Cuenta La Leyenda: Recuerdos de anécdotas sucedidos en el Hotel Intercontinental Guayana al comienzo de sus operaciones en los años 70s

El 1ro de enero del año 1975, el presidente de nuestro país Carlos Andrés Pérez, nacionalizó la industria del hierro. Al efecto ser realizó un acto en la cumbre del Cerro Bolívar, en plena mina del mineral, en Ciudad Piar, donde llegamos en horas muy tempranas los encargados de realizar las fotografías en espera de la presencia del presidente, los ministros invitados, miembros de diferentes partidos políticos, presidentes y altos ejecutivos de diferentes empresas.

Como dato curioso, hubo un retardo en la hora acordada ya que al presidente se le había descosido el pantalón en la parte trasera y hubo que solicitar los servicios de una dama del lugar que realizara la reparación, (que honor para esta señora) después de esta noticia que de inmediato recorrió el mundo, constantemente nos visitaron (por invitación del ejecutivo nacional) cantidad de jefes de estados, príncipes, primeros ministros etc, claro nos estábamos convirtiendo en un punto muy codiciado en el globo terráqueo para muchos países.

En cada ocasión que llegaba uno de ellos, tales como el primer ministro de Alemania, el príncipe Carlos, de Inglaterra, entre otros, los cuales podían observar con sus propios ojos la bonanza de nuestro país, nuestra bella geografía, los paisajes guayaneses los mismos que desde la parte alta del Hotel Intercontinental se pueden divisar, las visitas a los parques La Llovizna y Cachamay con sus bellas caídas de agua, también el parque Loefling, la unión de nuestros dos emblemáticos ríos, el Orinoco y Caroní, a las empresas básicas en sus mejores momentos.

Con mucha dificultad podían decir “no vale la pena” todo esto lo vivimos y palpamos los habitantes de esta región en esos años dorados.

Pero… entre estos ilustres visitantes, el día 5 de mayo nos llega en visita oficial por cinco días el señor Mohammad Reza Palevi, Sha de Persia (más conocido como Sha de Irán) último Emperador de Irán, acompañado con una bellísima dama quien fue su esposa, la Emperatriz Farah Diva, también muy protegido por un enorme anillo de seguridad con funcionarios iraníes y venezolanos, el encuentro con nuestro presidente Carlos Andrés Pérez, fue en horas del mediodía en los elegantes salones El Dorado, piso seis del Hotel Intercontinental Guayana.

La visita de personas invitadas fue muy estricta, mi persona corrió con la suerte que en ese momento aparte de ser el fotógrafo oficial del Hotel, también estaba identificado con un pase en el pecho que decía CVG y de la misma manera era fotógrafo de la Gobernación, para complemento y por pura casualidad me había colocado un traje muy similar a los funcionarios policiales, por lo cual no tuve dificultad de acceder al salón y por sugerencia del Gerente señor Franz Moser, subí por el ascensor de servicio, ya en el salón ocupo estratégicamente mi lugar, desde donde pudiese disparar mi cámara sin obstruir absolutamente nada, donde de verdad fue preciso para lograr excelentes tomas.

Aproximadamente a las 2 y medio de la tarde, culmina el almuerzo, abrazos, manos estrechadas, manos en el hombro, muchas sonrisas, mucho ánimo, despedida y hasta luego.

Ya a esta hora el salón estaba totalmente solo, yo me quedé de ultimo para recoger mis equipos; para la realización de este magno evento, se ocuparon también a muchos comercios y personas de la ciudad, uno de los más importantes fue el recordado doctor Iscilio Crisci, pero sus servicios no fueron como galeno, recordemos que él tenía en su residencia (un bóngalo) al final de la avenida Las Américas, donde tenía una variedad de animales, en cautiverio: un tigre, una enorme serpiente, oso hormiguero, tucanes, guacamayos etc, y una colección enorme de bellas y únicas plantas de orquídeas, me atrevo a decir que existían más de 2.000 plantas en unas condiciones bien aptas para su desarrollo.

Okey al doctor le habían exigido lo mejor que tuviese, no importaba su valor (aunque el, no cobró nada) la orquídea mejor cultivada, la cual preparó científicamente para que se mantuviese bella y fue colocada en un estuche transparente, cuando termina la reunión esta orquídea la observé abandonada en una mesa, viendo que nadie le había dado importancia la metí en uno de mis maletines, me fui a mi residencia y le dije a mis esposa “mira… lo que te traje”, luego me recosté a reposar el cansancio, en pocos minutos suena el timbre del teléfono y me dice uno de mis hijos te llama el señor Franz Moser, al responder me pregunta de esta manera; ¿Lucero, tu no vistes una orquídea en el salón?

La repuesta fue positiva, nuevamente y con voz de preocupación me vuelve a decir: “Lucero, ese es la orquídea que se le obsequió a Emperatriz Farah Diva, tráela rápido, corriendo que ya ellos se están despidiendo para partir” yo de lo más relajado le digo: estoy cansado. Es más, era de la Emperatriz, ahora es de Beatriz, ya yo se la regalé, porque el que da y quita el diablo lo visita.

Afortunadamente no sucedió más nada, sino un descuido o un olvido, y por qué no, hasta una descortesía al haberla colocado en una mesa cualquiera sin ninguna importancia.

La presencia material de esa orquídea duró varios días, de la misma manera, es que era tan linda y grande que le tome varias fotografías por diferentes ángulos y luego la presenté en varias exposiciones, aquellas que presentaba cada año, incluso en el viejo aeropuerto se mantuvo una de ellas durante varios meses con otros motivos en tamaño de 1,50×1,50mt.

Moraleja: cuando alguien le obsequie algún presente, por pequeño, sencillo o insignificante que lo considere, tómelo con cariño y trate de conservarlo, son gratos recuerdos.

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