Opinión

El arte de ser familia: Amar a los hijos es: ¿Protección o sobreprotección?

Ante la realidad de ser padres es imprescindible que revisemos las creencias personales.
jueves, 11 julio 2019

Una de las primeras misiones que inconscientemente nos forjamos ante la oportunidad de ser padres es la de brindarles protección. Hecho que más que instintivo, es un comando de nuestro cerebro reptil, que ampara la protección y supervivencia, conexión casi innegable del ser padres. Sin embargo, es importante que como padres tengamos claro la diferencia entre proteger y sobreproteger. Protegerlos ciertamente es un aspecto vital que implica respeto, cariño y seguridad cuya traducción o proyección en su vida se verá reflejada en su salud emocional y psicológica. En cambio, sobreprotección es un cuidado excesivo y hasta obsesivo, va más allá de lo razonable, una sobre indulgencia que termina incapacitándolos, limitando su autonomía e independencia, forjando en ellos una autoestima vulnerable, inseguridad o rebeldía, baja tolerancia y frustración, incapacidad para relacionarse, dependencia emocional.
Ante la realidad de ser padres es imprescindible que revisemos las creencias personales, porque muchos arrastramos falsas creencias donde el amor es sinónimo de sobreprotección y esto termina obstaculizando la labor que como padres tenemos de educarlos para la vida. Papas la sobreprotección es la desprotección más absoluta y radical que le brindamos a los hijos.
Muchas veces en nuestro accionar como padres sentimos mucho miedo que le suceda algo a los hijos, a que cometan errores, aunado a la resistencia que inconscientemente se produce para aceptar los cambios que se manifiestan en su proceso mismo de desarrollo, otras condicionales para sobreprotegerles.
Los padres que protegen y conscientemente asumen que educarles y formales es el arte de prepararlos para la vida, le brindan la oportunidad a los hijos de tomar sus propias decisiones, equivocarse y gestionar su propia vida desde el autoconocimiento personal, el conocimiento y la responsabilidad. Allanar su camino solo los predispone a resultados negativos.
Ahora bien, como poder reconocer el límite entre proteger y sobreproteger, aunque parezca complicado, lo esencial es tomar conciencia y buscar el equilibrio. Permitiéndoles espacios para valerse por sí mismos desde muy pequeños, por ejemplo al vestirse, al elegir ciertas comidas, al comer, al hacer algunas actividades en el hogar; permitirles enfrentarse a diversas situaciones aceptando el error como una oportunidad de mejora y aprendizaje, por ejemplo, dejar que resuelvan diferencias con sus amigos, en el juego, en el deporte, etc.
El objetivo primordial es más que enseñarles acompañarles a crecer y, crecer aunque nos resulte difícil es desprenderse de nosotros. Es amarles para que puedan volar, por sí solos. Enseñarlos a ser responsables es parte del trabajo, cada hijo es un mundo muy particular y cada uno aprende a su ritmo, en tanto, potenciar su autonomía es permitirles crecer con seguridad, es impulsarles a crecer y mejorar cada día para no depender de los padres, siempre con nuestra guía y supervisión.
Amar a los hijos es Protección, brindarle el cuidado, la atención, la seguridad y el acompañamiento que ellos requieren sin anularles y pretender que sean una imagen y semejanza de nuestros deseos y necesidades más internas. Amar es darle la libertad de explorarse, conocerse, descubrirse acompañados por sus padres; es permitir que enfrente dificultades sin que siempre sean los padres quienes busquen la solución.
Amar desde la protección es permitir que aprenda a pensar por si mismo. Que comparta espacios con otros niños o niñas acorde a su edad donde no siempre los adultos dirijan la interacción; es inducirlos a participar o aprender habilidades que requieran de una rutina, esfuerzo, constancia y disciplina.
Amar desde la protección es amarles en una dimensión afectiva que les brindará libertad interior y sentido crítico, es fortalecer sus alas para que su vuelo sea alto, vigoroso, constante e ilimitado, sabiendo cuando debe parar y recargarse; pero antes deben aprender a volar y aprender a volar es caer algunas veces.

(*)Terapeuta Sistémico familiar
Coach Profesional
Especialista PNL
@irmavcoach

 

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