Opinión

Cuenta la Leyenda: Los Castillos de Guayana

Los castillos de piedra nunca han resistido los embates del atacante. Solo resisten los castillos de hombres dispuestos a morir por defender una causa. Son los defensores quienes dan valor a los castillos. Incluso cuando son sobrepasados en número, en armamento, en estrategias y en tácticas de guerra.
Evelio Lucero
miércoles, 24 septiembre 2025

Nunca tantos han debido tanto a tan pocos.  (Winston Churchill)

   Santo Tomé en los Castillos. Mal momentos para pedir ayuda al Rey. Portugueses y catalanes alborotados.  El Castillo de San Francisco de Asís, San Diego de Alcalá o Padrastro. El Fuerte de San Fernando. Para que sirvieron Los Castillos.

   Los castillos de piedra nunca han resistido los embates del atacante. Solo resisten los castillos de hombres dispuestos a morir por defender una causa. Son los defensores quienes dan valor a los castillos. Incluso cuando son sobrepasados en número, en armamento, en estrategias y en tácticas de guerra.

   Los Castillos de Guayana han hecho reír de compasión a muchos ignorantes. Los han considerados caricaturas de lo que ellos hubieran planeado y construido. Les ha parecido una ingenuidad pretender que con ellos se pudiera impedir la entrada al Orinoco a las poderosas naves artilladas de Francia, Holanda, Inglaterra y aún de Suecia, que pretendían ocupar una parte de Guayana.

   Pero, gracias a ellos y a los 90 soldados y a los 119 frailes que lucharon por defender nuestro río y nuestra tierra, hoy existe Guayana como parte de Venezuela. Y existe contra toda lógica. Porque, desde un punto de vista militar, el Orinoco y Guayana eran indefendibles cuando España carecía de una armada que pudiera oponerse a los atacantes. A menos que se encontrasen 200 hombres dispuestos a morir por defenderla. Y se encontraron.

Los venezolanos de los siglos XVI, XVII, XVIII con nuestros mismos defectos fueron hombres meritorios y, a veces, heroicos. Con recursos insuficientes crearon las provincias de Maracaibo, Mérida, Caracas, Cumaná, y Trinidad-Guayana, que fueron luego la base de nuestro estado venezolano. Blancos, mestizos y negros ensamblados en una sola sociedad integrada (y de esto podemos dar lecciones los venezolanos), rubricaron con la Independencia un proceso de 300 años de creación de una estructura nacional que se llama Venezuela. Y, de entre ellos, merecen un reconocimiento especial aquellos que murieron por defenderla.

   Winston Churchill se refería a los heroicos pilotos de la aviación de caza que impidieron la invasión alemana a Inglaterra, cuando Hitler ya había dominado a Holanda, Bélgica y Francia. Y lo mismo podemos decir de los 90 soldados (toda la guarnición de los Castillos de Guayana) que se enfrentaron, con armas obsoletas y desde fortines inadecuados, a los barcos de las grandes potencias de la época. Y de los 110 frailes que, entre tanto, fundaron decenas de pueblos y protegieron, incluso con sus vidas, a la población indígena de los ataques de indios caribes. Gracias a ellos. Guayana es Venezuela.

SANTO TOME EN LOS CASTILLOS 1642-1764

   De 1637 a 1642, la ciudad de Santo Tomé, con el nombre de Ciudad del Santísimo Sacramento y de Guayana, estuvo ubicada por los lados de Matanzas. La tierra no era buena para el cultivo del tabaco, cacao, caña de azúcar, añil y hortalizas, los pastos eran insuficientes. Y, lo que era peor, se dejaba demasiado tramo del río al libre arbitrio de holandeses, franceses, ingleses y caribes cazadores de esclavos.

   Por otra parte, Bogotá, la capital política, quedaba muy lejos y no mostraba demasiado interés, por una región poco productiva. Santo Domingo y las Islas del Caribe de la corona de España apenas lograban defenderse de las escuadras enemigas de Caracas (entonces como ahora) no podía esperarse ayuda. Y los margariteños consideraban que ya habían aportado demasiado. Los residentes en Santo Tomé, entonces ubicada en Matanzas, tenían que elegir en emigrar o defenderse por su cuenta eran unos 500 habitantes, blancos, mestizos y negros, contando hombres, mujeres y niños y decidieron quedarse y dar la cara por su provincia de 800.000 km cuadrados.

