Opinión

Cuenta La Leyenda: De San Félix, para Roma y de Europa para las Américas

Luis Ovando nació en un rancho miserable en un barrio muy pobre de San Félix, el día 12 de octubre del año 1967.
sábado, 13 noviembre 2021

…!buen día! Finalmente rompí el celofán y pasé por su negocio; a la espera de verlo personalmente. Dios me lo cuide. Padre Luis Ovando, rector Colegio Loyola.

Con este cabezal inicio la historia de un buen amigo y guía espiritual, ya me había adelantado o anunciado su visita, lamentablemente no nos pudimos ver personalmente, pero si espiritualmente, luego él tuvo que ausentarse a la capital y yo entre en el problema de salud que afortunadamente gracias a Dios, la ciencia y esa cantidad de profesionales de la medicina aportaron para que yo continuara en este plano terrenal.

Bien este sacerdote perteneciente a la compañía de Jesús, humano de carne, huesos y sangre es otro enviado por papa Dios, pero nuestra amistad viene porque ambos (él y yo) venimos de una infancia y una educación muy similar y yo quiero que se sepa, de una manera humilde, triste pero muy honesta.

Luis Ovando nació en un rancho miserable en un barrio muy pobre de San Félix, el día 12 de octubre del año 1967, a su alrededor existía un cinturón inmenso de necesidades materiales, me comenta que la mejor forma de soportar el inmenso calor del sol guayanés.

Era andar semidesnudo, pero no descalzo, tenía que bañarse en la “pipa” de su casita varias veces al día para estar fresco, Luis era muy pobre pero de igual manera era muy aseado, cuidando muy bien sus pies para que los parásitos no ingresaran a su cuerpo.

Les comento, yo: pasé en mi infancia cosas muy similares. Continua el padre Luis: no obstante el paupérrimo ambiente, en la “barraquita” (rancho construido con láminas de zinc, piso de tierra y paredes de barro) ahí pasé la primera etapa de mi vida teníamos teléfono y un pequeño aparato de TV, los cuales influyeron mucho en mi formación, en mi capacidad comunicativa y en una fantasía desbordada, también pasé cosas similares y no tenía ni teléfono, menos televisor, tal vez en mi ranchito existía un radio de madera, marca Philco Tropical.

El cual funcionaba con “tubos” no existían transistores, ahí escuchábamos al locutor Amador Bendayan con una comedia de humor llamada “El bachiller y Bartolo” las de terror “El Misterio del Cerro de las Tres Cruces” y hasta “El Derecho de Nacer” y nos abanicábamos con un pedazo de cartón ese era el A. A., pero vivíamos felices, nunca pasamos hambre, ya en la época del padre Ovando podían sintonizar series y películas inspiradas en la historia de las caballerías del For West y de la segunda guerra mundial, Superman, El Loco Ratón, Los Halcones Negros etc.

Todo eso cobró vida en el enorme patio de tierra donde estaba ubicado su ranchito, un hermano menor que él fue su compañero de aventuras, las sabanas eran las capas voladoras, los palos de escoba eran las espadas, rifles y hasta cabalgaduras, dependiendo del contexto, las tapas eran los escudos protectores y los canarines eran los cascos protectores para desembarcar en “Normandía” construíamos nuestros propios juguetes, de la misma manera con mis hermanos mayores usábamos madera balsa (algo similar al anime) laticas de sardinas y rolineras desechos de talleres mecánicos y construíamos todo nuestro stand de juguetes.

Las tapas de los potes eran volantes, los rines y cauchos eran vehículos los cuales tenían hasta la palanca de velocidad y su respectivo retroceso.

Sigue narrando el padre Luis: viví una infancia de ingentes carencias materiales y algunas sentimentales, pero en un ambiente sano, sin dobleces ni corruptelas sociales la dignidad humana prevalecía en toda dinámica o episodio.

Yo en lo personal siempre he dado gracias a Dios en haber pasado esa similar infancia, para poder hoy día saborear los éxitos alcanzados y así dar ejemplo a mis hijos, familiares y amigos.

El biografiado siempre fue un vicioso de la lectura y del deporte, en su pasantía se puede recordar los hermanos de Fundación La Salle, quiso ser arquitecto, pero no pudo ser realidad, en los ojos de mis padres estaban el ser abogado o militar, gracias a Dios estas ilusiones tampoco se hicieron realidad.

¿Cómo ingresa el padre Luis Ovando a ser miembro representante de nuestra iglesia católica? En el año 1985 fue a parar a la Parroquia La Inmaculada Concepción de San Félix, donde se organizaban planes vacacionales con la intención de dar una mano a aquellos que habían aplazado alguna materia, dice: ese fue mi compromiso eclesial y así abandoné todo el resto, a partir de este momento me sentía útil ayudando a los demás, haciendo caridad a quien tocara la puerta, me bauticé por decisión propia y a espaldas de mis padres hice mi primera comunión, hice mi confirmación y opté por ingresar a la compañía de Jesús (Padres Jesuitas) a finales de septiembre del año 1987.

Esa formación religiosa me llevó a Barquisimeto, Caracas (en unas 8 ocasiones) Maracaibo, para después estar en una docena de países, en cinco culturas diferentes, en cuatro idiomas diversos, formándome en la áreas filosóficas, teológicas de acompañamiento y psicológico y para finalizar en el área educativa de lo cual me siento sumamente agradado, mi superior venezolano en el año 2017 me destina la función de ser el rector del Loyola Gumilla, volviendo así a casa después de treinta años, ahí me tocó enseñar y aprender y reencontrarme con tantos amigos.

Una vez más el señor Dios me coloca en un nuevo sendero, donde debo seguir aprendiendo, me ha costado mucho abandonar el Colegio, pero debo hacerlo.

La Gran Noticia: Estoy a punto de volver a Roma o mejor dicho ya estoy en Roma, ciudad a la que dediqué 10 años de mi vida.

En esta oportunidad me toca una labor netamente burocrática. Lo que está por venir es un trabajo de índole universal, me incumbirá un trabajo que abraza desde México hasta Argentina, incluyendo Brasil.

Una vez más el señor ha hecho brotar mis lágrimas, he llorado de sobre manera dejar al Colegio Loyola Gumilla y lágrimas de felicidad al visualizar un nuevo destino confiando de que el señor siempre me acompañara en toda circunstancia.

Treinta y cuatro años como Jesuita y veintiuno como sacerdote. Al final y para mi orgullo, el Padre Luis Ovando me escribe y dice así: te agradezco y la paciencia para conmigo, te agradezco que a pesar de la edad hayas pasado a formar parte de la familia que Dios me dio en calidad de hermano mayor.

Que nuestro Dios bendiga siempre tus manos.

Un Abrazo.

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