De inicio en inicio

El bautismo del Señor
El domingo celebramos la solemnidad del bautismo de Jesucristo. Cuando Jesús decide bautizarse, introduce en nuestra comprensión de Dios un elemento que frecuentemente no tomamos en consideración, o no le damos todo el valor y fuerza que posee.

Ciertamente, Jesús no necesitaba el bautismo que ofrece Juan el Bautista, que es un bautismo de penitencia y conversión. Nuestro Señor no orbita alrededor de estos aspectos, como buenamente nos lo ha hecho saber, o sea su vida tiene como eje permanente “estar en las cosas y en la casa de su Padre”, nuestro Dios. Y no obstante esto, opta por bautizarse, inaugurando así su “vida pública”, su misión.

Estamos estrenando año. La liturgia coincide en este con nosotros: el nacimiento de Jesús, su manifestación a la Humanidad y su bautismo están signados por esta realidad típicamente humana. Es decir, volvemos a empezar. Y con todo inicio, nuestra esperanza cobra nuevas fuerzas.

Veamos entonces cómo la decisión de Jesús de dejarse bautizar por Juan influye en nuestras existencias y opciones de vida.

Amor solidario por los excluidos de siempre
Israel vive la presencia de Juan como un don que Dios le ha concedido, para reencontrar el sendero extraviado o perdido por completo. Todos, absolutamente todos reconocen a Juan como un enviado de Dios. Él es un hombre austero y áspero, que no anda por las ramas a la hora de comunicar el mensaje divino.

La palabra que Juan proclama es acompañada por el símbolo del bautismo: quien es hundido por él en las aguas del Jordán no es el mismo que emerge del río. Se trata de una nueva persona; ha sido bautizada y ahora debe vivir de modo diverso a como lo venía haciendo. Esta conversión comportará sin duda alguna “penitencias”, es ir a contracorriente a como se vivía, rechazando incluso las sugerencias y presiones que provienen del grupo de pertenencia.

Nada de lo anterior aplica para Jesús; sin embargo, se bautiza. Hace fila con los pecadores, comparte con ellos y carga desde el comienzo con el pecado de todos ellos. El Señor se solidariza con todos aquellos que eran despreciados, juzgados por la sociedad que sistemáticamente los excluye.

La solidaridad de Jesús procede del amor que prueba por los suyos, que lo lleva a actuar de esa manera. Al inicio de su decisión de bautizarse está pues el amor incondicional de Dios, para quien nadie es un caso perdido. Este amor lo mueve a identificarse con su gente necesitada, pecadores no perdonados y expulsados del entorno.

Al inicio de este año, dos actitudes a tomar en cuenta
Entre las muchas interpretaciones que podemos dar al pasaje del bautismo del Señor, quiero privilegiar aquella que apunta a la inauguración de la misión de Jesús marcada por el amor solidario por todos. El bautismo es el “programa” de Jesús, de lo que vendrá inmediatamente a continuación, o sea la proclamación del Reinado amoroso e inclusivo de Dios Padre.

Las proyecciones 2022 para nuestro país hieren el espíritu dejándole una estela de tristeza, que atenta poderosamente contra la esperanza fruto de todo inicio, los nuevos aires que inhalamos del año nuevo. Lamentablemente, estos análisis son serios y están bien fundamentados en la realidad. No está de más pedir hasta el cansancio que no se cumplan.

Estando así las cosas, mientras reconducimos nuestras fuerzas renovadas por la esperanza, me parece debemos promover y proclamar dos actitudes que se expandan lo más posible. La primera es “nutrir” el interés por la suerte de la mayoría del pueblo venezolano, de manera que éste sirva de antídoto y propuesta diversa de lo que observamos a diario, es decir el desinterés de los dirigentes políticos por la situación del país. Hay que solidarizarse con el país, amándolo honestamente.

Este sentimiento apenas descrito se traduce en una segunda actitud: las mejores palabras son los hechos. Del mismo modo que Jesús concretó su amor solidario, colocándose en la fila y haciéndose bautizar, también nosotros debemos dar pasos reales, constatables, que apunten a mostrar el amor solidario que probamos por nuestra rica pero injusta e irresponsablemente empobrecida Venezuela.

Mantengamos alta la esperanza. Vamos de inicio en inicio.

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