Cuenta La Leyenda: Milenaria incursión
Aún hay mucho por indagar en toda esta historia, pero en las investigaciones arqueológicas hacen suponer que la zona del Bajo Caroní recibió sus primeros pobladores hace unos nueve mil años, cuando grupos humanos de cazadores y recolectores procedentes de otros lugares de Sudamérica incursionaron en nuestro territorio aprovechando las enormes posibilidades de transporte y alimento que brinda la red hidrográfica que caracteriza a la región.
Es probable que los asentamientos humanos más antiguos encontrados en el Bajo Caroní, un área que abarca desde la confluencia del río Paragua, hasta la desembocadura en el Orinoco, sean las tradiciones culturales Caroní y Guayana, cuyo modo de vida se diferencia entre sí por el tipo de artefactos líticos utilizados para su subsistencia.
De acuerdo con el análisis de los materiales arqueológicos rescatados, la tradición cultural Caroní, un tanto semejante a algunas sociedades que poblaron regiones de Brasil, Perú, Ecuador y Colombia, ocupó el área del Bajo Caroní entre 9 mil y 8.500 años antes del presente.
Estos grupos humanos recorrían este sector de la cuenca, estableciéndose temporalmente en pequeños campamentos que instalaban cerca de los rápidos, bosques resalseros y morichales a ambas márgenes del río Caroní, donde las condiciones naturales favorecen la posibilidad de alimento.
Los primeros pobladores de América se mantuvieron en movimiento por varios milenios, así fue como entre 6 mil y 4.500 años antes del presente la tradición cultural Guayana pobló el área dejando huellas que hoy nos indican que además de la caza y la pesca, esta sociedad completaba su dieta con la recolección y preparación de raíces y semillas de la tierra, para lo cual fabricaron utensilios y herramientas más sofisticadas que las utilizadas por sus antecesores.
El ir y venir de aquellas sociedades primitivas se mantuvo a lo largo de la cuenca del río Caroní, desde su desembocadura en el Orinoco llegaron a la región, probablemente un milenio antes de Cristo, los pobladores de la tradición cultural Barrancas, quienes además de la caza y la pesca, se dedicaron al cultivo del maíz y la yuca, e iniciaron el desarrollo, lo que es un claro indicio de un modo de vida cada vez menos nómada y más sedentario.
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