Opinión

Cuenta La Leyenda: Recordando momentos y sitios gratos

Si se observa el edificio en la parte frente al C. Cívico, veremos que en la esquina del lado derecho estaba un cafetín de un señor de origen colombiano de apellido Martínez.
sábado, 10 diciembre 2022

…en el momento cuando me cita a una reunión la directora del Diario PRIMICIA, Amina Escalona, para invitarme a escribir una columna en ese conocido y prestigioso diario, no daba crédito a lo que estaba sucediendo, con cierto nerviosismo acepté el reto, se realizó el plan de trabajo, como siempre he sido apasionado lector y me gusta escribir, me pareció que esto debía tener una unión a esta ciudad donde ya cumplí 58 años de mi llegada, a la que empecé a amar, conocer los sitios de interés, su agradable gente, los primeros que llegaron, las empresas básicas y no básicas, el desarrollo vertiginoso de los primeros 50 años, muchas historias y material a granel.

En estos días de fin de año, la nostalgia y el recuerdo se apodera más del ser humano, ya, en otras ocasiones he relatado tanto del lugar donde nació la ciudad, pero en cada ocasión aflora algo nuevo, o que, ha sido olvidado, por lo tanto seguiré escribiendo, y así la generación de relevo se enterará cómo sucedieron; en otras ocasiones he recordado que: “cuando fui muchacho me encantaba hablar y oír historias de los viejos, y ahora que estoy viejo (ya cumplí en el mes de septiembre 80 años que vine al mundo) disfruto conversar con los muchachos”.

De estos ochenta años, han transcurrido 58, cuando en una madrugada del año 1964, el autobús que me trasladó con mi familia, se estacionó frente a un enorme árbol, de los llamados aceite, que ha sido fiel testigo de muchas cosas sucedidas, y ahí se mantiene firme como soldado cumpliendo una orden, a la entrada del Centro Cívico por el lado donde está la Iglesia Nuestra Señora de Fátima.

Ahí han pasado millares o tal vez millones de personas, sacerdotes, profesionales de diferentes áreas, estudiantes, artistas de cine, cantantes, militares, ejecutivos, obreros y todo lo que se pueda imaginar escalando las escaleras de concreto, para asistir a la misa o pasear y disfrutar la bella plaza donde reposa una enorme piedra como testigo de la fundación de Puerto Ordaz, el día 2 de febrero del año 1952, por ese mismo trayecto tantas personas que fueron constructores de una u otra manera de Ciudad Guayana.

Aprovecho para aclarar, no se debe decir que somos fundadores o pioneros, es un error, somos forjadores, antes de yo llegar, ya habían llegado muchos de diferentes lugares de nuestro país y de otros países de los cuales aún quedan varias familias y viviendo con tristeza el cambio que ha dado la ciudad.

Bien, yo venía como muchos, buscando un cambio de trabajo o un mejor salario, sin imaginar que a mis espaldas se estaba construyendo un nuevo edificio donde iba yo a desarrollar mis conocimientos, pero vuelvo, en el Centro Cívico estaba todo lo que pudiese necesitar una familia para vivir feliz.

En la parte baja la panadería (Sr. Pepino) subiendo a mano izquierda el comisariato (Sr. José E, Coraspe) al lado la cafetería y librería “Book Store” (hermanos Guerrini) luego el cine Ordaz (Sinecio Alfonzo) siguiendo en la esquina Almacenes El y Ella (Sr. Febretti) al fondo, oficinas de la línea aérea Avensa (Sr. Velarde) diagonal, a mano derecha, oficinas de la línea aérea Aeropostal (Sr, Zapata) al lado The Royal Banks of Canada (Sr. García) después Correos de Venezuela y Telégrafos de Venezuela, al lado la Barbería Tony (Gerardo Izzo) continua Farmacia Ordaz (Dr. Virgilio Vivas) finalizando ese pasillo con Mueblería Caracas (José Tabet) en el pasillo siguiente Comedor Popular, finalizando en el Club Arichuna de empleados y obreros de la Orinoco Mining Company, cerrando con la Iglesia y a un lado la piedra fundacional, eso siempre fue y seguirá siendo el símbolo de la fundación de la ciudad.

Ya la ciudad crece y comienzan los bancos a abrir sucursales y agencias, los constructores empiezan a su labor de levantar edificios, el primero fue en la entrada de Castillito Edf. Ponta, construido por Othefra (hermanos Fratini) por encargo de Eliseo Ponta, luego el Edf, Yocoima, después el Edf. Riviera, el C. C. Falcón etc, aun AltaVista permanecía incólume, pero mientras tanto calladitamente, los propietario de Cines Unidos en un lugar muy estratégico, a un lado o frente al Centro Cívico construían el Centro Comercial Caroní, y es el lugar donde comienza mi carrera acompañando a un italiano muy adelantado a la época, excelente fotógrafo, llamado Luciano Scamuzzi y lo acompañaba su señora esposa Dina Acosta de Sacamuzzi, aquí voy a realizar la misma historia que hice con el Centro Cívico, este edificio Centro Comercial Caroní fue el que empezó a dar un cambio drástico a la ciudad, fue inaugurado y habitado a finales del año 1967 (no tengo fecha exacta) pero con toda seguridad digo fue en el 67.

