Lecturas de papel: Resistir en la cultura
Las diversas invasiones que el ejército cubano-castrista ha ejecutado desde inicios de 1960, tanto en África como en países latinoamericanos, son muestra de la barbarie palpable del denominado hipócritamente, ‘internacionalismo militar’ o fraternidad, o hermandad socialista.
Ejemplo palpable de ocupación bárbara, por más de 15 años, es lo ocurrido en Angola, donde el ejército de ocupación cubano-castrista incendió una iglesia católica, ejecutó al sacerdote y los feligreses, luego, todo el mobiliario de madera, bancos, cruces y santos, fue usado para cocinarle a los soldados invasores y festejar la matanza.
Similares actos de barbarie ejecutaron las fuerzas militares de ocupación cubano castristas, en Etiopía, Siria, Argelia, Guinea, y todos aquellos países donde la presencia de los ‘internacionalistas’ cubano-castristas ha sido documentada por investigadores independientes.
En América Latina la presencia de esta barbarie siempre se ha solapado con el fantasma del ‘imperialismo norteamericano y sus lacayos’, propaganda que ha servido para ocultar la presencia armada de las fuerzas regulares castristas, en Bolivia, Nicaragua, Dominicana, Panamá, Chile, y en dos oportunidades en Venezuela.
En este último país, la ocupación cubano-castrista se realizó a partir de un plan que incluyó, tanto a políticos, empresarios, financistas, académicos, intelectuales, periodistas, como a militares del propio país.
Porque los ciudadanos son quienes tienen menos responsabilidad en la ocupación que desde hace poco más de 20 años, disfrazados de enfermeras, masajistas, asesores deportivos, culturales, militares, entre otros, realizaron para lograr finalmente, ocupar todo un país con la excusa de realizar actividades de ayuda humanitaria.
Una pequeña muestra de la barbarie cubano-castrista en Venezuela, es la planificación, construcción y la ejecución posterior de los centros de tortura, como ese sitio de terror llamado La Tumba, dirigido inicialmente por un oficial venezolano, Miguel Rodríguez Torres, bajo asesoría de la ‘inteligencia’ cubana.
La ‘formación y prácticas de tortura’, sobre todo psicológicas, son copia fiel de las antiguas usadas en Cuba, a la vez, heredadas de la URSS y la Alemania nazi (nacional socialista).
La presencia de esta gigantesca fuerza de ocupación militar cubano-castrista en Venezuela, que en su tiempo Chávez, en un Aló Presidente, indicó en más de treinta mil internacionalistas, ha dado sus claros y crueles resultados: una población que alcanza poco más de 96 % en situación de pobreza, de ese porcentaje, el 80 % se encuentra en pobreza extrema.
La estructura administrativa del Estado, total y absolutamente desarticulada. La industria pesada nacional, con su empresa emblemática, PDVSA, destruida, saqueada y sin capacidad tecnológica para competir en el mercado internacional, igual ocurre con las industrias siderúrgica, hierro, aluminio, carbón, petroquímica.
La estructura financiera nacional, con el signo monetario, el bolívar, en la más profunda crisis monetaria, poco más de 140 mil kilómetros cuadros (el Esequibo) de territorio en riesgo de perderse, los sistemas sociosanitario, educativo, cultural, deportivo, en franco deterioro y desarticulados.
La ocupación de las fuerzas militares cubano-castristas, con la anuencia de empresarios, políticos oficialistas y de oposición, militares, académicos e intelectuales venezolanos, ha significado un claro, evidente y notorio retroceso en los procesos de modernización de la sociedad y es un claro peligro para la plena vigencia de la República y el Estado de Derecho como unidad histórica y cultural.
La realidad no puede ocultarse y se muestra en la inexistencia de construcciones a lo largo y ancho del país.
En poco más de 20 años de presencia efectiva del llamado socialismo del siglo XXI y del ‘internacionalismo’ cubano-castrista, asoman apenas dos edificaciones: el segundo puente sobre el río Orinoco, en Guayana, y la reconstrucción del Viaducto en la autopista Caracas-La Guaira.
De resto, solo enfermedades que habían sido erradicadas, vuelven como señales de atraso y penuria de una presencia cruel y bárbara extrajera, con la anuencia de traidores nacionales: tuberculosis, malaria, cólera, lepra, difteria, sarampión, sarna, junto con la desnutrición infantil, es lo que deja la presencia del ‘internacionalismo’ cubano-castrista en Venezuela.
Difícil será levantar una sociedad mal acostumbrada a la vida parasitaria, a la holgazanería, a realzar la pobreza material, intelectual, espiritual como forma de vida.
Un proceso acentuado de exaltación de toda forma de violencia, civil y militar, resulta muy cuesta arriba superar en un territorio dominado por el totalitarismo de militares y civiles, por hampones y pillos que se disfrazan de humanistas, de progresistas y a su vez, usan estrategias populistas para crear odio, resentimiento y hundir en la ignorancia a millones de seres humanos.
En nombre del socialismo, del comunismo, del populismo, el ejército de ocupación cubano-castrista invadió un país, Venezuela, y sigue, disfrazado de ‘internacionalismo y hermandad’ diezmando a toda una sociedad, aniquilando su historia, sus valores, principios y toda forma de progreso.
Es la neo esclavitud en pleno siglo XXI y ante la mirada, unas veces cómplice, otras veces ingenua, pero siempre hipócrita, de quienes se dicen defender la democracia y la libertad.
Resistir, insistir y seguir defendiendo lo más sagrado que nos queda: nuestra historia, nuestra cultura, nuestro idioma, nuestras creencias y principios, apoyando todo movimiento que impulse la libertad, todo grupo cultural con iniciativas de producción y difusión del arte y la literatura. Ahí somos invencibles y eternos.
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