Opinión

Cuenta la Leyenda: El tenor favorito de Venezuela

En poco tiempo, Alfredo Sadel se convirtió en un ídolo, no sólo de Venezuela, sino que se escuchaba en todo el Caribe, Centroamérica, Norteamérica y Europa, aparte de ser sin querer un rival del conocido cantante chileno llamado Lucho Gatica.
sábado, 26 junio 2021

Apenas tenía 10 años de edad y estaba viviendo en el barrio 18 de octubre en la ciudad de Maracaibo, escuchaba en la emisoras del momento (Radio Calendario, Radio Catatumbo, Ondas del Lago, La Voz de la Fe, Radio Popular, entre otras) algunos boleros titulados como “Oh, Señora María”, “Una Flor de Color”, “Mujer, Escríbeme”, tangos como “Silencio”, “Milonga” “Sentimental”, “Adiós, Pampa Mía”, españolerías como “Carlos Arruza”, “Diamante Negro”, “Granada”, “Valencia”, “Silverio Pérez” y las criollitas “Arpa, Di”, “Pobre Corazón Mío”, “Ansiedad”, “Alma Llanera” y “Brisas del Torbes”.

A medida que lo difundían, me iba convirtiendo en asiduo oyente de aquel joven que en poco tiempo se convertiría en “El Tenor Favorito de Venezuela”, Manuel Alfredo Sánchez Luna, mejor conocido como Alfredo Sadel, nombre compuesto por SA de la primera silaba de Sánchez y DEL de la segunda silaba de garDEL, de quien siempre fue un fiel admirador.

Yo no sabía que no sólo en Maracaibo, sino en todo el país ya era medianamente conocido este joven nacido el día 22 de febrero del año 1930, en la archiconocida parroquia San Juan de Caracas, en la esquina de Cruz de la Vega, en el mismo sector donde nacieron los hermanos Aquiles y Aníbal Nazoa, Yolanda Moreno, Niro Keller, el negro Víctor Piñero, Héctor Cabrera, etc.

En poco tiempo, Alfredo Sadel se convirtió en un ídolo, no sólo de Venezuela, sino que se escuchaba en todo el Caribe, Centroamérica, Norteamérica y Europa, aparte de ser sin querer un rival del conocido cantante chileno llamado Lucho Gatica.

En una ocasión, en el mes de febrero de 1959 lo presentaron nada más y nada menos en el inolvidable espectáculo televisivo más popular y transcendente de los Estados Unidos “El Show de Ed Sullivan” (“The Ed Sullivan Show”) donde sólo presentaban lo mejor de lo mejor, los artistas más renombrados del mundo, allí el propio Sullivan lo presentó así: “Aquí tenemos a un joven, que es el más reciente descubrimiento de Joshua Hogan: Alfredo Sadel.”, interpretó entre otras “Mattinata” de Leoncavallo y entre grandes aplausos, Ed continuó: “Estaba aterrado, casi me moría… fue maravilloso.”, y Sadel sonreía.

Alfredo empezó una carrera increíble en la venta de discos, se presentó en México, Cuba, Colombia, Perú, Argentina. En una de sus actuaciones en Maracaibo, en el Teatro Baralt se armó una gran trifulca cuando una gran cantidad de damas lograron su acercamiento y le arrancaron camisa, corbata, correa, donde casi lo dejaron desnudo, su futuro inmediato estaba asegurado.

Para mi persona fue muy agradable cuando mi madre en el año 1959 ya había regresado a la capital y mayor sorpresa cuando vi en el ascensor en persona al biografiado, estaba invitado a una cena en donde una familia que lo adoraba, de inmediato el edificio en cuestión se llenó de personas que lo admiraban, con la enorme casualidad de que en una de las residencias, frente al edificio donde vivió Mario Maury (cuatrista de Chelique Sarabia), donde siempre ensayaban, se pusieron de acuerdo y nos dio un pequeño recital de canciones criollas.

Más adelante, en la época en la que fui bombero, nos mandaban a hacer guardia de prevención en el Teatro Nacional, me di el gusto de verlo muchas veces, pero ya en el canto lírico, cantando en zarzuelas y operas, acompañado con bellas mujeres de la Compañía de María Francisca Caballe, de otro tenor venezolano, Rubén Domínguez y un barítono llamado Alberto Kraus, hermano del tenor Alfredo Kraus.

El biografiado siguió su ascenso y se fue a Europa, regresó orgulloso de la temporada muy larga, por cierto, presentándose en los mejores teatros, donde incluso se dice que en el año 1966, cantando en el Teatro Nacional de Belgrado, Yugoslavia la ópera “Tosca” el artista más ovacionado rompiendo récord, donde fue aplaudido durante quince minutos continuos, nadie más lo ha realizado.

