Opinión

De la muerte a la vida

Pedro y Juan entran en escena, para constatar lo que María les ha comentado. El cuerpo de Jesús no está; solo quedan el sudario y las vendas.
jueves, 01 abril 2021

¡Cristo resucitó! Aquel buen hombre, juzgado injustamente y asesinado de la manera más ignominiosa, por el simple hecho de haber predicado y contagiado a otros con su reino de amor y fraternidad, Dios lo rescató definitivamente de los tentáculos de la muerte, inaugurando así una nueva vida de la que participamos también todos nosotros.

Uno
¿Cómo ocurrió todo esto? La impaciencia del amor expresado por Magdalena para con su Maestro la llevó bien temprano al sepulcro, buscando reparar la improvisación con que fue preparado el cadáver de Jesús. Pero el cuerpo ya no estaba allí. La tumba estaba vacía; y María vuelve sobre sus pasos para avisar a los discípulos.

Pedro y Juan entran en escena, para constatar lo que María les ha comentado. El cuerpo de Jesús no está; solo quedan el sudario y las vendas. Este “signo” le basta al joven Juan para creer que Jesús resucitó, como de hecho lo había predicado previamente.

Dos
Nuestras existencias permanecen ocultas con la muerte de Jesucristo. Así como el fue sepultado, nosotros estamos “enterrados” a la espera de resucitar como lo hizo Él, de manera que nuestras vidas brillen con su resurrección.

Lo que le ocurrió a Jesús, pasará igualmente con nosotros. Todos estos sucesos introducen en nuestro horizonte una nueva esperanza que viene a echar por tierra la idea equivocada de que estemos constituidos por dos “nada”: la nada antes de nuestro nacimiento y la nada después que morimos.
Somos antecedidos por la Vida, y la Vida es lo que se impone después de nosotros.

Tres
Brillamos con nueva luz y aspiramos a las cosas de arriba. Estas palabras quieren decir que nos sumamos a la obra de Jesús, dedicando nuestras vidas a predicar tanto bien presente con la persona y las acciones del Señor Nuestro.

La valentía proviene del Espíritu que nos dona Jesús Resucitado, y es este mismo Espíritu quien guía nuestros pasos y coloca las palabras indicadas en nuestros labios.

En nuestro país la muerte todavía capea por doquier. La resurrección del país parece exceda los tres días de Jesús, grano de trigo muerto y enterrado para dar fruto abundante más adelante. Morimos a causa de la pandemia, de hambre, en manos de delincuentes y en manos de aquellos que deberían cuidar de nosotros; morimos incluso en manos de grupos irregulares.

Venezuela se halla escondida bajo tierra, con sudario y vendas que la amordazan. Pareciera que el país se estancó en el Viernes Santo, y que el Domingo de Resurrección se aleja.

En este contexto de penumbra es que predicamos la Resurrección del Señor, pues su triunfo representa nuestro brillo y paso definitivo de la muerte a la Vida. Que así sea.

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