El Maestro: Sus dichas y desventuras
No estamos en fecha del Día del Maestro, ni nada que se le parezca. Lo que sí está claro es que, en honor de esos seres entregados a la sociedad, a la juventud y en general a todas las edades que los requieren debo hacer unos comentarios acerca de su labor como profesionales y como seres humanos en estos días de calamidad y desventuras por las que estamos pasando todos los venezolanos.
Porque, amigos míos ser maestro es poseer la fortuna de ser transmisores de evolución y sapiencia que se identifica con la construcción del espíritu y el talento del hombre, del niño especialmente, que además tiene en su mente y conocimientos prefijado el horizonte cultural inevitable para delegar su ser en otros seres sociales todo ello como factor estimulador y motivante hacia lo hermoso, lo bueno, lo útil de una total realización individual y colectiva de las personas, sea cual fuere su extracción social o cultural. No es fácil para él, pues instruye, pero también debe educar. Dar educación no sólo en lo cognoscitivo sino también en lo moral.
Los docentes, los MAESTROS, así con mayúsculas, tienen plena conciencia de la labor que como ciudadanos útiles a la sociedad desarrollan, de su misión, de los logros, éxitos y desdichas que como seres humanos pasan a lo largo de la vida profesional. No quisiera pecar con adjetivos de egocentrismo y falsas modestias, pero más son las satisfacciones que las desventuras. Desdichas, que no devienen de sus alumnos precisamente.
Por eso, vale esta frase (y muchísimas más): “No se olvide que lo que Usted ha realizado es muy valioso querido maestro! Sembró semillas, algunas pudieron caer sobre piedras y otras sobre tierra fértil. Estas últimas dieron frutos preciosos. Valió su esfuerzo y dedicación. Gracias, mi querido MAESTRO. ¡Muchas gracias!”
O, cuando alguien en forma inesperada, sorpresiva se cruza en su caminar. Lo mira afectuosamente, le estira sus brazos para abrazarlo y le dice: “Ud. fue mi maestro, qué de gratos recuerdos me trae”
Lo cierto es que no siempre son regalos como los mencionados. Para ir al grano, como dicen, quiero tratar sobre una interesante labor investigativa realizada por PRODAVINCI denominada “La promesa rota: el colapso de la seguridad social en Venezuela”, que recoge cómo es tratado el ciudadano venezolano, en específico el maestro no solo a nivel social, individual, sino más bien colectivo por parte del Estado venezolano en estas dos últimas décadas.
Por otro lado, afirma que: “Un profesor universitario retirado en 2020 debería recibir una pensión mensual de 77,89 dólares para que el seguro social le devolviera el valor de sus aportes al sistema. Un maestro debería recibir 32,65 dólares mensuales y un trabajador que ganó salario mínimo tendría que recibir 16,18 dólares.” Y, como algo más “gratificante” aclara PRODAVINCI, que un maestro venezolano que se retiró hace 20 años contaba con el equivalente a 116.795,32 dólares para los siguientes veinticinco años de su vida. Hoy recibiría solo 320,57 dólares. ¡Qué regalón!
Y, en cuanto a las pensiones, según este estudio en general, todos los venezolanos, que trabajaron y entregaron su vida a la sociedad, entre ellos por supuesto los maestros, persona que se retiró en octubre del año 2000 tenía la expectativa de recibir casi 93 mil dólares en pensiones mensuales por los siguientes 25 años, si se mantuviera fijo el valor de la pensión vigente para esa fecha. Veinte años después, alguien que se pensiona espera recibir en total 281,43 dólares por el resto de su vida.
Y hay más. El asombro es generalizado en el sector magisterial nacional, pero lo más detestable es la inopia y desparpajo de gran cantidad de “Cara E´ Tablas” pertenecientes al sector educativo del régimen venezolano. Agrega esa investigación que : “Un profesor que se retiró en septiembre de 2020 aportó más de 16 mil dólares al sistema de pensiones durante 20 años. Al valor actual de las pensiones, el sistema le devolverá 281,43 dólares por los próximos 25 años. El profesor tendría que vivir 1.459 años para que le retribuyeran lo que aportó.
