Idealizar a la pareja y dejar de ser auténticos conduce a una relación irreal
Las relaciones de parejas son un desafío para las personas que la viven. No es fácil convivir en pareja, y mucho menos cuando vivimos tiempos en los que pareciera se apuesta más al divorcio o la separación que a la unión y la conformación de una relación estable.
El problema principal de las relaciones de pareja está centrado en el modelo de comunicación que hemos aprendido y que por diversas razones no hemos modificado. El mismo está caracterizado por discusiones, confusiones, irrespeto y una profunda desconexión con nosotros mismos y por ende con nuestra pareja.
Patrones y creencias que impiden una relación sana
Alrededor de las relaciones de pareja existe una serie de creencias, patrones e idealizaciones sobre cómo debería ser la relación, las cuales necesitan ser revisadas, conversadas, analizadas, procesadas y conscientemente cambiadas. De no hacerlo simplemente seremos una cifra más dentro de las estadísticas de divorcios, separaciones y abandono de hogar, lo cual podría evitarse si tan solo pidiéramos identificar las verdaderas causas de esta situación, y por supuesto buscar la ayuda necesaria.
Son muchos los hombres y mujeres que pasado un tiempo de la separación se dan cuenta que de haber tenido algunos recursos internos hubiesen podido mantener su relación de pareja. La mayoría de ellos han pasado de una a otra relación, en gran medida, apegados a los viejos patrones que les preceden. Otros deciden vivir solos para evitarse problemas, sufrimientos o el permanente control que la otra persona quiera ejercer sobre ellos, lo cual proviene también de experiencias previas, propias o de los padres.
Es importante tener en cuenta las características principales de las relaciones latinoamericanas: la infidelidad, la traición y el abandono, mayoritariamente del hombre. Esto hace que la mujer se desarrolle en un ambiente de desconfianza, maltrato y celos, convirtiéndola en una persona insegura de sí misma, sumisa y codependiente; sus principales aprendizajes han sido “los hombres son malos”, “no confíes en ellos, siempre mienten” “te dejan por cualquiera, amigas, cuñadas, primas o tías, no importa quien sea” y así un sinfín de mensajes que, por supuesto la llevan a dudar y querer “controlar” al hombre en todos sus movimientos, porque ella “no se va a dejar”. Por su parte, los aprendizajes del hombre, producto en general, del abandono del padre y en algunos casos de la madre, han sido que él es quien manda, domina, controla y miente. Esta mentira lo lleva a presentarse ante la mujer como alguien que no es, por miedo a ser abandonado o rechazado otra vez, desarrollando una personalidad “complaciente” que al pasar el tiempo desaparece.
Esta dinámica convierte la convivencia en una lucha de poder que termina n por cansar a alguno de los dos o a los dos y la vía más rápida que encuentran, indudablemente, es el divorcio o la separación, sin darse cuenta que están viviendo la historia de patrones ancestrales que pueden ser modificados si se hacen conscientes y se acciona para erradicarlos y comenzar de nuevo.
Muchos se preguntan por qué no se dieron cuenta desde el principio, la respuesta es porque al comienzo se vive una etapa de enamora-miento donde no se ven los defectos del otro ni se muestran los propios, para que la otra persona no se moleste, ni se decepcione o no se vaya. Al no superar adecuadamente esta etapa, la arrastramos hasta la convivencia o matrimonio y es cuando empiezan a salir los fantasmas y colapsa la relación.
Hacia una sana relación
Una relación sana depende de la sanidad de sus integrantes. Se basa en la aceptación incondicional del otro, de quitarse las máscaras, de reconocerse mutuamente, de sincerarse. Para llegar a ese nivel es necesario:
1. Conocernos, aceptarnos y mostrarnos tal cual somos.
2. Reconocer que el enamora-miento pasa y hay que darle espacio a la etapa de objetividad.
3. Hacer los ajustes necesarios para nuestra felicidad y la del otro.
4. Autoobservarnos conscientemente y observar al otro. Poniendo cuidado en las conductas, pensamientos, forma de trato, modelos de comunicación y manejo emocional.
5. Agradecer las virtudes, cualidades y habilidades de nosotros y de nuestra pareja. Hacer una lista es un buen ejercicio para identificarlas.
6. Comunicarnos asertiva y positivamente, de manera respetuosa, amable y cariñosa con nosotros y con la pareja.
7. Aprender a manejar las diferencias, conciliar, negociar y aprender a llegar a acuerdos en aquellos puntos que no nos gustan.
8. Sorprender a nuestra pareja, independientemente de la fecha y cuidando los detalles.
9. Mantener el proyecto de crecer juntos en todos los ámbitos de nuestras vidas.
10. Hacerle saber cuán importante son para nosotros y cuanto los amamos. @yamiletpinto
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