Opinión

Don de gentes: Profesor Dr. Arsenio Macías

Él era el coordinador del área de economía y ciencias administrativas, fue mi jefe siendo él director del doctorado en ciencias administrativas, yo era profesor de varias cátedras de ese postgrado.
miércoles, 28 septiembre 2022

Hoy, un día cualquiera de 2022, quiero rendir tributo a un recordado y apreciado gran amigo y profesor, al Dr. Arsenio Macías.

Persona y ciudadano que ya no está con nosotros y que ahora está en otro nivel, en otro plano, cuando un mes de enero partió y está ante el Gran Arquitecto del Universo en donde estoy seguro está recibiendo todos los honores y bendiciones por haber sido un honorable, respetado y querido amigo y colega, reconocido por su Don de Gentes que le diferenciaba de otras personas. Fue buen padre y esposo.

Cuando alguien se refería a él como individuo y también como profesional, siempre había un gesto de agrado y hasta gratitud por parte de quienes lo nombraban. Nos conocimos en la Universidad Santa María, en el postgrado.

Tenía su carro Mercedes Benz, que lo cuidaba y mimaba cual un hijo. Él era el coordinador del área de economía y ciencias administrativas, fue mi jefe siendo él director del doctorado en ciencias administrativas, yo era profesor de varias cátedras de ese postgrado.

Él, era una persona no escandalosa, de hablar suave y pausado que mostraba con sus gestos la sapiencia y calidad de un verdadero maestro. En oportunidades, podía ponerse un poco, casi que nada, eufórico, pero sin perder la compostura de un gran hombre, honrado, inteligente y laborioso.

Siempre se convertía en un mediador convincente ante las dificultades propias y las de sus amigos en general.

Siempre, al reunirme a conversar con él sobre la academia o sobre la política o cualquier otra cuestión, me sentía como si estuviese dentro de la novela aleccionadora y muy humana de un “Martes con mi viejo profesor” escrita por Mitch Albom (1997), quien vivió una extraordinaria experiencia con su profesor, que le daba lecciones de vida y que tenía gran facilidad y habilidad para tratar con otras personas y relacionarse con ellas, atraer su simpatía, aconsejarlas o convencerlas de algo.

Mitch, recibía las mejores lecciones de vida de su antiguo profesor, Morrie Schwartz, que en el sendero hacia su muerte se deja ver como un maestro existencial. Morrie padecía de una enfermedad terminal.

Mitch, en alguna oportunidad se preguntaba como si fuese otra persona, otro alumno:

-¿Has tenido realmente alguna vez un verdadero maestro?-

Y, en respuesta se decía: – Un maestro que te viera como una joya, como un diamante en bruto al que podía pulirse para darle un brillo magnífico.- Tal cual ese viejo profesor tenía bien ganado el calificativo de Don de Gentes.

Pues sí, Arsenio era muy parecido a ese profesor. Era una persona agradable, empática con los otros, buscaba siempre ayudar a los demás y mantener una actitud muy cordial con cualquier persona, con generosidad, afable y buen conversador porque lograba conectar con su interlocutor y mostrarse interesado en lo que hablaban. Con mucha educación, y como señalé antes, con un tono de voz ideal, nunca se mostró exasperado, las personas se sentían entendidas y escuchadas.

Otra característica que resaltaba era su elegancia, pero entendida no en su aspecto sino en su conducta, un talante que suele ser muy atractivo en las personas. En síntesis.

Arsenio, fue un hombre a quien el calificativo de Don de Gentes es el reconocimiento a un venezolano de excelencia demostrada y ganada por su personalidad, su gentileza, su calor humano y profesionalidad como docente e investigador científico social.

“Los amigos que perdemos no reposan en la tierra, están sepultados en nuestro corazón”. (Alejandro Dumas). 

“Poseer el llamado don de gentes es una fortuna que no está al alcance de todo el mundo. Conquistar voluntades es más difícil que conquistar reinos”,
(El Gráfico – 1912).

“Una amistad delicadamente cincelada, cuidada como se cuida una obra de arte, es la cima del universo”
(José Ortega y Gasset)

“Al vivir con los demás en esta tierra necesitamos por fin reconocer la realidad de la fraternidad. Somos hermanos. Compartimos un destino común”.
Wilfred Peterson

Calgary, Septiembre de 2022

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