Opinión

La fe que piensa: Servidores de la palabra, comunicadores de una buena noticia

Esdras ha proclamado e interpretado la Palabra de Dios en presencia del pueblo y de su gobernador, Nehemías. Por su parte, Jesús ha proclamado la Palabra de Dios, trasmitida por Isaías, a sus paisanos reunidos en la sinagoga.
jueves, 20 enero 2022

Los venezolanos comprobamos una peculiar coincidencia entre el Tercer Domingo del Tiempo Ordinario y el 23 de enero. Por lo que se refiere a éste último, celebramos 64 años desde que nos sacudimos la dictadura encabezada por Marcos Pérez Jiménez, abriendo así un periodo democrático que se identificó tan radicalmente con nuestro mapa genético que, a partir de 1958 cuidamos, nutrimos y hoy día echamos en falta.

Si nos fijamos en el Evangelio correspondiente, nos damos cuenta de la variedad en el modo como los evangelistas dan a conocer “la solidez de la enseñanza recibida”. Reiterada la manera de presentar el comienzo de su misión, oímos que Jesús empezó la proclamación del Reino bautizándose, que “adelantó” su hora de gloria convirtiendo el agua en vino, y el domingo nos enteraremos de que el inicio de lo que Dios Padre le encomendó tiene que ver con que Él —Jesús— nos comunique una Buena Noticia.

Comunicadores de la Buena Nueva
El domingo próximo nos presenta otra coincidencia; en este caso, entre las figuras de Esdras, un escriba del Antiguo Testamento, y Jesucristo, quien se encuentra en la sinagoga de Nazaret.

Esdras ha proclamado e interpretado la Palabra de Dios en presencia del pueblo y de su gobernador, Nehemías. Por su parte, Jesús ha proclamado la Palabra de Dios, trasmitida por Isaías, a sus paisanos reunidos en la sinagoga.

Esdras indica a sus oyentes que ese día está consagrado a Dios. Se trata de un día de alegría, donde la tristeza ni el llanto tienen cabida. Al contrario, el escriba anima al pueblo a comer, beber y compartir con quienes no tienen nada. Jesús austeramente va al centro de su proclamación, a una asamblea que pende de sus labios: “hoy se ha cumplido cuanto han oído”.

El ambiente donde se dan ambas escenas es de mucha solemnidad, donde todos expectantes acogen inmediatamente el mensaje.

Este “recibimiento automático” de la palabra de Esdras y de Jesús tiene que ver con que ambos comunican algo interesante para los oyentes. Esto no quiere decir que con sus palabras complacen al público, sino que cuanto pronuncian tiene que ver con el cotidiano de las personas, con cuanto viven, para bien y en detrimento de su calidad de vida.

Esdras y Jesús conocen en su más mínimo detalle lo que viven, padecen y esperan las personas en su día a día. El conocimiento no les viene de “estar bien informados”, sino del encuentro constante con Dios Padre, dispensador de Amor a su pueblo, de mismo modo que nos lo tiene a todos nosotros.

La Buena Noticia comunicada es la esperada por Israel, responde a la esperanza que anida en el corazón, consciente de que su escucha activa los resortes interiores necesarios para que la Noticia se haga realidad.

Servidores de la Palabra
Esdras y Jesús se convierten así en ejemplos para todos. También nosotros somos invitados a comunicar hoy la Buena Nueva: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor», en palabras de Jesús.

Vivimos en un contexto político totalitario, arbitrario, improvisador; sufrimos el descalabro de los servicios públicos, que ha afectado las relaciones interpersonales, haciendo de nosotros “lobos” para nuestros semejantes, y un largo etcétera conocido por los venezolanos.

Los venezolanos estamos urgidos de buenas noticias. Constatamos experiencias de aquellos que han asumido el rol que en principio le corresponde al Estado, dando soluciones paliativas a problemas estructurales. Somos testigos de personas que comparten con otros desde su pobreza. Hay gente que invierte tiempo y energías en educación, elemento fundamental para la superación de la situación injusta que vivimos.

Queda pendiente la unión honesta y desinteresada de quienes nos duele nuestro pobre rico país, porque lo amamos. Permita Dios, ya que el domingo coincide con una fecha de tanta significatividad para los venezolanos, que aprendamos la lección del 24 de enero de 1958. Es decir, hubo una unión de voluntades para superar la crisis heredada del dictador.

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