Felicidad
Uno
El domingo pasado, el P. Miguel Centeno olvidó una canción en plena trasmisión en vivo de la eucaristía que se ofrece desde la Capilla del Colegio Loyola.
Atrapado en semejante embarazo, el sacerdote optó por cambiar de canción recurriendo a otra bien conocida por él: “Felicidad”. Este evento no pasó desapercibido entre los seguidores de Instagram, quienes aplaudieron la ocurrencia del P. Miguel, viendo cómo ante un inconveniente de este tipo, reconoció públicamente su “falta” y volvió a empezar siendo la primera palabra que pronunció fue “felicidad”.
Dos
Celebramos el día de todos los santos el primero de noviembre. Las lecturas de la Biblia buscan resaltar esta festividad litúrgica, dándonos a entender que los “santos” son personas “felices”.
Ahora bien, cuando profundizamos en el mensaje bíblico, los autores cristianos entienden la felicidad en unos términos que no estamos acostumbrados a escuchar, definitivamente contrarios a lo que nos suelen “vender”.
Los santos son muchos. Y viven con Dios. Participan de la comunión que caracteriza a la familia que es nuestro Dios Trinidad. Ellos se han hecho merecedores de vivir en la casa que es Dios, precisamente porque se mantuvieron fieles incluso hasta perder la vida a causa de su fe.
Ellos son los testigos de la fe (en griego, “testigos” se dice “mártires”). Pero también son nuestros abogados de cara a Dios, pues interceden a favor nuestro. Por este motivo, recurrimos a los santos para llegar hasta el “Jefe”.
Tres
A diferencia de como nos han hecho creer, los santos son personas felices. Esto es lo que resalta especialmente el evangelio de Mateo en sus bienaventuranzas. Es decir, nos indican cuál es la vía para llegar a la felicidad plena. Y lo hacen a través de unos medios que, de entrada, parecieran ser lo opuesto a la felicidad.
La felicidad radica en la propuesta que Jesús nos hace, poniendo como ejemplo su propia existencia, la cual es la traducción perfecta de las palabras que pronuncia en el así llamado “Sermón de la montaña”.
Cuatro
He dicho que se nos han vendido ideas sobre lo que es la felicidad. Una de estas ideas es que la felicidad “llega”, ésta “toca a nuestra puerta” en un momento determinado de la vida, y nuestra tarea es procurar extenderla lo más posible en el tiempo.
En cambio, lo que las Bienaventuranzas nos indican es que la felicidad se construye: hay que trabajar por ella. La felicidad está en nuestras manos y depende en buena medida de nuestras acciones y decisiones.
La felicidad pide compromiso, y no se va de nuestro espacio cuando el dolor y el sufrimiento se hacen presentes. Porque la “clave del éxito” está precisamente en esta realidad, o sea, en ser felices en medio de las tormentas que se desatan alrededor.
La canción del P. Miguel Centeno dice: “Felicidad de vivir en tu casa…”. La felicidad es vivir en la casa que es Dios. Y vivimos en Dios cuando hacemos realidad las bienaventuranzas en nuestro cotidiano.
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