Si se observa el edificio en la parte frente al C. Cívico, veremos que en la esquina del lado derecho estaba un cafetín de un señor de origen colombiano de apellido Martínez y el dependiente un joven llamado Mauro, de inmediato con tremendo aviso en la parte más alta del edifico Supermercado CADA, lo que vino a abaratar el presupuesto hogareño, su primer gerente el señor Rafael Campos y su segundo, un señor llamado Pedro Fuentes, con ambos mantuve una buena amistad.

El acceso era por el lado izquierdo, recuerdo que este señor Campos que vivía en el campo A2 fue víctima de un secuestro por un grupo perteneciente una célula de guerrilleros urbanos (muy de moda en ese entonces), al salir del supermercado, de inmediato estaba, el lugar donde yo me coloqué los primeros lentes adaptados, eso se llamó Óptica Guayana, con el propietario también hice una muy buena amistad, de origen español, llamado Carlos Rodríguez, atendido personalmente por el, su esposa Juanita y una joven morena muy elegante que vivía en Villa Brasil llamada Iris y siempre la presencia de los dos hijos de Carlos Rodríguez (Juan Carlos y “Pocholo”) a propósito quiero rendir tributo a mi amigo Carlos (a esta fecha es que me entero de su fallecimiento el día 4 de Enero del pasado año. QDEP).

Con todo respeto voy a recordar una anécdota suscitada, en esa esquina en las tardes nos reuníamos en el primer carrito donde se vendían perros calientes y se había sembrado un arbolito que ya tenía más de tres metros de altura, nunca se supo que fue lo que le sucedió a Carlos, pero llegó y lo taló, tras la protesta de los vecinos se vio en la obligación de sembrar otro, en un pequeño pasadizo que estaba al lado de la óptica, al final estuvo una peluquería para damas llamada “Tijane”.

Al bajar, a mano derecha esta Mueblería Los Olivos de Carlos Blanco, ahí también participaban en horas de la tarde los hijos e hijas de Don Carlos Blanco, mas su señora esposa, de inmediato estaba un local que fue cafetería, en otra ocasión fue una venta de discos, una juguetería etc, luego una enorme tienda de venta de artículos varios para caballeros y damas, sus propietarios una sociedad de armenios, el nombre de esta tienda cambió en varias ocasiones.

Después a su lado izquierdo estuvo la Librería Cervantes, que atendía el señor Sandoval, y de inmediato estaba Foto Luciano, donde permanecí por espacio de 17 años y también atendía las oficinas de Aerobuses de Venezuela, quienes trasladaban pasajeros hacia Caracas y puntos intermedios, (aquí también permanecían mis tres primeros hijos, ya era un lugar donde se pasaban tardes muy amenas, más el cine y otras diversiones).

Al lado del estudio y ya a la entrada del edificio estaba Zapatería Bohemia, su propietario un señor de origen libanés y su señora esposa una francesa, ya estamos a la entrada del pasillo, a mano izquierda esta una tienda de ropa infantil de alta calidad y belleza llamada Bamby, al final y a mano izquierda estaba el moderno Cine Altamira, el responsable era un italiano llamado Luiggi Di Lucca, frente estaban los ascensores, pero a mano izquierda de estos estuvo la primera discoteca de la ciudad, llamada Bunnys Bar, su proletario era un español llamado Gonzalo Aranaga, ahí en ese lugar nos reuníamos en hora nocturnas y era de verdad un vacilón.

Al tomar el ascensor en el piso 5 estaba El Pin Caroní, en el cuarto piso estuvo la Notaría y en otro de los pisos la Cámara de Comercio y algunos bufetes de abogados., al llegar a la esquina de abajo estaba el Banco Regional de Fomento Guayana, su gerente fue durante casi toda su existencia el Sr. Omar Silva Testamark, a su lado estaba la Farmacia Altamira, después el primer restaurant chino: Restaurant Central de Enrique Mok, finalizando en Comersa, venta de artículos de electricidad y afines, pero nos está quedando el sótano, donde estaba ubicada una tapicería de un italiano llamado Ermanno Segretti y he dejado de ultimo algo de mucha importancia, que estoy seguro muchas personas ignoran o han olvidado, ahí se publicó el primer periódico de Puerto Ordaz, llamado Pueblo, que era del español Candido Silva, el reportero y fotógrafo era el “cubanito” Álvaro Pérez, el mismo que cubrió las gráficas cuando el rescate de William Frank Niehous, cuando apareció en los predios de una finca en el estado Bolívar.

Espero les haya gustado lo narrado y es la manera de hacer saber lo sucedido en esta hermosa ciudad, la que me asiló, donde tuve la gran oportunidad de cosechar grandes amistades, conocer tanta gente, donde fundé mi familia, mis hijos y nietos.

Y cuando al principio refiero que: “en estos días navideños, la nostalgia y el recuerdo se apodera de uno” es más agudo cuando recorres esos lugares y ves el abandono total como se encuentra, quise echar un vistazo, pasé por esas calles y todo es total abandono, después de cierta hora de la tarde se convierte en enorme tristeza, todo cerrado y muchos locales o nombres desaparecidos, parece una película de terror, solo se divisa, Pekín (antes CADA) la óptica Guayana, ya no lo es, mi querida Foto Luciano, abre medio día, ni el Bowling, ni el cine, ni la mueblería Los Olivos, solo queda las 24 horas del día, los 365 días del año, el viejo testigo “el aceite” que se niega a morir, porque hasta el arbolito resembrado en la esquina desapareció, aaaahhh y una rúbrica en el piso frente al supermercado, en el concreto que nos recuerda a Luis Figueroa, mejor conocido como Rompiraja.

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