Lecturas de papel: Votar es fácil, abstenerse es algo serio
Había dejado de escribir sobre política y sobre Venezuela y sus desgracias. Esta farsa electoral que contempla una puesta en escena, de la manera más primaria, primitiva y burda, le sirve al régimen totalitario venezolano para simular un ‘proceso de elecciones’ y para aparentar que existe una democracia.
Lo mismo realizó en Nicaragua, Daniel Ortega y su mujer, mientras sus esbirros secuestraban a los líderes opositores para que no le hicieran sombra. Lo mismo tiene realizando la revolución castrista en Cuba, desde hace poco más de 60 años.
Una de las principales estrategias del chavizmo ha sido el invento maquiavélico, tanto de ‘partidos y grupos políticos’ como de ‘candidatos opositores’ que se presentan a esta parafernalia electoral.
No. No puede ser lógico afirmar que en Venezuela existe gobierno alguno, tampoco que este sea de tendencia dictatorial o acaso autoritario. Porque si esto fuera cierto, al menos se pensaría que es posible participar dentro de un esquema tradicional de ‘gobierno dictatorial’ establecido dentro de un Estado autoritario, pero Estado, al fin y al cabo. No. En Venezuela desde hace varios años la estructura de Estado republicano fue desmantelada.
El Estado de Derecho, junto con sus instituciones, fue desplazado y en su lugar existen pequeñas facciones de grupos paramilitares, narcotráfico, guerrilla y grupos del terrorismo internacional que se han apoderado de esos espacios, mientras usan la fachada democrática para seguir en el poder de un territorio que alguna vez fue república, Estado y nación.
No. No puede afirmarse que dentro de este esquema de actuación bizarra del hecho político, real, evidente y practicado en la cotidianidad con una población sometida al empobrecimiento extremo (cerca del 92 % de la población se encuentra en pobreza), se pueda afirmar que existen unas elecciones democráticas, libres y universales.
Ha sido relativamente fácil para el régimen totalitario del ‘carnicero de Miraflores’ organizar un simulacro electoral, fraccionando el universo político opositor, sea ilegalizando a los verdaderos líderes y partidos, encarcelando, persiguiendo o pactando con quienes se han prestado para semejante farsa circense.
Mientras una población acentúa su pobreza absoluta, el régimen avanza en su planificada estrategia totalitaria para ocupar todos los espacios de la vida ciudadana. Esto lo hemos venido indicando desde hace poco más de diez años: la ocupación del territorio venezolano, sean militares-policiales, sea por el paramilitarismo-narcotráfico-guerrilla-terrorismo internacional, es, hoy, un hecho cierto.
La actividad electoral cumplirá su cometido político/militar. Se usará, tanto para mostrar al mundo que existe pluralidad ‘democrática’ y se apaciguará la moral política occidental, mientras que se dejarán ciertos espacios internos para colocar figuras ‘opositoras’ que jugarán con el poder real, pintando fachadas de estructuras derruidas, taparán ‘huecos’ de calles y avenidas, y el resto del tiempo, se diluirá entre forcejeos políticos de quienes serán impuestos como ‘protectores’ del régimen para fiscalizar a los supuestos opositores. (Acá debería escribir, ‘fin del comunicado’).
No nos engañemos. Votar en un régimen totalitario de izquierda, populista y terriblemente marginal, es cosa sencilla, fácil y donde no se asumen riesgos de ningún tipo. Difícil es abstenerse, por estos u otros principios, sobre todo ético/morales. Porque el discurso no parte de un hecho inusual, como, por ejemplo, votar en dictadura. No, en Venezuela se vive en un territorio ocupado militarmente, como ya lo hemos escrito, por fuerzas internas y externas. Es un territorio anarquizado, no es un Estado de Derecho.
La propaganda del hampa organizada, del narcotráfico y demás grupos militares y paramilitares, ha diseñado muy bien sus discursos y tienen operadores políticos en los escenarios internacionales (Foro de Sao Paulo/Grupo de Puebla), que les replican, narran una y otra vez, los discursos sempiternos de ‘liberación de los pueblos’ o ‘contra el imperialismo’, para perpetuarse en el poder y acentuar la pobreza y el terror en países, como Nicaragua, Cuba o Venezuela.
Abstenerse de votar, en estas circunstancias, es una muestra de solidaridad con la causa de la libertad y la democracia venezolana, y un hecho político concreto de rechazo a la miseria política y los políticos de pacotilla que sirven de comparsa en este circo electoral.
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