Impotencia sexual
La erección constituye un símbolo de la masculinidad y juventud en nuestra cultura y su pérdida puede ser vivida por el hombre con mucha angustia, porque la palabra “impotencia” tiene unas connotaciones muy negativas.
El término impotencia (del latín impotens, “no poder”) se usa coloquialmente para hacer referencia a la falta, privación o carencia de poder, vigor, energía o la incapacidad para realizar y obrar algo.
En el ámbito de las relaciones sexuales la impotencia sexual, también conocida como disfunción eréctil (DE) o impotencia erigendi, es la incapacidad del hombre para obtener o mantener una erección del pene durante el tiempo suficiente para realizar el coito.
Obviamente experimentar progresivamente erecciones cada día más suaves y flácidas, no es un tema que al hombre le resulte cómodo hablar abiertamente, por cuanto forma parte de la vida íntima, además puede traer consecuencias indeseables en la vida personal del paciente, influyendo en sus relaciones y en su autoestima, pudiendo, incluso, llevar al paciente a la depresión.
La disfunción eréctil es una situación muy frecuente; se ha calculado que afecta en mayor o menor grado a la mitad de los hombres entre los 40 y los 70 años. La prevalencia aumenta con la edad y puede afirmarse con seguridad que todo hombre experimenta de vez en cuando dificultades para mantener la erección.
Su presencia produce gran repercusión emocional con cuadros de angustia, tristeza, irritabilidad que conduce a ser cada vez más reticentes a tener relaciones sexuales por “miedo a fallar” y, cuando las tienen, se obsesionan precisamente con lo que no pueden conseguir (la erección), desconectándose de los estímulos eróticos y bloqueando aún más la posibilidad de que la erección aparezca.
Es importante destacar que tener dificultad eventual en la erección no se considera como impotencia y pasa con todos los hombres, incluso con los más jóvenes. Para considerar una disfunción eréctil, el hombre necesita ser incapaz de tener o mantener erecciones en por lo menos 75 % de las tentativas.
La función sexual masculina es controlada por la interacción de los sistemas neurológico, vascular, hormonal y psicológico. Cualquier disturbio en uno de esos sistemas puede causar problemas de erección.
Dentro de los principales factores de riesgo se describen la obesidad, tabaquismo y comorbilidades como diabetes mellitus, hipertensión arterial, dislipidemia, cardiopatías, esclerodermia y la enfermedad de Peyronie.
Los estados de depresión, estrés, antecedentes de lesiones espinales o de eventos cerebro vasculares, la prostatectomía y la braquioterapia como tratamiento del cáncer de próstata conllevan un aumento del riesgo de desarrollar esta patología.
En alrededor de un 25 % de hombres que sufren de disfunción eréctil, la causa es medicamentosa. De igual forma la deficiencia de testosterona, se asocia a un aumento en la incidencia de la disfunción eréctil.
Actualmente existen muchos tratamientos eficaces y muy seguros. La modalidad viene dictada por el problema específico que causa la disfunción eréctil.
La mayoría de los casos pueden tratarse satisfactoriamente, motivo por el cual se recomienda, en caso de signos sugestivos de disfunción eréctil, consultar con su médico de confianza, quien podrá remitirlo al urólogo para establecer diagnóstico definitivo e indicar el tratamiento.
Dra. Fanny Quevedo
Médico Ocupacional
Especialista en Gerencia en Salud.
qcfanny@hotmail.com
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