Opinión

Cuenta La Leyenda: Recordemos personajes importantes que nos visitaron

Para entonces la fama se le había venido encima, al igual que el desprecio de renombrados colegas en el mundo. Pero el siguió trasplantando.
sábado, 26 abril 2025

En la actualidad muchas personas están padeciendo del corazón, -la razón es obvia- estamos viviendo una época totalmente diferente a la nuestra en la juventud.

Los costos de las consultas no son compatibles con la economía familiar, de la misma manera el valor de los medicamentos (si es que se consigue) son altos, y no quiero decir que es culpa de los especialistas; ellos al igual que todos también sufren las consecuencias.

Y si puedo afirmar con certeza que: Aquí en Puerto Ordaz, tenemos unos y unos excelentes cardiólogos. Y me consta personalmente que, en muchas ocasiones, cumplen con su juramento hipocrático, o sea, ven las precarias condiciones del paciente y son incapaces de cobrar, y si tienen a la mano el medicamento terminan su labor obsequiándole el necesario.

Me gustaría poder nombrar a cada uno de ellos, pero no quiero ser culpable de obviar a alguno, pero sí pido un aplauso y el reconocimiento.

Ahora sí voy a recordar a uno de esos personajes importantes que nos visitaron, recuerdan a Christian Barnard, el fue uno de ellos.

Como curar un corazón herido- su porte no tenía nada que ver con el de un hombre acostumbrado a entenderse con vísceras y músculos.

Nada más alejado de su imagen sudorosa sobre una sábana tan ensangrentada como la bata que cubre su cuerpo. Alto y espigado, deportista más que cirujano, fue, sin embargo, el artífice de todo un milagro, el trasplante de un corazón humano.

En Sudáfrica, no solo se producen grandes talentos, para el rugby. Ese fue el gran comentario cuando pisó tierra venezolana.

Barnard, llegó a decir: “El que está satisfecho con la vida, es un tonto” con esta frase el médico sudafricano tal vez llegó a oídos conformistas, peró dejo en claro la verdad que comprimió su vida y hazaña profesional: la ambición.

Cuando este médico sudafricano realizó el primer trasplante de corazón, conmocionó al mundo entero, al mismo tiempo que el rock de Jimmy Hendrix, y… la minifalda.

Hasta entonces en el año 1967 solo se habían hecho cirugías cardiovasculares, algunas técnicamente más difíciles que un trasplante.

Este tipo de intervención la estaban ensayando muchos cirujanos en el mundo en perros y monos. Pero realizarlo en humanos era como llegar a la cima del Everest.

Hasta aquí llego Barnard el 5 de diciembre de 1967, cuando confluyeron las condiciones indispensables para la operación. Aquellas que decenas de médicos esperaban, como una ansiada conjunción astronómica; donante disponible, receptor arriesgado y compatibilidad entre ambos.

LAS COSAS CUANDO SE VAN A DAR, SE DAN; ese día falleció Denise Ann Darvall, de 24 años de edad, en un accidente automovilístico, cerca del Hospital Grotee Schuur, donde trabajaba el doctor Barnard, y… allí estaba hospitalizado el paciente Louis Washkkansky, un hombre de 58 años con un corazón tan enfermo que su única esperanza de vida era reemplazarlo.

Al verificar ciertas variables, Barnard consiguió que el padre de Denise consintiera en donar de su hija. Entró al quirófano con su equipo – 30 personas entre cirujanos, anestesiólogos, patólogos, enfermeras, técnicos y luego después de cinco horas de trabajo hizo historia, el paciente salió vivo de la operación y, aunque sobrevivió solo 18 días Barnard obtuvo el reconocimiento mundial.

Cuando los periódicos sudafricanos difundieron la noticia, Barnard se montó en la ola de la fama que brevemente atisbó en años anteriores cuando trasplantó una segunda cabeza en un perro.

El acontecimiento generó un sismo en el mundo científico, que fue afianzado cuando logró un segundo trasplante de corazón un mes después, el médico Philip Blaiberg.

Para entonces la fama se le había venido encima, al igual que el desprecio de renombrados colegas en el mundo. Pero el siguió trasplantando.

“Me parece absurdo que el atleta que acaba de hacer una gran carrera se eche luego a dormir”, dijo en aquel momento un reconocido periodista en Caracas, con lo cual también se causó polémica.

Barnard, pisó tierra venezolana (Maiquetía) por vez primera el día 21 de febrero de 1968, venía de Buenos Aires con destino a Puerto Rico, solo fue un “toque técnico” pero no escapó a la vista de los fotógrafos y periodistas, causando un furor mediático, igual sucedió en los otros países visitados, el periodista destacado en el aeropuerto reseño así: “desde las dos de la tarde, un pequeño público, en el que figuraban universitarios y estudiantes, se había arremolinado en las proximidades de la aduana, para mirar aunque fuera de lejos, al ilustre personaje que ha introducido un gran viraje en la ciencia quirúrgica de nuestro tiempo ¿es que acaso retorna Rómulo Betancourt” preguntaba un pasajero desprevenido. Llego entonces una figura “espigada, impecablemente vestida, en vez del gran cirujano que era, parecía mas bien un adolescente que acaba de ganar un torneo de tenis” fue recibido por un grupo de médicos venezolanos, entre ellos Alberto Paris, Elías Rodríguez Aizpurúa, Reinaldo Doubal y Antonio Sucre, este grupo le extendió una invitación formal para el mes de mayo, cuando concretó su primera visita.

El doce de mayo fue declarado Huésped de Honor de la ciudad de Caracas. Expuso ante un panel de expertos y periodistas durante cinco horas los alcances de su operación. Con el padre Pedro Pablo Barnola y el jurista José Gabriel Sarmiento Núñez, repasó las implicaciones éticas y legales de la nueva intervención.

También dio una conferencia en la Academia Nacional de Medicina y visitó el Hospital de los Seguros Sociales.

El 13 de mayo visitó el Hospital Vargas y examinó a un paciente del sanatorio antituberculoso Simón Bolívar para ver si era apto para un trasplante. Luego el presidente Raúl Leoni le impuso la orden Andrés Bello en La Casona.

Prosiguió al Hospital Central de las Fuerzas Armadas y al Aula Magna, donde fue recibido por 5 mil estudiantes que llenaron la sala. El rector de la UCV Jesús María Bianco, le confirió la orden José María Vargas.

No le importó la solemnidad del acto en la sala, para bromear con los estudiantes y les dijo: “les tengo una mala noticia, me acaban de nombrar profesor de esta universidad”

Luego después de todo este trajín y la critica de muchos médicos, el doctor Ricardo Molina Martí, medico del Instituto de Cirugía Experimental de la UCV, metió el dedo en la llaga, diciendo que la andanada de cróticas era producida por “celo profesional”.

“El triunfo de Barnard, debe servir para afianzar los derechos morales, humanos y biológicos que todo hombre tiene de querer prolongar su existencia”

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