médico Ocupacional
Especialista en Gerencia en Salud.
qcfanny@hotmail.com
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