Opinión

La peste negra

El término “peste bubónica” se deriva de una palabra griega que significa ingle.
sábado, 11 julio 2020

Nos despertamos este lunes 6 de julio 2020 en pleno epicentro de lucha contra la pandemia del Covid-19, con la noticia que China, en la ciudad de Bayannur, ubicada al noroeste de Beijing, están en alerta máxima y emitieron una advertencia de nivel 3, luego que se informara de un supuesto caso de peste bubónica.

“En la actualidad, existe el riesgo de que se propague una epidemia de peste humana en esta ciudad. La gente debe aumentar su conciencia y capacidad de autoprotección, y reportar condiciones de salud anormales de inmediato”, dijo la autoridad de salud local, según el periódico estatal China Daily.

A pesar de los avances de la ciencia y la medicina moderna, en los últimos años hemos observado el resurgir de algunas enfermedades, lo que implica que dominar las infecciones sigue siendo un gran reto. La naturaleza se ha encargado de demostrar al hombre que hay siempre eventos que escapan a su control: terremotos, erupciones, inundaciones, tsunamis, olas de calor o al contrario de frío, huracanes; la lista es larga, pero quizás el aspecto más terrible para los seres humanos han sido las plagas, y especialmente una de las mas espantosas fue la peste bubónica, también denominada peste negra por el aspecto oscuro que provocaba en el cuerpo de sus víctimas.

La peste bubónica es una enfermedad zoonótica producida por la bacteria Yersinia pestis que se propaga principalmente por la picadura de pulgas infectadas que habitan en roedores. Las bacterias entran por la piel cuando la pulga pica e infecta y una vez en el interior del organismo, las bacterias viajan a través de los vasos linfáticos hasta los ganglios linfáticos donde comienzan a reproducirse, pudiendo extenderse a la sangre y diseminarse o llegar al pulmón y provocar peste neumónica.

Otras formas de transmisión pueden ser por contacto directo o indirecto con animales; también puede transmitirse por inhalación de gotitas aerolizadas de una persona infectada a otra.

El término “peste bubónica” se deriva de una palabra griega que significa ingle, y la palabra “bubones” se utiliza para referirse a los ganglios linfáticos inflamados y en las ingles. Los síntomas tardan en aparecer entre 1 y 7 días y al principio se pueden confundir con los de una gripe común. La existencia de uno o más ganglios linfáticos infectados, agrandados y dolorosos o bubones, es el síntoma más conocido. La gangrena acral o necrosis acra (referida a los dedos de las manos, pies, labios y de la nariz) es otro de los síntomas más comunes.

Las primeras referencias sobre la enfermedad de la peste negra aparecen en la Biblia, hacia el año 1000 a.C., los filisteos fueron vencidos por una plaga transmitida por los ratones, aparentemente el mal era la peste bubónica. En el siglo II de nuestra era la peste se declaro en Roma, en el siglo VI arrasó la cuenca del mediterráneo y en el XIV alcanzó Europa del Norte y tuvo una magnitud dramática y devastadora. El brote había comenzado en China alrededor de 1330, y en un lapso de diez años, un tercio de la población china había muerto.

La plaga se propagó a la India y Rusia. En la ciudad cristiana y fortificada de Caffa actualmente Feodosia, quedo vinculada históricamente a la peste negra cuando estando sitiada durante un año por las tropas mongoles, estos comenzaron a morir por la peste y ante la cantidad de bajas se retiraron, no sin antes a los cuerpos de sus soldados muertos, cubiertos de manchas negras y extrañas protuberancias, en vez de enterrarlos fueron lanzados en catapultas al interior del recinto amurallado, y de vuelta lanzados por los genoveses a los campos enemigos, en una especie de primitiva guerra bacteriológica.

La felicidad de los habitantes de Caffa al ver alejarse al enemigo no duró mucho, habían ganado la batalla, pero los cristianos defensores durante su viaje de regreso murieron casi todos en alta mar, los pocos que lograron llegar a Italia, iniciaron una epidemia por toda Europa que condujo a la muerte de la escalofriante cifra de 25.000.000 de personas al punto de reducir en menos de cuatro años la población a la mitad.

Florencia sufrió con tanta intensidad la epidemia que se convirtió en una ciudad prohibida donde emanaba un hedor putrefacto de descomposición humana. Las hambrunas se hicieron frecuentes, aunado a una pérdida colectiva en la esperanza de vida, sin consuelo en la iglesia, monasterios y conventos quedaron desiertos, cadáveres abandonados en casas vacías, apilados en calles sin ser enterrados, escenario dantesco que conlleva a poblaciones presas del pánico, el frenesí y la histeria a entregarse a la firme convicción de que la peste era un castigo de Dios, por cuanto se trataba de una señal apocalíptica del temido Día del Juicio Final. La sociedad medieval nunca se recuperó de los efectos de la peste negra, la cual se mantuvo latente hasta el siglo XVIII y rebrotó más de una decena de veces con las mismas desastrosas consecuencias.

Lo cierto es que la enfermedad nunca ha desaparecido, entre 2010 y 2015 hubo 3.248 casos en el mundo, 584 de ellos mortales, según cifras de la Organización Mundial de la Salud. En las Américas de acuerdo a la OPS se consideran endémicos 5 países (Bolivia, Brasil, Ecuador, Estados Unidos y Perú). Hoy día, en caso de clínica de infección bubónica, se confirma su diagnóstico mediante pruebas de laboratorio y el paciente requiere tratamiento inmediato, por lo tanto debe recibir antibióticos dentro de las primeras 24 horas de los síntomas para prevenir la muerte. La mortalidad asociada con casos tratados de peste bubónica es de aproximadamente 1-15 %, en comparación con una mortalidad de 40-60 % en casos no tratados. La prevención se realiza a través de medidas de salud pública por ejemplo erradicando los roedores de las ciudades y lugares habitados.

Dra. Fanny Quevedo
Médico Ocupacional
Especialista en Gerencia en Salud.
qcfanny@hotmail.com

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