Opinión

Derecho al orgasmo

En la fase de excitación del acto sexual, aumenta el deseo y la frecuencia del ritmo cardiaco.
sábado, 08 agosto 2020

Durante siglos, la sexualidad femenina fue un tema de carácter misterioso, complejo y esquivo, convirtiéndose en un tabú, lo que significa que dialogar de orgasmos sea más complicado, pues es la cima apoteósica del placer sexual.

Lamentablemente aún la sexualidad y el placer sexual están muy circunscritos de mitos y prejuicios, que amerita llevar a cabo conversaciones y discusiones sanas sobre el orgasmo, lo que en consecuencia reivindica nuestro derecho de tenerlo y buscarlo en el marco de una sexualidad plena.

El deseo y placer sexual es normal en todo ser humano, siendo potestad de cada persona decidir cómo va a desarrollarlo. En tal sentido, no pretendo discernir sobre aspectos morales de tener sexo y con quién.

Hay quien consciente decide la abstinencia sexual; quien gusta tener relaciones sexuales frecuentes con diferentes personas y quien solo tiene sexo con su pareja, en definitiva bien por ellos; lo que si nadie tiene, es la fórmula perfecta para el sexo; pero se considera el hecho de complacer a una mujer en la cama, una ventaja; si lo consigue, volverá y lo hará de nuevo.

El Día Internacional del Orgasmo Femenino, se celebra cada 8 de agosto, con el objetivo de proporcionar información sobre la sexualidad femenina, alentar las discusiones públicas de ella y otras materias relacionadas, que van desde la eyaculación precoz, la frigidez, hasta el placer en la tercera edad, sin prejuicios y sin tabúes.

Todo comenzó hace 19 años, cuando el Ayuntamiento de Esperantina, una pequeña localidad de Brasil, aprobó la declaración del Día del Orgasmo que había propuesto Arimaéia Dantas, concejal, quien alarmado por el dato procedente de un sondeo, refería que el 28 % de las habitantes del pobre y conservador Estado de Piauí, no alcanzaban habitualmente el clímax.

Debemos aceptar que ha sido una mala práctica, que parte de la educación sexual tenga su origen de un aprendizaje más de películas, revistas y de la pornografía, que de una fuente responsable, científica y real; sin lugar a duda esto genera un problema y percepción deforme de la sexualidad al legitimar estándares irreales.

El otro extremo es creer que la sexualidad es algo tan natural que no demande aprendizaje y ello implica uno de los mayores errores; hoy en día es público y notorio que la sexualidad se aprende continuamente y se disfruta.

Nuestro cuerpo, ante estímulo erótico, responde con una serie de cambios y respuestas orgánicas, como son la excitación y el placer sexual. La excitación hace que haya un aumento progresivo del deseo y anhelo de estimular y de ser estimulado.

Si no existen bloqueos por condicionamientos éticos y no hay inhibiciones ante la pareja sexual, la persona excitada responde de manera positiva ante contactos y situaciones que la llevarán a alcanzar el placer sexual.

En la fase de excitación del acto sexual, aumenta el deseo y la frecuencia del ritmo cardiaco, lo que genera un incremento de flujo sanguíneo hacia la zona genital; hay prominencia y endurecimiento del clítoris y los pezones; los labios mayores de la vulva se separan y los menores se endurecen y adquieren una coloración roja intensa. Simultáneamente, el interior de la vagina se recubre de un flujo viscoso y el útero ligeramente se eleva.

Una vez que la excitación sexual asciende a un máximo, comienza la fase de meseta, donde se intensifican las reacciones anteriores y la respiración se hace más rápida y entrecortada, el clítoris se retrae y se estrecha el canal vaginal. El clítoris suele ser central en la sexualidad femenina y muy importante para el orgasmo en la gran mayoría de casos.

El orgasmo llega con el límite de tensión sexual; en los genitales internos se generan contracciones uterinas, en los músculos pélvicos y ano; la aceleración cardiaca es mayor, la tensión arterial aumenta, la respiración se entrecorta aún más y hay una pérdida parcial sobre el control de la musculatura, además el organismo libera gran cantidad de hormonas relacionadas con el bienestar.

Después del orgasmo inicia la fase de resolución, donde desaparecen de forma progresiva, más o menos rápida todas las modificaciones corporales ocurridas durante el acto sexual y el organismo regresa al estado inicial de reposo.

Es esencial saber que el orgasmo femenino, no es igual al masculino:

A) La primera diferencia es que no tienen la misma duración. El femenino puede alargarse hasta los 20 segundos, mientras que el masculino oscila entre 3 y 10 segundos.

B) Los hombres sufren contracciones solo en la zona pélvica y genital, mientras que las mujeres pueden sentirlas en todo el cuerpo y experimentar infinidad de contracciones en un intervalo inferior a un segundo, lo que marca la intensidad del orgasmo.

C) El hombre necesita un período de tiempo para poder volver a mantener relaciones sexuales tras experimentar el orgasmo, ya que solo puede tener uno por acto. Las mujeres, por el contrario, pueden vivir orgasmos de forma simultánea y continuada, sin necesidad de detenerse tras disfrutarlo.

La salud sexual tiene derechos universales, que deben ser respetados, protegidos y ejercidos a plenitud. La importancia de educar en salud sexual estriba en dos supuestos: en primer lugar, un individuo más instruido en este aspecto de la sexualidad, será más responsable consigo y con los demás; y en segundo lugar, será una persona más respetuosa integralmente, que difícilmente incurra en discriminación de género o identidad sexual.

Dra. Fanny Quevedo
Médico Ocupacional
Especialista en Gerencia en Salud.
qcfanny@hotmail.com

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