Opinión

El vuelo del águila negra (Anecdocuento)

Inconforme pero resignado al estigma de la banca se dispuso a matar el tiempo caminando por los pasillos donde un pote de jugo vacío tirado en el suelo le recordó sus ansias de goleador y le lanzó una patada.
José Viznel ÁLVAREZ
lunes, 24 mayo 2021

Los zapatos son los cauchos de nuestro cuerpo. La anterior sentencia pertenece a uno de los connotados filósofos que hacen y deshacen vidas en la panadería de Ciudad Bolívar ubicada frente a la plaza que lleva el apellido del prócer de las Queseras del Medio.

Los zapatos andan por todos lados, no son de aquí ni son de allá, son de todas partes, han dejado huella hasta en la luna porque aunque aquellos fueron la versión más tecnológica, algún zapatero debió haber aportado su arte en el proceso de diseño.

Por eso cada quien usa el calzado más adecuado para cumplir con sus ocupaciones, por ejemplo con los suyos Maradona destrozó todas las ligas donde jugó, y hermosas señoritas ganan los concursos de belleza.

De igual forma ocurre con Daniel, un alumno sobresaliente al que le gusta jugar fútbol y béisbol, y aunque no es novio de la madrina porque todavía no sabe nada de eso, todos los días sale impecablemente vestido para la escuela donde es el número 14 de la lista de la sección A de segundo grado.

Como es natural, la interacción con el grupo y la dinámica del aprendizaje no tarda en someternos a las pruebas propias de esa etapa de la existencia, y paulatinamente nos va enseñando que la vida tiene otros colores además del rosa, así es que la mamá de Daniel ha recibido varios reportes de los que él ha intentado defenderse con argumentos que ha tenido que eliminar por temor a unas supuestas cámaras con las que según su mamá, Dios está monitoreando sus actos desde el cielo.

Entre su vestimenta destacan unos zapatos negros marca Águila, a los que él llama las águilas negras, sobre todo en los juegos de fútbol que organizan para divertirse en recreo aun cuando no siempre lo incluyen en el equipo tal como sucedió aquel viernes.

Inconforme pero resignado al estigma de la banca se dispuso a matar el tiempo caminando por los pasillos donde un pote de jugo vacío tirado en el suelo le recordó sus ansias de goleador y le lanzó una patada.

El pote ni se movió pero una de las águilas negras sí lo hizo, la inquieta ave rapaz desplegó las alas sumiéndolo en una repentina sensación de frío en el pie que súbitamente quedó en orfandad de calzado.

Exclamó algo que sonó parecido a lo que dice su papá cuando no encuentra los lentes y levantó la vista en dirección al techo siguiendo la trayectoria del vertiginoso vuelo que pareció transcurrir en cámara lenta.

Fueron segundos agónicos durante los cuales aplicó toda su fuerza mental para desviar el zapato del curso de colisión para el que había sido programado inexorablemente por el destino, colocó los controles de auxilio en modo de súplica rogando que las leyes de la física cambiaran por lo menos en ese momento y desviaran al águila negra lejos del lugar de aterrizaje, pero su petición no tuvo respuesta satisfactoria, al contrario, el misil hizo contacto de manera perfecta contra la frente de una señora que estaba parada a unos 15 metros en el umbral de una puerta, y en el rebote le sacó los lentes y le arrancó de las manos el periódico que estaba leyendo.

Una carambola insólita que habría sido el orgullo del más curtido billarista, pero dado que la frente pertenecía a la directora de la escuela, Daniel desactivó todos los controles de emergencia, encendió el de resignación y con la moral en ruinas dejó que la justicia se encargara de su suerte.

Del libro Anecdocuentos y otras especies, del mismo autor.

viznel@hotmail.com

Ten la información al instante en tu celular. Únete al grupo de Diario Primicia en WhatsApp a través del siguiente link:https://chat.whatsapp.com/Iz9ipvYjAnxFCJcV5hWzES

También estamos en Telegram como @DiarioPrimicia, únete aquí:https://t.me/diarioprimicia

error: