Cuenta La Leyenda: La historia de Tramontina
Quiero hacerles saber que lo que van a leer a continuación, no es de mi propiedad, es algo que leí y me llamó mucho su atención en Facebook, por sugerencia de un amigo y me pareció prudente reproducir y compartir esta fascinante historia.
Sobre todo en esta época donde estamos viviendo la peor situación que ha podido vivir nuestro país, cuando hablamos de economía, salud, paz, etc estamos en el último renglón en lo que respecta a América Latina, tenemos una pobreza máxima, extrema miseria, hambre, peor que Haití, salimos a la calle y vemos como hay niños, ancianos y cantidad de indigentes buscando la manera de como comerse medio bollo de pan, esta situación los lleva a la delincuencia obligada y no es que los esté justificando, pero…
Cualquier padre o madre de familia es capaz de realizar cualquier acto inmoral a cambio del sustento diario, niños hurtando lo posible, mujeres de cualquier edad prostituyéndose, e incluso personas de las que anteriormente se les llamaba “clase media” vendiendo artefactos que adquirieron en la época de la bonanza para poder subsistir, en cambio observo con mucha admiración, con ojos desorbitados, como los que tienen la posibilidad económica, entre otras cosas presentan un espectáculo nocturno en cualquier club de la ciudad, logran con una entrada que cuesta $90 por persona, y luego el consumo de bebidas y comidas que no puedo calcular el valor en esta locura masiva, bailando y disfrutando hasta el amanecer y a casa llena.
Mientras en el estacionamiento se encuentran lujosos vehículos, extravagantes camionetas que tienen un gran valor en miles de dólares, y en la puerta o a la salida, niños y adultos tratando o mendigando por haber sido guardián nocturno, evitando que no sean presas de los otros necesitados, bien… voy al grano.
Creo que todos hemos conocido o tenido en nuestras manos una herramienta de trabajo, un cuchillo o cubiertos utilizados para comer marca Tramontina.
¿Cómo se origina esa marca o mejor dicho, esa historia? resulta que: Valentín Tramontina, es la persona que pasa a ser de pobre a millonario, solo con grandes ganas de trabajar, paciencia, buenas ideas y tratar de ser alguien en la vida, el, en Brasil trabajaba como portero de un prostíbulo, en una ocasión, los propietarios de este local deciden venderlo, y los compradores comienzan a realizar cambios en la administración, organizando de una mejor manera la entrada y actitud de su clientela, le piden a Valentín que a partir de esta administración se debería llevar un listado con los nombres y datos de los asistentes, con vergüenza él dice que no sabe leer ni escribir, motivo por el cual le dan de baja cancelando los beneficios obtenidos por el tiempo trabajado.
El protagonista de la historia no se amilana, va a la ciudad y adquiere un martillo y otras herramientas para mejorar algunos aspectos en su vivienda, unos vecinos siguieron su ejemplo, pidiéndole el martillo prestado, llegó el momento que a Valentín no le gustaba el dichoso préstamo, se fue a la ciudad donde lo había adquirido y compró varios martillos y otras herramientas y puso en su casita una péquela ferretería, la misma que cada día crecía en clientela y variedad de útiles, se hace amigo de otro sujeto que conocía algo de herrería y empezaron a fabricar ellos mismos las herramientas, a medida que el pueblito crecía y se fabricaban más viviendas, Valentín se va convirtiendo en un ser muy servicial con los habitantes y lo tenían como ejemplo, cada vez que había una necesidad recurrían a él y este con el mayor gusto solucionaba, pasan los años y Valentín con sus jugosos ahorros construye un edificio con todas las reglas de una excelente compañía fabricante de herramientas con el logo bien impreso que dice: “Tramontina”.
Luego sucursales en diferentes países, aquí en Venezuela, puedes lograr esas herramientas las cuales son de primera calidad. Ya para terminar, resulta que los habitantes en unión con el alcalde deciden hacer un homenaje al personaje en cuestión, el pueblo en general asiste para aplaudir en reconocimiento, y en el momento cumbre, el alcalde muestra una tremenda placa acompañada con un bello diploma, pidiéndole a Valentín que firme como recibido; obteniendo la humilde repuesta “no puedo firmar, porque yo no sé leer, ni escribir” un periodista presente en forma jocosa le dice: “Valentín, si todo esto los has hecho, sin saber leer o escribir, como fuera si al contrario hubieses sabido” de la manera más sencilla contestó… “estuviese aun de portero en el burdel”
Esta historia, me pareció maravillosa, le hice algunos pequeños cambios, si alguien se interesa puede buscarlo en el Facebook y se enterará de otros detalles.
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