Cuenta La Leyenda
Mucho antes del surgimiento de Ciudad Guayana, en la década de los años 50, fueron varios los acontecimientos que dieron vida a esta región. Aunque para 1947, año en que se descubre el primer yacimiento de hierro del país.
Una cosa es clara: La atracción ejercida por la novedad del hierro fue el factor determinante para el inicio de lo que luego sería el emporio industrial guayanés.
Uno de estos momentos es, precisamente, el descubrimiento del vasto depósito de hierro del cerro La Parida, situado a 100 kilómetros al sur de Ciudad Bolívar y a 130 kilómetros al suroeste de Ciudad Guayana, con 11 kilómetros de largo por 3 kilómetros de ancho y a 750 metros sobre el nivel del mar.
La presencia del hierro en sus entrañas se comprobó el 4 de abril de 1947, siendo rebautizado al año siguiente con el nombre de Cerro Bolívar.
Tomando en cuenta que el Cerro Bolívar era el mayor yacimiento del mundo para la época, se puede decir que fue el precursor del desarrollo de la zona del hierro.
Es así como el 30 de diciembre de 1949 se constituye, en Ciudad Bolívar, la empresa Orinoco Mining Company, subsidiaria de la corporación estadounidense U.S. Stell, su objetivo era producir mineral de hierro de invariable calidad a mínimo costo y a precios de competencia en el mercado mundial.
Tal propósito implicaba sobreponerse a una sucesiva cadena de dificultades.
Extraer mineral de hierro no era una tarea fácil, pues se debía hallar, entre otros aspectos, el principal insumo, hombres y mujeres con conocimientos y ganas de trabajar.
El recurso humano necesario debió ser trasladado desde distintas regiones del país al conocerse la noticia del abundante yacimiento.
Por otra parte, los encargados y técnicos de la recién creada empresa también debían buscarle solución al problema del transporte del mineral hasta el puerto de embarque sobre el Río Orinoco.
Esto involucraba cubrir una distancia de cerca de 146 kilómetros a través de la sabana, partiendo de la cota 588, a 305 metros de altura sobre la base oriental del cerro.
Para ello, un ferrocarril constituía el medio indicado.
En 1952 se inició el tendido de la línea férrea, que debía sortear ocho cursos de agua con otro tanto de puentes.
Eligiendo la confluencia de los ríos Orinoco y Caroní como punto de partida, hombres y maquinas se dieron a la dura a la tarea de realizar obras básicas como terraplenes, nivelaciones, rellenos y campamentos, entre otros importantes trabajos.
Al mismo tiempo, se preparaban los planos de la carretera pavimentada que uniría ambos terminales para el tránsito automotor.
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