Opinión

Cuenta La Leyenda (II parte)

Di las gracias y no solo a Cristo, también al Dios Todopoderoso, a la Virgen María a y al Dr. José Gregorio Hernández.
sábado, 30 octubre 2021

En la primera parte después de narrar la bondad de tantas instituciones, personas, médicos, y todo el personal de la Clínica Familia y hacer saber que todo comenzó por la vesícula, me comprometí a testimoniar y decir tantas cosas bonitas dentro del dolor físico que podía soportar.

Les diré con la mayor credibilidad que me vi agarrado de las manos de nuestro señor Jesucristo, conduciéndome hacia la recuperación, ataviado con su túnica de color suave, descalzo, una barba bien cuidada y una sonrisa que jamás podré olvidar, todo esto en los momentos que me encontraba anestesiado, al despertar de ese letargo.

Di las gracias y no solo a Cristo, también al Dios Todopoderoso, a la Virgen María a y al Dr. José Gregorio Hernández.

Tras esto suceden otras eventualidades, como la que narro ahora, cuando mi mama se trasladó desde el estado Mérida a Maracaibo (tenía yo, apenas 4 años de edad) compartimos residencia con una joven señora a quien más nunca en la vida he podido olvidar, siempre la he titulado “mi negra Matea”.

Ella pidió a mi madre que le gustaría ser mi madrina de confirmación, como así fue, con el tiempo nos mudamos y nos volvimos a encontrar, ella fue una mujer nacida en el estado Trujillo, su nombre Olga del Carmen Paredes de Quintero, y yo siempre sentía la protección que ella me prodigaba.

Y en alguna ocasiones recuerdo bien claro que me decía; “de 49 ahijados que tengo, el único que siempre me quiere y da muestras de cariño eres tú”, ya para esta época tengo 9 o 10 años, yo la esperaba en las tardes del día martes o jueves a las 3 de la tarde, sentado en la acera frente a mi casa y con una carretilla construida por mis manos para acompañarla al mercado municipal.

Después de las compras regresábamos a su casa y me preparaba algunas comidas de mi gusto (casi siempre consomé de sopa de pichón y pichón guisado con arroz, ese era uno mis favoritos) para esa época ya había nacido José, su único hijo con una diferencia de 7 años., en el año 1959 mi madre decide regresar a Caracas, yo ya cuento 17 años, cuando mi negra Matea se entera, eso fue llantos y lamentos, pero no se podía hacer nada que lo impidiera.

Yo abrazado le dije, será mi madrina toda la vida y desde Caracas yo le escribiré y estaré pendiente de usted como siempre ha sido, pero el problema era que mi madrina no sabía escribir ni leer, pero ella se conformaba con visitar una vecina quien le leía las cartas y las contestaba.

En una ocasión me da una gran sorpresa, imagínense ustedes cuando me informa “mijo me inscribí en una escuelita nocturna y así será más fácil, la comunicación y sin molestar a la vecina” recuerdo que lloré mucho viendo el esfuerzo de ese ser a quien tanto he querido, después de adulta estudiando de noche para poder comunicarse conmigo, mientras el tiempo transcurre, ya tengo más de 18 años, en vacaciones iba a Maracaibo a ver los amigos de la infancia, ¿ y donde llegaba? Al Hotel de mi madrina, esto se hizo una rutina.

Cuando ya en el año 1964 me vengo a Puerto Ordaz, quise traerla de paseo, no se pudo hacer realidad, pasan los años y la comunicación permanece., hasta el momento que tuvieron que trasladarla a Caracas con una enfermedad incurable, la internaron en el Hospital Vargas, cuando fui a verla para mi fue un golpe muy fuerte, ya no era aquella mujer hermosa fornida, la abracé, la besé y salí a los pasillos para que no me viera enjugar mis lágrimas, dejé encargada a otras dos mujeres mi amada madre y mi primera suegra madre de Beatriz Irene, mi primera esposa.

Estas dos se encargaron de cuidarla, de sus medicamentos, sus alimentos y todo lo necesario, hasta que llegó el último suspiro y nunca pude saber (yo había perdido el contacto con su hijo José y su esposo Manuel) en qué fecha había fallecido y donde había sido sepultada, pasaron muchos, pero muchos años y yo siempre en aquella angustia de no saber ¿dónde? Pero jamás pude dejar de tener su fotografía en un sitio muy especial, donde aparece ella con mi persona el día de mi confirmación.

GRAN SORPRESA el día que los médicos deciden bajarme a la habitación, Yaselly mi querida esposa me pregunta, ¿Evelio, quién es José Quintero? Respondo, ¿Por qué?

Él llamó, preguntando si la persona a quien mencionan en el Facebook, es el mismo que vivió en Maracaibo, es la persona que fue bombero en Caracas, es la persona que se graduó de dibujante arquitectónico es la persona que hace años se fue a Puerto Ordaz, cuando mi esposa le confirma él le dice dígale que soy José el hijo su madrina querida, que estoy pendiente de él, en la actualidad vivo en Valencia.

No aguanté y le pido a Yaselly me comunique, la primera pregunta fue: la fecha de su muerte y donde fue sepultada, me contesto falleció el 24 de mayo de 1970 y la trasladamos al Cementerio Corazón de Jesús en Maracaibo; por fin después de tantos años daba paz mi angustia el saber lo que me preocupó durante años, José terminó diciendo “hermano, mientras te operaban, habían tres ángeles en el cielo cuidándote. Mi madre tu querida madrina, tu mamá y tu suegra” estoy seguro que si por que las vi al lado de nuestro señor Jesucristo y no solamente esto si no una gran cantidad de personas que tenía años muchísimos años sin saber de ellos.

Gracias Dios mío, Virgen María, Dr. José Gregorio Hernández y Jesucristo.

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