   Pero el sitio de Matanzas era indefendible. Se demostró en el ataque de los holandeses en 1640. Nos dieron una paliza. Y el gobernador Martin Mendoza y de la Hoz, nieto de Antonio de Berrio, se levó el poblado al lugar que hoy llamamos Los Castillos, cerca del caño Supamo, para aprovechar la ventaja estratégica de un estrechamiento del río. Era el año 1642.

  

MAL MOMENTO PARA PEDIR AYUDA AL REY

   Martin Mendoza, se había comprometido a construir un fortín, pero los trámites ante el Consejo de India fueron extenuantes. Y es que los problemas en la Península apremiaban mucho más el Rey Felipe IV se aburría muchísimo, por haber dejado el gobierno en manos de su válido el Conde Duque de Olivares. Para distraerse engendró y reconoció a 32 hijos ilegítimos y se dedicó a meter las narices en todos conflictos de Europa.
   En 1621 rompió relaciones con Holanda, y la guerra le costó 20 años y la pérdida de las Antillas Holandesas. En 1639, la flota española, mandada por el almirante Oquendo, sufrió un descalabro en el fondeadero de las Dunas, sorprendida por el almirante Van Tromp que le hundió o capturó 40 de los 69 barcos. En 1642, al final de la guerra de los 30 años, los tercios españoles que, con las tropas imperiales, habían vencido a los herejes alemanes, a los daneses y los suecos, fueron derrotados en Rocroi, (por primera vez en 120 años) por las tropas francesas mandadas por el duque de Enghien.

PORTUGUESES Y CATALANES ALBOROTADOS

   Los catalanes estaban hartos de la denominación castellana y se sublevaron contra el rey en 1640. Un catalán inexperto en diplomacia, invito a los franceses a participar en el conflicto, y estos aceptaron la oferta encantados. Se trataba de una magnífica ocasión y así socavar el poderío español. Esta guerra tuvo una duración por mas de 10 años, con la brutal característica de las guerras civiles. Al fin Barcelona se rindió a Felipe IV en 1652. Pero el rey que lo era también de Portugal, había utilizado tropas portuguesas para dominar la rebelión y eso cayo muy mal en Lisboa, donde los castellanos resultaban más antipáticos que los catalanes (pareciendo aquello increíble). Total, que eso sirvió de motivo a los portugueses para declararse independientes de España, Felipe IV no le quedó tiempo para pensar en Guayana.

EL CASTILLO DE SAN FRANCISCO DE ASÍS

   El ataque de los ingleses a Santo Tomé en 1664 no causó destrozos importantes porque ahí no había nada importante que se pudiera destruir. Una aldea de chozas, enramadas y un enorme peñasco donde se había pensado construir un fuerte. Los pocos soldados y pobladores, después de haber hecho todo el daño posible a los invasores, se retiraron a la tupida selva con sus familias y el poco ganado que les quedaba. Tras una “brillante maniobra táctica” los piratas cargaron con algunos cochinos y varias gallinas, más los cadáveres de muchos compatriotas. Se tuvo que esperar al año 1678, fecha donde se iniciaría la construcción del fuerte, siendo el gobernador Tiburcio de Arpe y Zuñiga (nombre elegido por el sacerdote, de acuerdo al santoral). Los holandeses no estaban de acuerdo con que se construyera ese fortín, atacando en 1679 a Santo Tomé de Guayana y el inicio de la fortaleza. Hubo muchas bajas por ambos lados, aunque los piratas se consideraron vencedores, no se animaron para subir río arriba. En 1684 llegaron los franceses, por supuesto con malas intenciones. No solo destruyeron la ciudad y el Castillo de San Francisco, sino que cargaron con las cosechas, la mayor parte del ganado y un grupo de indios para venderlos como esclavos. Las bajas en la guarnición fueron muy dolorosas, de los 57 soldados murieron mas de 25, en el combate o también por las heridas recibidas para lo cual no tenían medicamentos. Pero ningún barco francés pudo navegar por nuestro río padre, esa era la consigna de aquellos aguerridos venezolanos (blancos, mestizos, y negros, como dice el parte guerra) y los cinco barcos artillados también se llevaron sus muertos, pero sin decir que cantidad, es que fueron demasiados.

 

SAN DIEGO DE ALCALÁ O PADRASTO

   La ubicación del Castillo de San Francisco no era adecuada, porque se podía dominar la población desde un montículo cercano, al que se llamó Padrastro. Pero la burocracia del Consejo de Indias, tardó años en dar el permiso y los planos para el nuevo cuartel de apoyo, todavía en 1717 no estaba terminado. Con los fortines de San Francisco (recuperado) y el de San Diego de Alcalá (protegiendo a sus espaldas) los traficantes y contrabandistas se encontraban con muchas dificultades para conseguir tabaco de Barinas o cacao de la Provincia de Caracas, y eso le causaba terribles molestias a los británicos, quienes exigían vías libres para ellos, aunque no se la permitieran a los demás. Total, que se tomaron la decisión de atacar con ferocidad a Santo Tomé en 1740. Fueron muchos barcos los cuales tenían cañones de largo alcance. Los defensores se indignaron contra sus propios capitanes porque la artillería local era anticuada, lucharon como fieras para dar tiempo a que buscaran refugio las mujeres y los niños, llevándose las reses y las cosechas. Por fin los sobrevivientes se rindieron.

   Los ingleses victoriosos, ocuparon los fuertes y no supieron que hacer con ellos. A los pocos días se marcharon sin haber conseguido otra cosa que la gloria de haber vencido cinco barcos 150 cañones y 500 hombres de guerra a una guarnición de 90 soldados, con 6 cañones obsoletos, y 56 vecinos armados con trabucos de museo.

EL FUERTE SAN FERNANDO

   Parece increíble que los habitantes de Santo Tomé tuvieran el coraje de reconstruir su pueblo. Pero lo hicieron. Y vinieron otros guayaneses y margariteños, tan locos como ellos, dispuestos a quedarse donde la vida era diferente. Si te animabas a sentar plaza de soldado, te garantizaban una soldada (el sueldo militar) que siempre llegaba con retraso, y dos comidas al día, excepto en Cuaresma, que solo daban comida y media. Un dato interesante para los de Nominas es el monto total de la paga de la guarnición: 13.994 pesos anuales, para repartirlos entre un capitán, un comandante, un teniente, dos subtenientes, un condestable, un capellán, dos sargentos fusileros, dos cabos, 12 artilleros, un tambor y 77 soldados. Si, por el contrario, querías ser agricultor o ganadero, podías apropiarte de miles de leguas cuadradas, desde allí hasta el Amazonas pasando por la Gran Sabana. Y sin obligaciones de cercarlas. Pero era indispensable reforzar la defensa. Y para ello decidieron la construcción del Castillo de San Fernando, sobre la orilla izquierda, en la isla Limón, que se convertía en las Islas Limones cuando bajaba el caudal del río. Como estaba al otro lado del fuerte de San Diego, sería más fácil batir con fuego cruzado a los piratas o traficantes que anteriormente se arrimaban a la orilla izquierda para pasar de noche frente a Santo Tomé. La construcción se terminó en 1760 pero resultó ventajosa desde que pusieron su primera piedra. Porque entre San Francisco, San Diego y San Fernando dominaban el río por completo. Como ven ustedes, los guayaneses encomendaban los cañonazos a sus santos preferidos.

 PARA QUÉ SIRVIERON LOS CASTILLOS

   En primer lugar, sirvieron para que se pudiera iniciar la población de Guayana con las aldeas de indios (mas de 150) fundadas por los misioneros y defendidas por ellos, contra las acometidas de indios Caribes. Los misioneros Jesuitas, siguiendo los pasos de su fundador, San Ignacio de Loyola (que había sido militar, y no como San Francisco, puro pacifista), construyeron un fuerte a la altura del Parguaza, lo dotaron de cañones y con ellos salvaron de la esclavitud a muchos indios catequizados y residentes en las misiones. Pero los Caribes, perfectamente armados, pudieron acabar con 15 misioneros, que solían ser los últimos en abandonar el poblado cuando llegaban los cazadores de esclavos a servicio de holandeses, ingleses y franceses. En segundo lugar, esa hermosa Provincia de Guayana empezó a ser hermana de las otras provincias que luego formaron Venezuela. Porque Guayana dependió de la Gobernación de Nueva Andalucía (Cumaná) por varios años. Téngase en cuenta que había sido dependencia de Santa Fe de Bogotá desde Antonio de Berrio.

   En tercer lugar, la lucha permanente contra corsarios, piratas, traficantes y contrabandistas de otras potencias fue templando el carácter guayanés y acrecentando su voluntad de mantener la provincia libre de extranjeros invasores.

   y… en cuarto lugar, recuerden que, gracias a Santo Tomé y sus “Inadecuados” castillos, la capital de Guayana no es ni Georgetown ni Paramaribo.

NOTA: Información y datos recopilados de RELATOS DE GUAYANA. Pablo Ozaeta. CVG SIDOR.

 

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