Opinión

Derecho en la tierra

Nuestro Señor Dios promete a su pueblo a través de su profeta Jeremías, un rey que gobierne con justicia y prudencia, estableciendo finalmente el derecho en la tierra.
jueves, 15 julio 2021

Los alrededores del Colegio Loyola Gumilla han cambiado de rostro, al activarse la estación de servicios más cercana: tenemos interminables colas de vehículos cercándonos, personas “haciendo vida” al lado de sus vehículos.

Quienes tienen la esperanza de llenar el tanque, se preparan lo mejor posible para pasar los días en una situación inexplicable e irracional. Con el correr del tiempo, los ánimos se exasperan dando paso a la protesta, al cierre de las vías de acceso, a las barricadas y gritos, a los razonamientos no ya desde la inteligencia, sino a partir del puño desenvainado, dando a entender que se sobrepondrá la voluntad del “más fuerte”. Es decir, “ellos”.

Lo apenas descrito me ha tocado padecerlo en par de ocasiones, cuando me he visto obligado a salir del Colegio. He tenido que enfrentarme a hombres agresivos, que bloquean todas las calles impidiendo el movimiento automotor, porque se sienten en su derecho de protestar, buscando llamar la atención de autoridades y responsables que atiendan su solicitud y puedan irse a casa con el tanque lleno.

Todo lo anterior da pie a un sinfín de consideraciones. A mí, me hizo pensar en la confrontación con “iguales” y en el desagüe injusto e inapropiado de las frustraciones de quienes pierden calidad de vida en situaciones inconcebibles e impensables algunos años atrás, especialmente para un país como el nuestro.

Derecho en la tierra
Nuestro Señor Dios promete a su pueblo a través de su profeta Jeremías, un rey que gobierne con justicia y prudencia, estableciendo finalmente el derecho en la tierra.

Vivir inmersos en una realidad deshecha, donde la fuerza física arbitraria y la lógica del “sálvese quien pueda”, pareciera nos están conduciendo al irrespeto de los derechos básicos inherentes a toda persona por el solo hecho de ser persona, convirtiéndonos en sujetos sociales que irrespetamos a todos, o somos irrespetados por otros, enturbiando el ambiente social, peleándonos mutuamente, faltándonos recíprocamente.

Ya no nos reconocemos. Cuando alzamos la mirada y miramos de frente a los demás, no vemos semejantes sino contendientes de los pocos bienes y servicios que aun quedan por distribuir. Cuando levantamos nuestros ojos y observamos a los otros, nos vemos a iguales sino al puerto de llegada de la agresividad contenida, fruto de la impotencia.

Estamos urgidos y necesitados de dirigentes justos y prudentes. Mientras llegan, estamos urgidos y necesitados de irradiar y establecer la justicia y la prudencia (el derecho, pues), como ingredientes necesarios que medien en las relaciones sociales.

Un lugar donde descansar
El evangelio del domingo narra que los discípulos de Jesús no tienen tiempo siquiera para descansar. La predicación y propagación del reino de Dios ha absorbido sus vidas. No hay reposo. Las fuerzas merman. Es “injusto” que tanto trabajo no vaya acompañado del merecido receso, donde se reponen las energías físicas, se aclara la mirada, se calibran los objetivos, se refrescan las razones que justifican las acciones.

No es igual poner a los pies de Jesús el cansancio típico del trabajo justo y bien hecho, que colocar una mesa de dominó en una cola para la gasolina, creyendo que se descansa mientras se espera. Acomodarse de esta forma a la situación imperante, no hace sino agotar más, diluyendo, por si fuera poco, los canales que pudieran revertir favorablemente las cosas.

Nuevamente hace acto de presencia en el evangelio un elemento fundamental para la instauración del derecho y de dirigentes justos y prudentes: la misericordia.

Cada vez que Jesucristo contempla la realidad que le tocó vivir, Él se compadece del dolor que padece su pueblo. El Señor no solo se preocupa por los suyos, sino que además le duele hondamente todos los males que injustamente viven; y actúa a partir de la compasión experimentada.

Más allá del mal sabor de boca que puedan producir episodios como los antes descritos, está el hecho de concientizar de que la mayoría de los venezolanos somos víctimas de este descalabro socioeconómico y político; para quienes tomen las calles como protesta deben escoger mejor el “lugar” donde su manifestación será más eficaz y consiguientemente más justa, porque pondrán sobre la mesa sus exigencias sin conculcar los derechos de otros ciudadanos.

Prudencia, justicia y derecho. Estamos necesitados, sedientos y hambrientos de estas realidades, de igual modo que estamos necesitados de ver cubiertos todos los servicios básicos que nos merecemos por el simple hecho de ser personas, de ser ciudadanos.

Ten la información al instante en tu celular. Únete al grupo de Diario Primicia en WhatsApp a través del siguiente link:https://chat.whatsapp.com/JAVT2QhoJnADuHBKsruJpd

También estamos en Telegram como @DiarioPrimicia, únete aquí:https://t.me/diarioprimicia

error: