Opinión

Cuenta La Leyenda: Sigue la guachafita

Todo el mundo se entregaba a estos excesos, tanto, que dos siglos después el mismo libertador jugó carnaval con agua durante su última visita a Caracas en febrero de 1.827.
sábado, 25 febrero 2023

Tal como dejé dicho al final de la columna la semana pasada: “sigue la guachafita” ya pasaron cuatro días de fiestas carnestolendas, hoy se celebra la octavita de carnaval, ¡!aquí en nuestro país no ha pasado nada, todo marcha de maravilla, el carnaval nos hizo olvidar de la escasez del combustible (gasolina) de la carestía de los alimentos necesarios, de sueldo mínimo, de la cantidad de personas pasando penurias, de la situación de los hospitales públicos, de la tristeza que se ve en las calles al ver personas en situación de necesidades extremas, suena feo, pero hay que decirlo, parecen “zombis” pero la otra cara es ver jóvenes y algunos maduros con enormes camionetas y vehículos que cuestan una fortuna, adquiriendo en los modernos bodegones cajas “espumosas y de alcohol 18 años y en la fachada colas de personas, bebiendo libremente, también nos hemos olvidados de Fospuca, nombre o marca nueva en el tapete que nos tienen a todos de cabeza, viendo para ver cómo va a ser la solución, también nos hemos olvidado que vivimos una época que éramos tres clases, alta, media y baja, pero hace ya pocos años somos dos clases ALTOS , y BAJOS y se puede decir que nació otra clase MUY BAJOS, no es misterio alguno de cuantas personas se nos han ido del país y como nos hemos dividido aquellas familias numerosas, ¿Cuándo nos volveremos a ver y abrazar? Muchos en Norteamérica, otros en Perú, Ecuador, Chile, Argentina, Brasil, en las islas del Caribe y otras tandas en Europa, los sortarios en Rusia, Irán, y muchos otros remotos lugares.

Sigue la guachafita

La guachafita de los carnavales callejeros de tras antaño había generado no pocas críticas y reprimendas. Los muchachos no se conformaban con mojar a las muchachas, sino que las zambullían en las pilas o fuentes de agua. Fue esta la situación que había preocupado al Obispo Diez Madroñero.

No le importaba tanto al estricto prelado que se lanzasen proyectiles de todo tipo; le preocupaban los retozos y juegos de mano y la bailadera del fandango, la zapa, la mochilera y otros ritmos “diabólicos”.

Fue debido a esta “justificada” aprensión que el ilustre prelado sustituyó el baile por rezos y procesiones. Pero como nada es eterno, después de abandonar la ciudad (en 1.769) se renovaron los juegos y las juergas con mayor brío.

Todo el mundo se entregaba a estos excesos, tanto, que dos siglos después el mismo libertador jugó carnaval con agua durante su última visita a Caracas en febrero de 1.827.

Casi a la mitad del siglo 19, en 1.839, John Williamson escribía:” Todo el mundo, inclusive los sirvientes, se consideran autorizados para bañar a quien se les antoja con agua y cascaras de huevo llenas de agua”.

El diplomático norteamericano consideraba que esta costumbre como “propia de niños, aunque en calles y casas la practiquen hombres y mujeres, niños y niñas con la misma vehemencia” José Manuel Páez, hijo del General Páez, también criticaba esta y otras costumbres, al señalar que a él no le extrañaba “que el carácter y la moralidad sean tan bajos en un país donde todos los hábitos y costumbres degeneran tanto en la vulgaridad, barbarie y sensualidad”.

¡A QUE NO ME CONOCES!
El primer carnaval propiamente organizado, surgió de los deseos que había manifestado el afrancesado General y Presidente Antonio Guzmán Blanco de la conveniencia de sustituir el bárbaro juego de gua por un carnaval “civilizado”.

La parroquia de Altagracia agarró la seña y tomo la iniciativa de celebrar el primer carnaval “decente” que conoció la ciudad. Esto ocurrió en 1873, y en los años subsiguientes, las demás parroquias siguieron el ejemplo con desfiles de comparsas a pie y a caballo.

Ya en 1.886 se anunciaba en carnaval de la Parroquia Altagracia con “cohetes, truenos y cámaras” paseo de carros y juegos de cintas, para lo cual se anunciaba, el lugar, la hora y el tipo de ambiente. Ese fue el “año trece del Carnaval Regenerado” lo cual corrobora que el relajo carnavalesco se había detenido en 1873, según los deseos civilistas de Guzmán.

En ese tiempo se cambió el agua, el azulillo, la harina, el negro humo y otras sustancias nocivas, por la colonia, los polvos de arroz, las serpentinas y los confites, las flores y los caramelos.

Entonces surgieron los desfiles y carrozas que eventualmente darían lugar a una sana competencia entre las parroquias y sus reinas de carnaval, las cuales tuvieron su última manifestación real en los años cincuenta durante los carnavales del Nuevo Ideal Nacional de Pérez Jiménez.

Contrastan estos carnavales civilizados-para los del Centenario 1883. Se mandó a pintar las fachadas de las casas-con aquellos de desmedida diversión callejera que caracterizaron a los que tuvieron lugar en tiempo de Castro, quien celebraba los suyos con grandes saraos.

Los carnavales de su época fueron los más rumbosos de todos y fue el quien, para prolongar la gozadera, inventó la “octavita” el sábado siguiente de los reglamentarios tres días, que cambió para cuatro (comenzando el domingo) entonces se incrementaron los quioscos y templetes donde se instalaban los músicos, los cuales también tocaban en las plazas públicas para el pueblo.

AQUÍ NO HA PASADO NADA, En estos días de carnaval del año 2023, muchas comparsas, disfraces, caravanas, reinas, calipso y Steel Band en la conocida avenida Gumilla de San Félix, fueron solidarios y se bailó, tomó y festejó, olvidando todas las cosas malas que nos suceden a diario.

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