La Gran Jugada, No convivir en aquello que hemos visto: La violencia docente
Hasta los apreciados tiempos ha sido la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien en el año 2002 expresó la definición más transcendental con respecto a la violencia, y la misma la define como: “El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”.
Una definición bien amplia, que no deja escape para quienes de alguna manera pretender simular las formas de agredir a alguien.
Pero enmarcado en ese orden, es viable que se haga saber sobre un fenómeno, que desde hace mucho tiempo ha estado haciendo daño a quienes de alguna manera reciben formación, sean ésta en las escuelas, liceos, o universidades, así como también en los equipos y clubes deportivos de cualquier actividad recreativa, competitiva o deportiva.
En algunas ocasiones, se realizan interrogantes para conocer, pero tal situación se trata de un fenómeno que es aplicado por una excepción existente en quienes deben impartir conocimientos en los lugares antes señalados. Se trata de la violencia docente, la misma es posible definirla como: la acción u omisión intencional de cualidad física, psicología, o social, que aplica un docente o entrenador contra un alumno o persona bajo su responsabilidad formativa con la finalidad de dañar, afectando la integridad y el bienestar, donde se aprovecha del sentido jerárquico y de poder que tiene quien dirige o induce a la formación académica, deportiva o cultural.
Una situación que es observada a diario y son pocas las personas que han querido asumir tal situación en favor de que la misma sea mutilada, corregida o en el mejor de los casos eliminada.
Son múltiples los factores que han llevado a determinada persona en la acción que tienen hacia sus dirigidos, es necesario que se conozcan, que los mismos se investiguen, que se tenga presente que algo debe hacerse para la corrección necesaria.
En esencia la persona debe reconocer de su error, la forma como lo ha estado haciendo, además debe estar dispuesto a transformarse en favor de tener otra conducta que permita mejores relaciones con sus dirigidos o con las personas que están bajo sus responsabilidad, también mejores relaciones consigo mismo, para poder hacer la posibilidad que mediante estrategias o herramientas que conozca, que las mismas puedan ser aplicadas en favor de sus dirigidos, para que éstos alcancen mejores niveles de aprendizajes sin importar cuál sea el contexto en el cual se desempeña.
Como se dijo en líneas anteriores, quienes aplican la violencia docente son la excepción entre aquellas personas, que deben ser ejemplo a seguir en cuanto a la dirección o formación.
Pero igual, aun siendo de esa forma, se debe hacer la posibilidad de ir en contra de esa mínima proporción que no hace lo correcto. Esa que dentro de sus justificaciones culturales arropa los distintos comportamientos, que hacen quienes tratan de justificar que lo realizado es lo correcto; todos necesitamos los mejores espacios para convivir en la formación y hacia ello debemos encaminarnos.
Amigas y amigos lectores, no justifiquemos los comportamientos agresivos bajo ninguna de sus miradas. Muchas gracias por la posibilidad de entendernos en cada semana, hasta la próxima oportunidad con el favor de Dios.
Para contactos @Joseceden o por Facebook / José E Cedeño Gonzalez (El Hijo mayor de Otilia Gonzalez).
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