Cuenta la leyenda: Satchmo, on the rocks
Entre los personajes que visitaron nuestro país en los años 70, podemos recordar al máximo exponente de la trompeta la cual ejecutaba de manera increíble…
En el mundo de la música no falta quien sostenga que no hay cosa más difícil que tocar bien una trompeta. Nada mas complicado y doloroso. Mejor ni hablar cuando el arte de soplarla se consigue a través de las casualidades de la vida; sin mediar otra preparación distinta a la destreza propia en ciertos músicos a quienes todo, hasta el duende artístico, le ha llegado desde un medio ambiente precario, tan solo trastocado por una sensibilidad personal extrema, muchas veces tan extraña como deslumbrante. Me refiero a Louis Armstrong, este negro, con su oído súper sensible, escuchaba una conga, que transmitía un radio amarillo, una sinfonía que salía de otro aparato color oscuro; un porro que estaba sonando desde un aparato de mesa; una guaracha escandalosa, levantándose de desde el radiorreceptor que estaba tirado en el suelo, cerca de la cama y su propia trompeta, que irrumpía desde la cinta magnética, se deslizaba en un grabador colocado en la peinadora antigua. El desparecido, pero muy recordado periodista Óscar Yanes, decía en una entrevista en la revista Elite: Louis “Satchmo”Amsstrong, quien llegó a Caracas el 29 de noviembre hasta el 4 de diciembre, dispuesto a ofrecernos a todos sus admiradores, mediante su carismática presencia la esencia misma del mas importante solista del jazz, decía Louis: la trompeta le arranca el corazón a uno. Le destroza los labios… mis labios son como los grandes héroes de la guerra, cada herida os hace más valientes. En una pregunta que se le hace preguntando si en alguna ocasión había asegurado su boca, dijo tajantemente: “no, por que si no también tenía que asegurarme el corazón, el jazz es corazón, la habilidad y las facultades físicas son importantes, pero eso no es todo. Es necesario el corazón … porque si pierde el corazón no gusta a nadie, uno debe tocar para gustar a la gente”.
Puede que a uno le guste o no el jazz, pero también puede ser que no se tenga ningún interés por las venturas o miserias de un trompetista-cantante, pero ¿se puede permanecer frío frente a la cercanía del genio, de este hombre “negro betún reluciente, bocaza retorizada… sonrisa del piano y abierto corazón, un poco como de niño consentido, así era Louis Armstong, en otras palabras un hombre que tenía el corazón como un caja de música.
Otra pregunta del periodista Óscar Yanes, a la cual el respondió inmediatamente. -¿es verdad que usted se negó ir a Rusia enviado por el Departamento de Estado, debido a al escándalo por la segregación racial en LittleRock? Dijo ante la extraña pregunta, dando una dirección, un nombre raro, “ese tipo de preguntas la remito ahí, allí vive mi representante, el contesta estas cosas”, a todas estas los periodistas protestaron… aquí se dijo… el cable trajo una declaración suya, nuevamente Louis repitió de manera imperturbable: Yo no se nada de eso, en ese momento el reloj marcaba las 10 de la mañana, pidió le sirvieran un whisky. -¡On the rocks! ¡Pero nunca en Little Rock, esta fue la única alusión política en la entrevista! Hubo otro incidente, el cual se reseñó como cierta negativa inicial de la gerencia del Hotel Tamanaco, a dar hospedaje al distinguido huésped y a todos sus músicos y acompañantes, por falta de habitaciones disponibles, cuando por otra vía se supo que el hotel estaba vacío.
Por encima de impresiones físicas, incidentes o circunstancias mas o menos adversas, en el acto de cantar y tocar la trompeta estaba la esencia del ilustre visitante. Cómo fuera, dónde fuera, con bienvenida o discriminación, su asunto apuntaba a darle a la trompeta y al canto sin cesar, una, otra y otra vez; entregar el cuerpo, los ojos, el gesto, los impresionantes ojos desfachatados, todo esto en función de capturar la atención de quienes pagaron para verlo actuar.
La presentación televisiva dejaba positiva huella en público y periodistas, al acto de tocar con el corazón hasta más no poder, convertido en consigna con la que había dado varias vueltas al mundo, imponía la impresión d un artista entregado a una profesión donde no vale el cansancio. También tuvo la presentación en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, la misma noche actuó en el Hotel Ávila, donde alternó con la Orquesta de Aldemaro Romero, al siguiente día cumplió compromisos con el Ministerio del Trabajo: el cartelón publicitario decía: “el primer trompetista del mundo, invitado de honor del programa de los trabajadores de Venezuela” esta fue trasmitida por cadena nacional de radiodifusión desde el Anfiteatro José Ángel Lamas (Concha Acústica de las Colinas de Bello Monte) y no podía faltar para el publico en general la presentación en el Nuevo Circo de Caracas, una popular despedida, la entrada fue 3 y 6 bolívares, donde hubo una falla, nadie o casi nadie asistió. Algo falló con Armstrong y Caracas, el recuento de la visita no resulta tan favorable como presagiaba el entusiasmo del recibimiento. De hecho, esta historia termina siendo casi una mini crónica de auge y caída, de reseñas positivas pero desaliñadas por conciertos con muy pocos aficionados, porque el cálido aplauso del Aula Magna, jamás se repitió. El derrumbe llegó a tal punto que para la presentación final, “popular despedida”, lo del cartel anunciando “para que nadie… nadie… se quede sin verlo había perdido todo sentido hiperbólico al convertirse al en un deseo terriblemente textual del promotor. A todas esta, al final, Louis se sintió muy deprimido y dijo “jamás volveré a Venezuela”
Breve historia del maestro de swing
Hay quienes imponen a Nueva Orleans, como lugar y fecha de su nacimiento (4 de julio de 1900) otros le regatean la feliz coincidencia patriótica norteamericana al hablar de un día incoloro del año siguiente, o peor aún, de una fecha para siempre incierta dando el humildísimo origen del artista. Como sea nadie discute que con Armstrong coincide el comienzo del jazz y el comienzo del mismo siglo. En la década de 1920, el muchacho se desarrolla musicalmente bajo la tutoría trompetistica del Joe King Olivier a través del primigenio estilo propio del barrio Storyville. Luego en la fundación del swing con la orquesta de Fletcher Henderson, el tipo que inventó el Big Band, las grabaciones con los Hot Five o Hot Steven; entre las décadas de 1930-1940, mediante la fama de imbatible improvisador, virtuoso de la trompeta y del canto se procura de una imagen que gana notoriedad universal. De resto, el transcurrir de las décadas siguientes hasta su muerte en el año 1971, obra para reconfirmarle el calificativo de genio de la expresión musical del siglo, emotivo cantante de voz primitiva a veces desprovistas de palabras, artista de presencia iconográfica; maestro absoluto a quien todo ejecutante del género, sin distinción de época o tendencia, le queda necesariamente referido , cual punto d partida casi genético, por haberle empadronado el rol mismo de lo que significa un solista del jazz.
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