Opinión

Cuenta la leyenda: La Diócesis de Paria

No es cierto que los holandeses nos hayan arrebatado parte de Guayana. La región que ocuparon, y que ya se llamaba Surinam.
Evelio Lucero
miércoles, 22 octubre 2025

Cuando los holandeses andaban en Castillas.

 Las Indias, factorías flamencas, la colonización del Oriente, entre el Mar Caribe y el Amazonas. La mayor Diócesis del mundo

   No es cierto que los holandeses nos hayan arrebatado parte de Guayana. La región que ocuparon, y que ya se llamaba Surinam, nunca había sido nuestra. Para poseer Surinam hubiéramos tenido que ocuparla y defenderla. Y nunca hicimos lo posible.

   Además, pocos recuerdan que los holandeses (flamencos, como entonces se les llamaba) fueron por tiempo señores de España, ennoviados de nuestra tierra y defensores de las Indias españolas, antes de meterse a contrabandistas por el embargo de la sal. Más aún, el primer obispo nombrado para toda Venezuela era de origen holandés y designado por un rey también holandés que mandaba en España, si a usted le sorprende esa historia, atrévase a leer lo que continua.

 

Cuando los holandeses mandaban en Castilla

   El que iba a ser Carlos I de España y V de Alemania, había nacido en la ciudad de Gante, en los países bajos, que para esa época se conocía como Flandes, su idioma era el francés. Aprendió latín y algo de alemán, pero nada de castellano, no le hacia falta. Por ser hijo de Felipe “El Hermoso” y Juana “La Loca”, iba a ser rey de España. Pero desde los Países Bajos.

   Tuvo que viajar a España, de mala gana, porque los indígenas de ese país le hicieron saber que no sería reconocido como rey si no se presentaba ante las cortes de Castilla y Aragón para jurar los fueros, derechos y privilegios de los pobladores de esos reinos. Los holandeses consideraron que esa exigencia era presuntuosa. Pero el Rey de Inglaterra, Enrique VIII, les explicó que los españoles eran muy tercos, soberbios y chapados a la antigua, por lo que les convenía disimular y presentarse ante las Cortes. Incluso ofreció pagar los gastos de viaje.

La avalancha francesa

   En 1517, Carlos se embarcó en Amberes, con 200 nobles de aquellas tierras, para viajar a Castilla. El mar alborotado les apartó de Laredo, el cual era el puerto de destino, y les llevó a Villaviciosa, una modestísima aldea de Asturias. Como nadie esperaba a un príncipe, los aldeanos les atacaron con piedras, palos, hoces y jaculatoria. Un obispo español, que iba en la comitiva, logró convérseles de que no eran moros, sino el nuevo rey de España con su sequito. Llenos de júbilo, a pesar de la barrera del idioma, los vecinos les regalaron 8 bueyes, 24 carneros, pan y vino, y organizaron una corrida de toros en honor al príncipe. Pero no pudieron encontrar una cama, y todos los viajeros, con Carlos incluido, durmieron sobe un colchón de paja improvisado. No hacía falta más para que los nobles flamencos terminaran de convencerse de que lo único que se necesitaba de Castilla y Aragón, era el metal precioso que venia de Las Indias. El resto: o sea, la cultura, la industria, el comercio, y los gobernantes lo pondrían ellos. Y la capital estaría en Los Países Bajos.

Los juramentos del Rey

   Los castellanos, reunidos en Valladolid, le hicieron jurar que no entregaría cargos de gobierno a quien no fuese español; y que no saldría de España el oro de Castilla. El señor de Chievres y Adriano de Utrecht (que ya era cardenal) le animaron a firmar lo que no iba a cumplir. A cambio de esa “generosidad” exigieron que las Cortes de Castilla les entregaran 600.000 ducados.

   A los pocos días, todos los nobles de los Países Bajos recibieron carta de ciudadanía castellana (para que luego hablemos mal de la DIEX!) Y antes de una semana, el señor Chievres era designado Contador Mayor de Castilla, con el derecho al nombramiento de todos los funcionarios que fuesen a las Indias. Su sobrino, Guillermo de Croy, jovenzuelo libertino de 20 años de edad, que ya era obispo en Cambray, fue nombrado arzobispo en Toledo, con renta de 250.000 ducados. Por cierto, que el sinvergüenza avisó que le enviasen la renta, porque no tenía tiempo para venir a buscarla. Adriano quedó como primer consejero y obispo de Tortosa. El medico de Carlos, otro holandés, fue nombrado obispo del Tuy (el de allá, no el de acá) y los demás flamencos se repartieron los cargos del Consejo de Estado, que tenían las mejores rentas en ducados. Las Indias serían factorías flamencas.

   El oro que llegaba a Las Indias a la península Ibérica, se convertía en géneros y mercancías de los Países Bajos, que desarrollaron la mejor industria de Europa. Los de Ámsterdam trabajan en diamantes y joyas. Los de Rotterdam en seda y lino. Los de Leyden en lana y tipografía. Holanda era el país más próspero de Europa.

 

 La colonización del oriente de tierra firme

   La costa de Paria era bien conocida, Bartolomé de Las Casas (que había ido a España para conseguir la importación de esclavos negros) propuso a los nobles flamencos la colonización con labradores castellanos de toda la región de Tierra Firme que va desde Unare a Trinidad, con prolongación de 1.000 o 3.000 leguas hacia el Sur. Es decir, incluyendo el Orinoco, lo que luego sería Guayana y hasta cerca del Amazonas. Para que su propuesta resultase grata al Señor de Chievres y demás flamencos, ofreció que, en tres años, la colonización produciría al rey una renta de 15.000 ducados. Algo interesante. Primero exigía que no pudiesen venir otros aventureros a conseguir esclavos en esa zona, y que se diese titulo de “caballeros de espuelas doradas” a los doscientos labradores que pensaba llevar con él, como primera expedición. Vestirían una túnica especial, parecida a la de los Caballeros de Santiago, para que los indios no los confundiesen con los españoles cazadores de esclavos. Por fin convencieron al Rey Carlos I de España en 1519, justamente cuando recibía la noticia de que era designado Emperador. En su euforia firmó las capitulaciones a favor de Bartolomé y le deseó todo el éxito y la puntualidad en el envío de las rentas prometidas.

  Esa colonización fracasó. Y entre tanto, los alemanes empezaban a exigir que les cediesen Venezuela para recuperar los enormes créditos que habían dado al rey.

 

La mayor Diócesis del mundo

Carlos I  de España muy pronto que necesitaba obispos de confianza para poner orden en Las Indias, Sobre todo porque se habían descubierto los placeres de las perlas de Cubagua, no sabía mucho de geografía, pero sus consejeros le explicaron que la Tierra Firme, iba desde el río Atrato en el Golfo de  Uraba (hoy entre Panamá y Colombia) hasta la desembocadura del río Dulce (el Esequibo) lo mejor sería poner en Cumaná o Cubagua un obispo de gran autoridad, que cuidase con el mismo celo los intereses de Dios y los del rey. El cardenal Adriano (el holandés que a los pocos meses fue elegido Papa) le recomendó a uno de sus ayudantes, al doctorísimo Pierre Barbier, holandés también graduado en todas las universidades y excelente administrador, Carlos lo nombró obispo de Paria y pidió al papa la creación de la mayor diócesis el mundo entre el Atrato y el Esequibo, con proyección al Sur ilimitada. Esto sucedía en 1520, antes de que fuesen fundado la ciudad de Coro – que luego tendría el primer obispo de nuestra tierra. La santa Sede no se dio prisa en la creación de esa Diócesis.

   Pero Pierre Barbier, que pensaba residir en Cubagua, arropado en perlas, se enteró oportunamente de lo que había sucedido a los pobres misioneros en Píritu y Cumaná. Y renunció humildemente al gran honor de ser el obispo de la mayor diócesis del mundo, con la Guayana incluida (que todavía no tenía ese nombre) era el año 1521. En compensación le ofrecieron otros cargos. Pro prefirió irse de camarero de Adriano, cuando fue elegido papa. No todos tienen vocación de mártir.

   El mismo Rey Carlos, doce años más tarde, nombró obispo de Coro a Rodrigo de Bastidas, que no viajó a su diócesis de Venezuela hasta 1536. Pero también le nombro gobernador de Coro. Era frecuente en Europa que un obispo mantuviera a la vez los cinco poderes conocidos: ejecutivo, legislativo, judicial, militar, y eclesiástico. Para que luego hablen de dictaduras suramericanas. Más adelante vamos a ver cuando los españoles pretendieron mandar en Holanda.

   

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