Ese trato tan “desinteresado y benefactor” del régimen actual por sus maestros y por todos los venezolanos me hacen pasearme por recuerdos que nos dieron otras generaciones, por lo que me retrotraen a la época de aquella película “Al maestro con cariño”, que fue realmente un gesto de amor y agradecimiento a cómo se veía a estos profesionales. Por cierto, que el protagonista, Mark Thackeray (Sidney Poitier), no era maestro, era ingeniero en Comunicación, buscaba empleo y lo primero que consiguió fue el de maestro en una escuela de Londres : donde no hay normas establecidas y tampoco reglas claras.
En esta escuela recibían todos los estudiantes que eran rechazados de otras instituciones educativas por los malos comportamientos que estos reflejaban.
“El personal docente de esta escuela se había dado por vencido en sus labores y dejaban que los estudiantes hicieran lo que quisieran ya que estos eran apáticos, desorganizados y muy mal criados, la mayoría de estos estudiantes de hogares disfuncionales”.
Como maestro, tuvo muchísimos inconvenientes y altercados con sus alumnos le hacían la vida imposible, con bromas y malos tratos, muchos de ellos eran racistas. Sin embargo, el maestro, inteligentemente supo capear el temporal: “Con el tiempo el maestro Mark Thackeray se dio cuenta que eran alumnos con buenos sentimientos y los acogió hasta ganarse sus confianzas de esta forma les enseño a respetarse a sí mismo y a los demás y que la educación iba mas allá de los libros. Lentamente el maestro se convirtió en un guía para estos estudiantes que nadie valoraba. Logró finalmente cambiar la conducta de sus alumnos: incluso sus formas de vestir y de peinarse, Incluyendo aprendizajes sobre la higiene personal, sin dejar de valorar el cambio positivo que ellos habían tenido en su personalidad. Este es un ejemplo clásico de lo que representa un buen educador”.
Por tanto, esa película es un testimonio o exaltación en honor al maestro. ¡Lamentablemente esa no es la intención de los dirigentes educativos del actual régimen!
Otro mensaje en honor al maestro queda hermosamente descrito en la obra novelada de Mitch Albom, escritor, periodista, guionista, dramaturgo, locutor, autor de “Martes con mi viejo profesor” (1997), obra que narra las visitas y conversaciones sobra la vida y la muerte que mantuvo con uno de sus profesores universitarios, Morrie Schwartz, quien sufría una enfermedad terminal (esclerosis lateral amiotrófica).
Historia de la vida real. Muy aleccionadora y de gran profundidad espiritual y moral. Entre las cosas que conversaban durante todo ese tiempo se puede mencionar una frase que realmente demuestra cuál es la actitud de los maestros ante sus alumnos, aun siendo estos últimos personas adultas. La frase en cuestión fue una interrogante hermosa: “¿Has tenido realmente alguna vez un maestro? ¿Un maestro que te viera como algo en bruto pero precioso, como una joya que, con sabiduría, podía pulirse para darle un brillo imponente? Si tienes la suerte suficiente para encontrar el camino que conduce a maestros así, siempre encontrarás el camino para volver a ellos”.
Como conclusión de este artículo, sólo me resta el inducirles, recomendarles como tarea de enseñanza y aprendizaje a ustedes mis queridos lectores a buscar y leer a profundidad este libro del cual les hablo. No perderán su tiempo. Ganarán mucho.
“Uno recuerda con aprecio a sus maestros brillantes, pero con gratitud a aquellos que tocaron nuestros sentimientos” (Carl Gustav Jung).
“Un maestro afecta a la eternidad; nunca sabe dónde termina su influencia.”
(Mitch Albom, 1997)
Calgary, Canadá. 2022
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