Opinión

El quinto pasajero (Anecdocuento)

Al llegar a la esquina Juancito pisó el acelerador a fondo y viró a tal velocidad que los hizo bambolear a todos adentro, incluso a un quinto pasajero cuya presencia ellos ignoraban.
lunes, 07 febrero 2022

El argumento de la película “El octavo pasajero” está basado en una nave espacial y sus siete tripulantes que regresan desde otro planeta luego de una misión. En una parte del largo viaje, una falsa alarma de auxilio los conduce a aterrizar en un planetoide, donde luego de una buena tanda de peripecias, un alienígena ingresa a la nave y se forma el berenjenal.

El 24 de diciembre del año pasado, Juancito, Narciso, Rodrigo y Salvador, o lo que bien podría ser lo mismo que decir Zulia, Polar, Regional o Brahma, todos con más de 17 y menos de 20 años, reunieron suficiente plata para irse de rumba con sus amigos después de la cena navideña en sus respectivos hogares. Para tal fin Juancito le había estado rogando al papá que le prestara el viejo carro que tenía tiempo tapado con un hule en el amplio patio de atrás de la casa.

De hecho hasta hacía poco él lo había estado usando en calidad de préstamo indefinido para ir a la universidad, sin embargo estuvo a miles de millas de dar cabal cumplimiento a las estipulaciones del acuerdo, por lo que a pesar de los ruegos y promesas de buen comportamiento, tuvo que devolverlo. No obstante, en la tarde de ese día –después de casi un año suspendido– el señor Juan cambió de opinión, y bajo una cascada de euforia celebrativa, decidió reactivar el acuerdo, quedando entendido que se regiría por las mismas condiciones del anterior.

Los tres amigos de Juancito estaban presentes cuando el papá hizo su declaración, así que entre vítores de alegría y aplausos de entusiasmo corrieron hasta el patio, cada quien con su lata de cerveza en la mano. De un tirón quitaron el plástico que cubría el carro, le medio revisaron los aceites y el agua, calentaron el motor, lo sacudieron un poco por dentro y por fuera y salieron lentamente.

Al llegar a la esquina Juancito pisó el acelerador a fondo y viró a tal velocidad que los hizo bambolear a todos adentro, incluso a un quinto pasajero cuya presencia ellos ignoraban: una rata talla chigüire que le pasó sobre las piernas a Narciso y a Salvador que iban en el asiento de atrás; luego recorrió la espalda del chofer, y por un segundo se detuvo sobre la mano encervezada de Rodrigo, todo en cuestión de segundos.

De la garganta de Narciso salió un involuntario gritico femenil como el de una señorita histérica, Salvador dijo todas las groserías conocidas en la república, y las puertas se abrieron al mismo tiempo. En un santiamén los cuatro estaban parados en la esquina más lejana de la calle, viendo al carro que, rodando en solitario, remontó la acera y se internó por su propia cuenta hasta el corazón geográfico de un terreno baldío.

Unos policías que casualmente venían detrás, se bajaron corriendo de la patrulla y les dieron la voz de alto. Todos levantaron las manos sin soltar las cervezas, menos el quinto pasajero, que se bajó tranquilamente por el lado del copiloto, le dirigió una mirada casi despectiva al grupo, y salió en búsqueda de una morada más apacible, menos turbulenta.

Del libro (Inédito) Anecdocuentos y otras especies, del mismo autor.

viznel@hotmail.com

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