Opinión

Cuenta La Leyenda: Andanzas de un personaje inquieto

Tirso, aparte de ejercer como telegrafista, también salía montado a caballo a repartir los telegramas a los destinatarios a cualquier hora.
sábado, 16 enero 2021

En una tarde del día 27 de octubre del año 1936, nació en Los Magallanes de Catia, Parroquia Sucre, el primogénito de cuatro hermanos, hijo de Jorge Eduardo Lucero Lugo (comerciante y amante de las fiestas taurinas al que llamaron “El Machaquito de Caracas”) y Jacinta Clementina Castillo (mujer de oficios del hogar), dicho niño fue bautizado por Nicolás Donís y Yolanda de Donís quienes fueron conocidos comerciantes en el viejo mercado de Quinta Crespo, así como también eran propietarios de un almacén de mayoristas identificado como la Vela de Oro.

El nombre adjudicado a este niño fue Tirso Florencio, el niño desde muy corta edad y luego de sus estudios primarios comenzó a trabajar, mientras tanto la unión familiar se fue disolviendo, después de haber tenido cuatro hijos (una niña y tres varones), Jacinta rehízo su vida y se trasladó a la ciudad de Mérida con los dos menores, mientras los dos mayores se quedaban en Caracas, luego vino otro traslado y fue hacia Maracaibo, ciudad donde se reúne nuevamente el núcleo familiar.

Tirso Florencio, se formó como telegrafista y se fue a trabajar a un pequeño pueblo merideño llamado San Cristóbal de Torondoy, municipio Justo Briceño (no confundir con San Cristóbal del Táchira, ni Torondoy de Mérida) dicho pueblo está enclavado en una montaña, donde el acceso es solo por bestias, caballos, burros, machos, lugar donde existía un solo Jeep el cual unos alemanes que moraban ahí pasaron por piezas y luego lo armaron.

El jefe del antes mencionado telégrafo era el señor Don Lázaro Volcanes y ahí se trabajaba todo el día.

Tirso, aparte de ejercer como telegrafista, también salía montado a caballo a repartir los telegramas a los destinatarios a cualquier hora y rincón de la localidad de las montañas, luego de un largo periodo donde también había sido secretario de la prefectura de Bailadores, (municipio Rivas Dávila) en el año 1957 regresó a Maracaibo y a mediados de año, después de la caída de la dictadura, se trasladó a Caracas, logró conseguir empleo en el Banco Unión, ejerció la función de cajero en la agencia de San Agustín del Norte; como autodidacta aprendió el idioma inglés, lo hablaba, escribía y pronunciaba, fue llamado por la Academia Americana y logra en sus tiempos libres algunas horas como profesor de dicho idioma, en esta época conoció a una joven llamada Ederlinda Meneses de la cual se enamoró y se casó.

Continuó trabajando en el Banco Unión y viviendo en una casa muy cercana al banco; por su trabajo, honestidad y constancia logró ganarse la confianza de su jefe inmediato, quien después de conversar, lo envió a la nueva ciudad llamada Puerto Ordaz, para fundar en la Avenida Las Américas, al lado de lo que hoy es Hospifarma el primer Banco Unión de la ciudad (hasta el momento el único Banco existente era el The Royal Bank Of Canada, situado en el Centro Cívico).

Ya con esto Tirso había dado un buen salto a un mejor futuro inmediato, comenzando una nueva vida y haciendo gala de su carácter simpático y conversador y siendo gerente de un nuevo banco comenzó a relacionarse con los pocos habitantes de la época, sobre todo con los trabajadores de la Orinoco Mining Company, el gerente-propietario del supermercado Caroní y al mismo tiempo del comisariato de la empresa del hierro, el señor José Eusebio Coraspe le ofreció la administración y gerencia del supermercado, por supuesto con mejoras salariales, Tirso no pensó mucho su respuesta y después de las diligencias pertinentes, le entregó el Banco a un compañero con quien había trabajado en Caracas, el señor Rafael Piqueres Álvarez.

Tirso se dedicó a la labor del supermercado en cuestión, donde debía atender las cargas de los barcos, del comisariato y del supermercado, desde una pequeña falla de algún alimento hasta ir a una finca a negociar ganado, ya que el contrato con la O.M.C. se debía cumplir a cabalidad.

Cambiaron los tiempos y Coraspe vendió sus activos y Tirso Florencio regresó a los bancos, en esta oportunidad le ofrecieron la fundación y gerencia del Banco Exterior y luego le entregó a Sigfrido Carratalá, (este banco estaba ubicado en la calle La Urbana de Castillito), después fundó el Banco de Los Trabajadores en el Edifico Yocoima, y terminó su carrera bancaria cuando fundó, en presencia de su presidente (el señor Dao) el Banco del Caribe.

En su trayectoria fue durante varios años el secretario ejecutivo de la Cámara de Comercio de Caroní, le correspondió organizar el máximo evento anual de Fedecámaras en el año 1972, siendo así el presidente Ciro Añez Fonseca; fue propietario de una oficina de contabilidad llamada OCA situada en San Félix, fue agricultor y tenía sus tierras por la vía hacia El Pao.

Fue justamente en esa época de OCA y la agricultura cuando la muerte lo sorprendió en un accidente eléctrico en la población de Caripito Estado Monagas, lugar al que se había trasladado a buscar unos obreros.

Han transcurrido 40 años desde aquel día fatídico sábado 17 de enero del año 1981.

Hermano, siempre serás recordado por todos tus seres queridos. Descansa en paz.

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