Aquí, en Puerto Ordaz, nos visitó en varias ocasiones, ya con el tiempo donde no hay ninguna duda de que es el mejor tenor que hemos tenido con el respeto hacia otros, como también fue el guayanés Carlos Almenar Otero, Alfredo manifestó el deseo de presentarse en el Teatro Teresa Carreño, tuvo muchos tropiezos, no se sabe a ciencia cierta el porqué del obstáculo, hasta que al fin la directiva del referido teatro le dio la buena pro, pero ya Sadel estaba tristemente enfermo y postrado en una silla de ruedas, pero eso lo superó y su última presentación fue cuando nos dijo “Adiós” en esa tarima, donde ya habían presentado a una variedad de artistas con menos méritos, pero lo logró y realizó un recital que quedó grabado para el recuerdo y luego su amigo Aldemaro Romero (†).

A través de una disquera, sacó una colección muy completa llamada “Sadel en el Tiempo”, dejando plasmado una enorme cantidad de éxitos en todo tipo de música incluyendo la lírica.

Alfredo se despidió el 29 de junio de 1989, dejando un legado familiar de dos hijos, él había contraído matrimonio con Rosita Rodríguez, una boda celebrada en el Palacio de Miraflores donde los padrinos de la boda fueron Don Rómulo Betancourt y Mario Moreno “Cantinflas”.

continuación voy a presentar algunas de los muchas simpáticas anécdotas vividas por Alfredo Sadel, nuestro gran Tenor Favorito de Venezuela, para el disfrute y el recuerdo, recordando que Alfredo Sadel también incursionó en el cine mexicano acompañado con Miguel Aceves Mejías en el filme “Flor del Campo”, también en “A la Habana me Voy”, “Tú y La Mentira”, “El Ratón”, “Tres Balas Perdidas”, “El Buena Suerte” y en “Martin Santos El Llanero”:

Estando Sadel acompañado con Aldemaro Romero, en la ciudad de Nueva York, subían en un ascensor al piso 33 del edificio de la NBC en el Rockefeller Center, con la mala suerte de que el ascensor iba subiendo piso por piso, una pareja que también iba en el ascensor les llamaba la atención, la señora por su extraordinaria belleza y el marido por lo fornido y fétido de su habano que aunque apagado, despedía aún un olor desagradable.

Aldemaro indignado, libre de las inhibiciones que daba el idioma, le expresó a Alfredo, en voz alta los sentimientos que le inspiraba aquella bella mujer, finalmente llegaron al piso 33 y para su sorpresa la pareja también se bajó dirigiéndose a la misma oficina, la recepcionista les invitó a sentarse y tras el silencio de algunos minutos, la bella dama se dirigió a Alfredo preguntando en un perfecto español “¿Usted es Alfredo Sadel, verdad?” “Sí, señora”, le contestó y dijo para sus adentros “La tierra no me puede tragar a esta altitud”.

En otra ocasión, en Bogotá, se anunciaba la presentación de Alfredo Sadel, quien pidió un taxi para que lo llevara al teatro donde era el espectáculo, pero varias cuadras atrás antes de llegar había una enorme cola de vehículos, Sadel le preguntó amablemente al conductor, quien era un hombre fornido de tez oscura y de mala cara “¿Qué sucede?” y este, sin muchos miramientos le contestó, “Señor, ahí en el teatro están anunciando la presentación de un estúpido bolsa venezolano y nosotros estamos corriendo con las consecuencias”, Alfredo le pagó con varios billetes, diciéndole “Quédese con el vuelto y me deja en la esquina”, lanzó la puerta, se fue y llegó caminando, mientras el conductor lo llamaba y le decía “Sadel, Sadel, disculpa”.

En Caracas como en muchos lugares habían familias completas que admiraban a Sadel y si había oportunidad le realizaba invitaciones a las cuales el accedía, un señor con cierto nivel económico que vivía en La urbanización Las Mercedes, se comunicó con el tenor y le cursó una invitación a cenar en su residencia, donde le brindarían un pequeño agasajo, le hizo hincapié diciéndole que su hijo menor de 8 años lo idolatraba y para él se convertiría en una gran sorpresa; llegó el invitado, saludos, presentaciones, conversaciones y en el momento en el que van a brindar es cuando buscan al niño que estaba en su habitación, lo ubicaron al frente y para el agrado de Alfredo le preguntaron “Hijo, ¿quién este señor?” la respuesta inmediata no se dejó esperar, “Es el señor Lucho Gatica”.

Son muchísimas las anécdotas, lo anterior es sólo una parte de la historia de un hombre que se superó a través de tantos inconvenientes, logró llegar a donde él quería; dio a conocer a Venezuela en el mundo entero a través de su voz; dejando una magnifica estela como embajador musical. Se despidió el 29 de junio del año 1988, en todas las emisoras del país se escucharon sus mejores canciones y han pasado los años y sigue siendo uno de nuestros ídolos nacionales.

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