Opinión

Cuenta La Leyenda: Biografía de un científico zuliano

El sentimiento generalizado de las élites gubernamentales era que los secretos de la naturaleza podían ser desentrañados.
sábado, 26 octubre 2024

Leyendo e investigando en mi biblioteca, preguntándome sobre qué tema voy a escribir la columna “Cuenta La Leyenda” y me reencontré con un libro que trata de la vida de un personaje, nacido en la ciudad de Maracaibo, estado Zulia, el 18 de febrero de 1924.

Sus estudios de medicina los realizó en Estados Unidos, ciudad de Nueva York en la Universidad George Washington, también en Europa en la Universidad de Múnich, falleciendo en Estocolmo, Suecia, el 17 de marzo de 1999.

En su andar por los caminos que le otorga la vida a este investigador científico, no se le reconocían sus fantásticos logros como investigador, condenándolo al olvido, lo cual se aplica con frecuencia en nuestro país, que, igualmente ha sucedido con otros intelectuales.

A partir de los años que siguieron a la segunda guerra mundial, en los años 50. H. F. Morán, le presentó al gobierno del General Marcos Evangelista Pérez Jiménez, un soñado y ansiado proyecto el cual fue: La creación de un Instituto de Investigación Científica.

El general, a quien no le temblaba el pulso por ver a su país crecer y ser uno de los mas avanzados en América Latina, acogió con beneplácito la idea y con mucho respeto le dio el visto bueno y es cuando nace el: Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales.

IVNIC, este fue construido en el Estado Miranda en la cima de la carretera que conduce a la población de Los Teques.

Cualquier reseña sobre este personaje, se debe referir tanto a su papel como investigador científico como su gestión de creador de IVNIC.

La tarea implica repasar el curso histórico de los hechos que marcaron la conformación de la actividad científica y tecnológica en nuestro país, explícitamente enmarcados en el ambiente donde se dieron lugar.

No se quiere explicar aquí todos los episodios en su trayectoria como hombre ciencia y como hombre público, solo hay la intención de un ensayo acerca de su transcendencia o impacto en su accionar.

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, la humanidad se percató de que la actividad científica y tecnológica podía resolver un problema de sentido vital a un país o varios países en un tiempo relativamente corto.

El sentimiento generalizado de las élites gubernamentales era que los secretos de la naturaleza podían ser desentrañados, solo se requerían recursos y voluntad, sin mayores consideraciones acerca de su complejidad.

Al fin el hombre había conquistado la naturaleza, si se podían donar las fuerzas más íntimas del átomo y producir un artefacto capaz de desaparecer a la humanidad de la faz de la tierra, ¿Por qué no podía el hombre pisar la luna, conocer y cambiar su estructura genética o alimentarse y vivir 100 años con una salud esplendida?

Un nuevo espíritu se apropia de la humanidad, y probablemente la sensación de grandeza la cual se apoderó de los seres a principios de la segunda mitad del siglo XX, sea solo comparable a la que invadió a los europeos a finales del siglo XV cuando conocieron la hazaña del cordobés Cristóbal Colón y el descubrimiento del Nuevo Mundo.

La humanidad empezó a vivir el medio siglo de oro de la Ciencia y la Técnica, 50 años que muy probablemente, ha sido el periodo más compacto de la historia en donde se han logrado los mayores avances del conocimiento.

Antes de culminar quiero recordar que Humberto Fernández Moran, fue la persona que: Uno de sus mayores inventos fue el bisturí con la punta de un diamante, con la cual se puede cortar una hebra de cabello en varias partes.

En el mes de enero del año 1958, con el derrocamiento de uno de los últimos dictadores de la época, se inicia en nuestro país un modelo político democrático liberal, fundamentado en los partidos como instrumentos principales de la participación ciudadana en los asuntos públicos.

El liderato que emergió el 23 de enero, estaba convencido de las bondades de la ciencia y la tecnología como palanca del desarrollo integral.

Pero la adopción de estas actividades como valores dentro de un proceso de reordenamiento político, nunca ha sido una tarea simple. En nuestro caso, requeriría de la articulación de muchos factores, algunos de ellos extraños a la idiosincrasia venezolana.

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